Por Óscar Ábrego
“Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas”.
Confucio.
Filósofo chino.
Pablo Lemus ya es oficialmente el candidato del partido Movimiento Ciudadano.
Esto significa que inicia una nueva etapa para consumar su sueño de convertirse en gobernador.
Sin embargo, en el horizonte se observa un camino sinuoso, lleno de obstáculos y dificultades.
Es cierto, el ex presidente de la Coparmex local, ha demostrado que está hecho para sortear las contrariedades y salir airoso de los desafíos que se le cruzan en el camino.
No obstante lo anterior, fuentes cercanas a su proyecto me confirman lo que ya trascendió en los pasillos de la opinión pública: Enrique Alfaro no le suelta el liderazgo.
¿Qué significa eso? Pues que continúa fungiendo como jefe de grupo.
De acuerdo a la información que me fue confiada esta semana, que recién concluye, en el centro de la mesa donde se toman las decisiones, siempre se delibera sobre la probable reacción de Alfaro Ramírez si se dice o hace algo que altere su estado de ánimo.
En medio del diseño de las estrategias que se están delineando de cara a la campaña, siempre brota la inquietud de prever la reacción de Enrique.
Me dicen que uno de los principales asuntos que se quiere resolver es cómo desmarcarse de los errores cometidos durante su gestión sin que eso desate su furia.
En este espacio he adelantado detalles que al paso de los días se corroboran, de tal manera que estoy en condición de reafirmar que alrededor del primer círculo de Lemus hay emisarios enviados desde Palacio de Gobierno para realizar una labor muy parecida a la del espionaje y el sabotaje. Esto incluye a mujeres y varones que desde el sábado también obtuvieron su correspondiente nominación.
Al respecto, un buen amigo de Pablo me dijo, “hasta parece que Enrique quiere que perdamos”.
Sobre el particular, siento oportuno colocar en el análisis un asunto que no resulta menor.
Así como en las filas naranjas se han formado incondicionales al alfarismo, en la llamada Mega alianza se están integrando leales a la memoria del finado Jorge Aristóteles.
Claudia Delgadillo, abanderada de la Coalición Juntos Haremos Historia en Jalisco, cuenta entre sus aliados a quienes sienten el deseo incontenible de cobrar facturas al titular del ejecutivo y a varios de sus más allegados.
Por ejemplo, los nombres de Miguel Castro Reynoso, Salvador Rizo Castelo, Antonio Cruces Mada, pero en especial el de Francisco Ayón López, orbitan en torno a la candidatura de quien fuera una de las personas de mayor aprecio para Sandoval Díaz.
Si bien no es un tema del que se hable de modo abierto, la persecución legal contra estos ex funcionarios, emblemáticos de la pasada administración, es un factor que despertó una sed de venganza contra el alfarismo.
Para muchos no se trata de un asunto legal, sino de un agravio colectivo.
Así las cosas, al margen de la narrativa electoral que se avecina, la verdad es que el rencor –una de las energías más nocivas para el ser humano, pero también una de las más constantes en las arenas movedizas del poder– se instaló en el corazón de algunos operadores de Claudia.
En esta tesitura, sería conveniente para Enrique Alfaro y los susurradores que lo acompañan desde el comienzo de su extraordinaria travesía, considerar que se aproximan tiempos complejos, ya que en ninguna encuesta el MC supera en la entidad a Morena y sus aliados.
La marca guinda es muy potente y la otra Claudia,Sheinbaum, anhela conquistar estas tierras.
Bajo dicha perspectiva, la opción objetiva que tiene el alfarismo es hacerse a un lado y aguantar vara.
Asumir que el trono será abandonado en breve es una premisa que tienen que admitir Alfaro y sus feroces adeptos.
Y es que el único que puede contener el avance de la Cuarta Transformación se llama Pablo Lemus Navarro.
Aún es buen momento para entenderlo.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista
político.
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