Por Jaime García Medina*
La impartición de Justicia en Jalisco es un gran lastre social y de gobierno. Frena el proceso de democratización de la vida estatal y no hay visos de que se repare a corto plazo porque los dineros y malos servidores públicos lo han penetrado. El caso de Luis Carlos Vega Pámanes, presidente del Poder Judicial, su designación y su renuncia, es prueba irrefutable de la descomposición y deterioro del poder.
Si algo faltara, el ex Coordinador de Innovación y Desarrollo del Gobierno de Jalisco, Herbert Taylor denunció qué pasa ahí y Mural se lo publicó el 27 de agosto de este 2020: “El ex Coordinador de Innovación Desarrollo del Gobierno del Estado, Herbert Taylor Arthur, denunció públicamente que personajes del PAN vendieron posiciones de Magistrados desde el Congreso del Estado”.
Entonces, Herbert mencionó a José María Martínez y a Juan Carlos Márquez como los perpetradores de esta ignominia para Jalisco.
Pero no ha sido el único pues son diversos diarios los que han anunciado con toda anticipación cómo se repartieron las bancadas del Congreso las 9 magistraturas vacantes en el Poder Judicial. Corresponderán 4 a MC, 2 al PAN, y una para el PRI, otra para el PRD o Raúl Padilla y una más para Morena.
La selección y aprobación de magistrados es una atribución soberana que la Constitución asigna al Congreso del Estado, según se lee en el artículo 35 fracción IX. De ello nadie se asusta, lo que irrita es que muchas veces se elija al hombre o mujer menos indicado. Máxime en los tiempos actuales en los que el titular del Poder Ejecutivo, Enrique Alfaro ejecuta un gobierno casi monarcal. Decide también en el Legislativo y en el Judicial, tareas metaconstitucionales que son inadmisibles pero vigentes en Jalisco.
Así, nada más no se va a acabar con este lastre. Las hemerotecas están llenas de abusos en juzgados. En Jalisco se vende casi cualquier sentencia. Esto es un asco histórico que va a costar la pérdida del poder a Movimiento Ciudadano, pero va a generar un daño peor a la vida pública estatal.
Se requiere un golpe de timón.
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