Por Manuel Gutiérrez
Recuerdo al abuelo del “Chicharo” Javier Hernández, Don Tomás Balcazar, gran amigo de Héctor Huerta, nos invitaba a su programa deportivo dominical por las noches, y en que le escuché decir sobre el debut de los Hermanos de la Torre.
“Son cristalitos” dijo de ellos, “tienen calidad pero no son tan resistentes para el futbol mexicano, y luego dijo sobre el hecho que su carrera se iniciara en el Guadalajara, – tengo memoria de elefante por desgracia- y pues tienen esa suerte, debutar con la camiseta de rayas, rojas y blancas”.
Luego agregó: “ Debutar con esa camiseta es un privilegio, una pieza de seda, que no pesa en realidad unos 70 gramos, pero cómo pesa, pesa porque tiene encima una tradición, un valor, que te consagra, que te hace figura desde el momento que te la pones, pero tienes que saber estar a la altura, y se necesitan muchas cosas extra-futbol ( carácter, disciplina, superación, resistencia a las adversidades) para poder portarla con orgullo, para sentirla que te pertenece, que es tuya”.
Esas frases me gustaron. Tomás había estado inspirado en ese momento. Héctor Huerta paladeaba el suceso, y Armando Pujol, el productor en la sombras, saboreaba la lección. Y no supe porque se quedó grabado ese discurso radiofónico en mi memoria, pero hoy lo vuelvo a recuperar, y lo usaré en mi narración de hoy.
EL JUGADOR QUE PATEÓ EL DON DE ESTRELLA DEL FUTBOL, QUE LE DIERON LOS DIOSES DEL ESTADIO.
Erase una vez, un equipo llamado Guadalajara, que ya ocupaba su sede del estadio Omnilife, así llamado anteriormente. Corría el año de gracia del 2016, y las Chivas ya tenían una década de sequía de títulos, tal vez más tal vez menos, en eso no me grabo los números.
Los aficionados no encontraban quién los convertiría en el “príncipe encantador” del cuento, porque nada se daba. Nombres iban y venían, y para eso necesitaría a Héctor para recordar nombres, períodos, efectividad, quiénes debutaron, cómo y qué resultados tuvieron, pero del títulos, nanay…
El nuevo técnico era el chileno Matías Almeyda, una historia feliz insertada dentro del siglo y más de historia del Guadalajara. Este le encontró el alma a las Chivas, las hizo un equipo divertido, efectivo, y ganadortivo, para que rime.
Era el torneo de clausura, como se le llama al sistema mexicanos de promover un campeón cada seis meses, y no cada 12 en un campeonato regular. Pasan 8 y ya se la saben. Un invento mexicano que genera mucho dinero a las arcas.
Un buen día, Matías puso de jugar a un joven llamado Javier Eduardo López, al que apodaban “La Chofis” nunca entendí porque La y no El, pero será cosa de la ideología de género, le puso la camiseta esa, que pesa tanto según Tomás, y con el número 31 se convirtió en el artífice del triunfo de los rojiblancos sobre los Rayados del Monterrey.
El joven de pronto se vió en los cuernos de la luna, colmado del regalo del don del futbol de los Dioses de los Estadios, diría el gran Perro Bérmudez.
Ese año, todo salió bien, aunque la cabra y la chiva salvaje tiende al monte.
Ese tal Chofis, era un joven maravilla, que podría luego ser seleccionado, podría madurar y luego incluso lanzarse a la conquista de un sitio en Europa, ya fuera en el futbol inglés, o en España, porque era figura, era chiva y era joven y prometedor.
Pero le encantaba la mexicana alegría, era un jugador que no tenía la disciplina necesaria, de los que terminan creyendo que su talento los hará brillar pese a las desveladas, descuidos, desmanes etilícos, y no más, porque existe el antidoping.
Luego, se es joven, no precisamente un modelo de Dior, pero rojiblanco, y uno sabe que con ello desde la tribuna, desde los pasillos del estadio, les llueven ofertas de adoración femenina incondicional. Tienen al mundo en la mano.
