Por Jaime García Medina
Una de las casas dedicadas a la investigación y análisis de la opinión pública, Massive Caller, publicó ayer un estudio que realizó el 6 de abril para medir las preferencias electorales en algunos municipios de Jalisco. No me referiré a la probable certeza y justicia que contenga la muestra, sino a una realidad clara: pasando el 6 de junio habrá una nueva correlación de fuerzas políticas en Jalisco.
La vida política no es lo que queremos ver ni lo que parece, sino que todo parte de una racionalidad y eso que vemos, muchas veces -ya que el engaño siempre está presente- es: las dos universidades que hacen política en Jalisco, la Universidad de Guadalajara y el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de ya no serán lo mismo después de los comicios. Los primeros, buscan consolidar su propio partido, Hagamos, que por ser su primera elección debe pelear en solitario por su sobrevivencia y para ello necesita una votación mínima del 3%. Por eso endurece su discurso hacia el Gobierno de Jalisco, hacia quienes despachan en Palacio de Gobierno, hacia el partido que los ubicó en el poder y a quienes impulsó para llegar a presidencias municipales. El ITESO, en cambio, está en el apetito de alcanzar su primera presidencia municipal, en Zapopan con el “líder moral” de Futuro, Pedro Kumamoto. Si aciertan o fallan, definirá la correlación de fuerzas.
Para los miembros de la camarilla que acompaña al gobernador, habrá sido todo si Pablo Lemus Navarro, candidato a presidente municipal de Guadalajara por MC y Juan José Frangie, candidato a presidente de Zapopan, ganan. Habrá nueva correlación de fuerzas. Estos llegan y aquellos se van.
Igual pasará con los candidatos de Morena. La sola ubicación de José María Martínez Martínez, y Tomás Vázquez Vigil en su lista de candidatos a diputados locales de representación proporcional, indica que van para cumplir una labor de estorbar la maniobra del gobernador Enrique Alfaro hacia el 2024.
Además, pelean por ganar sus respectivas candidaturas, Carlos Lomelí Bolaños en Guadalajara, y Alberto Uribe en Zapopan. El primero ya sufrió un severo desgaste desde adentro de Morena. Y además, sus recientes alianzas chocaron con sus viejas amistades que ya no están trabajando en su proyecto. Uribe en cambio, las está ampliando, como si quisiera dos cosas; ganar e ir sumando gente para el 2024.
Lo que ocurra en Tonalá y Tlaquepaque no es menor. Ya son municipios que las encuestadoras pintaron de guinda hace mucho, lo mismo que en Puerto Vallarta.
La nueva correlación de fuerzas es un hecho para Jalisco y los cambios han de venir.
