Óscar Ábrego
“Por eso tengo la convicción de que nuestro movimiento no debería de haber tomado el camino del aislamiento. No compartimos la visión de la alianza como hasta ahora se ha planteado, pero tampoco mostramos disposición para denostar una fórmula que sí funcione, eso no está bien. Movimiento Ciudadano debería ser el primero en dar un paso al frente para dar una estrategia seria, que permita la construcción de un verdadero frente opositor”.
Enrique Alfaro
Gobernador de Jalisco
Para no perder la costumbre, Enrique Alfaro hizo lo que mejor sabe: agitar las aguas.
Sin embargo, en esta ocasión me parece que hace lo correcto.
El del viernes fue su mejor discurso.
En este espacio he sostenido que nadie puede regatearle haber construido –prácticamente de la nada- gracias a Clemente Castañeda, Alberto Uribe, Ismael del Toro, Hugo Luna, Fabiola Loya, Adriana Medina, Salvador Zamora y Enrique Ibarra (por citar algunos fundadores) una expresión con cimientos sólidos.
Ni siquiera sus críticos más duros tienen argumentos suficientes como para demeritar un logro que se ha sostenido con la corriente en contra.
Si bien su peculiar estilo de conducirse ha menguado el ánimo del electorado en favor del movimiento naranja, lo cierto es que el emecé se mantiene como la fuerza partidista mejor articulada de la entidad.
Ese es un valor muy potente.
Si Dante Delgado le debe a alguien que su partido esté en condición para negociar en la arena nacional, es a Enrique.
Incluso la victoria en Nuevo León -en buena medida- fue gracias a la operación de Clemente.
Dicho de otra forma, Dante está en deuda con Alfaro y su grupo, por ello, lo menos que puede guardarle es gratitud, el principio supremo de toda persona bien nacida.
Al respecto, vale la pena enumerar algunas implicaciones del pronunciamiento de Alfaro Ramírez.
– Desde mi perspectiva, atestiguamos el preludio a un rompimiento inevitable del alfarimo con la dirigencia del emecé y un respaldo a la postulación de Xóchitl Gálvez.
– Con ello, ocurren dos cosas: Una, que descompone los acuerdos entre Dante y López Obrador; y la otra, que la corriente alfarista anuncia que no irá con el ex canciller Marcelo Ebrard, como se esperaba.
– Movimiento Ciudadano en Jalisco, que se cuece aparte, encontró en la figura de Xóchitl un paracaídas justo cuando las encuestas indican que cae en las preferencias.
– Más aún, ¿se abre la posibilidad de que haya una renuncia masiva de alfaristas al movimiento naranja para sumarse al Frente Amplio por México?
– Brota entonces una pregunta más: ¿con qué “marca” participará el alfarismo en la próxima elección?
– El cambio de las circunstancias es de tal dimensión que tendríamos a la vista un encontronazo entre Morena y el frente opositor; ya no sería entre el Movimiento Ciudadano y el Movimiento de Regeneración Nacional.
– Por otro lado, y como lo había adelantado en esta columna, Alfaro transitará el último tramo de su mandato con quienes lo acompañaron en los comienzos de su andar hacia Casa Jalisco.
– Esto significa que las principales candidaturas en la entidad serán para las mujeres y hombres que caminaron a su lado y construyeron el proyecto.
– Sobre el particular, parece que el mensaje es contundente: viene el tiempo de corresponder al apoyo brindado.
Al margen de lo anterior, se impone comentar otros puntos relevantes.
La disrupción de Xóchitl Gálvez sacudió todo el tablero electoral.
Andrés Manuel no termina de asimilar que él, y nadie más que él, es el culpable del surgimiento de la esperanza en las filas de la oposición en la figura de la senadora.
Con el ánimo de enmendar su error, el presidente está obligado a tomar una decisión clave, y es que en virtud de que Adán Augusto López y Claudia Sheinbaum son un desastre como aspirantes, debería elegir a la única opción competitiva con la que cuenta: Marcelo Ebrard.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista
político.
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