Óscar Ábrego
Con la muerte de Raúl Padilla desaparece el más grande contrapeso del poder de Jalisco.
Ya sin su líder, el llamado Grupo Universidad se debilitó de manera significativa. El rector Ricardo Villanueva, quien defendió y peleó de modo feroz los proyectos impulsados por Padilla López, se encuentra en un momento de profundo desconcierto.
En su voz no sólo se escucha la tristeza, sino también el temor.
No es para menos, los agravios entre uno y otro bando, es decir, entre los alfaristas y los leones negros, escaló a un nivel que difícilmente se resolverán con mensajes de concordia y llamados al diálogo.
Ahora con la ausencia del poderoso jefe universitario (que tiene bien ganado un lugar de privilegio en los registros de la memoria local y nacional), el sanedrín ingresó a una fase de preocupación extrema, pocas veces vista en la historia de su existencia.
Adiós a la arrogancia.
No hay de otra, la Universidad, comenzando por su autoridad institucional, tendrá que aflojar la tensión que provocaron las marchas, las manifestaciones frente a Casa Jalisco y los fuertes reclamos a Enrique Alfaro. Y para lograrlo tendrá que ceder.
No se necesita ser un politólogo de altos vuelos para saber que en las oficinas de palacio de gobierno se elaborarán todo tipo de planes para menguar al otrora poder universitario.
De hecho, me confían desde el primer cerco del alfarismo, que las principales condiciones que se pondrán sobre la mesa de negociaciones, es reorientar la parrilla y contenido de programas, en especial lo concerniente a la televisión.
Pedirán cabezas y la conclusión de ciertas emisiones, pues a los ojos de quienes asesoran al gobernador, el presupuesto destinado para la contratación de periodistas y opinantes críticos a su gestión, así como el tiempo noticioso dedicado para cuestionar su administración, es tremendamente excesivo si se considera que se trata de dinero proveniente de los impuestos.
Pero más allá de los reajustes que inevitablemente vendrán en el convivio del gobierno estatal y la UdeG, lo cierto es que Enrique Alfaro, de la forma que ni él esperaba, terminará su sexenio con un gran poder en sus manos.
Ojalá que lo sepa manejar.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista
político.