La carrera del prometedor jugador fue digamos irregular, para efectos narrativos, un rato bien, con aplausos, y esperanzas, pero luego intermitencia y tres mal. Finalmentela indisciplina imperó y Chivas no encontró otro remedio que echarlo del club por la puerta de atrás, eso sí, todavía se podía ganar algo y lo cedieron al Pachuca, que fue su oportunidad de cambio y revancha deportiva.
Los años pasaban volando ya eran 8 en su carrera. Pero ahora, otra vez, ahora el entrenador uruguayo Guillermo Almada, lo puso de patitas en la calle. La causa “factores extra-cancha” leáse, un jugador sin disciplina, o sea que no cambió nadita.
En el 2018, si mis datos de Milenio no fallan, se corrió en las redes un video de una erótica, sensual, atrevida, cachonda, y calenturienta albercada, en que aparecieron hombres y mujeres en paños más que menores, de hilo dental como máximo, a cachetes al aire, como mínimo…
En la época del covid, cuando se recomendaba aislamiento, soledad, precaución, ensimismamiento, y cubre bocas, este jugador le hizo caso al presidente López, en materia de no tenerle miedo a la enfermedad mundial. Bastaba un “Detente, Jesús me ayuda” y escuchar los cómplices, comparsas, coautores, compinches, secuaces, consejos del Doctor Muerte, no conocido por sus 800 mil muertos en esa etapa en México todavía, un tal Hugo López Gatell.
Siguiendo esas ayudantías mal aconsejadas, apareció el buen Chofis, que se fue de fiesta, sin temerle al N1H1, venido dicen de Wosan, China, acompañado de su pareja. O sea que la disciplina era una palabra que no figuraba en su vocabulario, todavía ni la busca en el diccionario.
Ideal para aquellos tiempos en que los futbolistas todos crudelios, pasaban a sudar la borrachera en la cancha del Jalisco a las 12 del día, y entonces engarzaban maravillosos pases, corrían como desaforados, a veces guacareaban en el pasto, pero con talento y virtuosismo, sacaban la casta y el honor de la camiseta rayada por delante, y hasta el propio entrenador, fuera Arpad Fekete, o Javier de la Torre, quedaban encantados, y la desvelada era un bromita, que no importaba era HH, un legendario y enorme Hernández…
Pero eran tiempos en que nadie tomaba la preparación en serio, lo que ya hacían en otros futboles, aquí estábamos en la luna. Y no eran solo las Chivas, también hubo parranderos célebres en el Nacional, era un fenómeno de la época. Y Mejor no digo el nombre, pero ese jugador está en el salón de la fama, era un medio volante excepcional, y siempre rindió de más, pese a sus distracciones pero no era el futbol tan profesional como es hoy.
Pero no fue la última vez. Muchas veces hubo rumores, alguna foto de antro de algún teléfono celular inoportuno que captaba al futbolista, no muy claramente en la celebración, digamos del año del perro, en China, o el incremento de la gasolina que es diario, o algo así.
En Noviembre del 2020, hubo otra de tamaño mayúsculo, esta vez unido a Alexis Vega, y a Juan José Vázquez. La diferencia al parecer es que a Alexis, se sentó el cambio,salió del rebaño, se volvió antichiva, y hasta intentó eliminarlos en la pasada liguilla, pero estuvo haciendo goles, y aportando con los Diablos, pero no perdonaba haber sido enviado del cielo chivo, al infierno de Toluca, más bien frío.
Juan José es otra historia. Pero no nos desviemos, el jugador de nuevo ha sido eliminado por el Pachuca, nada más y nada menos, por presentarse a jugar con simples once kilos de más, lo que a Maradona se le perdonaba, ni quién dijera nada, pero Chofis no alcanzó a ser Maradona, ni de clase mundial.
Como volvió a las andadas, hoy con 30 años de edad, no se puede decir que haya llegado si final futbolístico. Pero su futuro no es prometedor como en el 2016. Esta quemado, chamuscado, ardido, carbonizado, asado, y tendrá que buscar mercado en algún lugar que lo quieran.
Sería extraño que tuviera la suerte de obtener un sitio en un equipo del máximo circuito, esto pinta para conseguirse un sitio en la división de ascenso, o para caer en picada hasta la segunda división, de la que nadie regresa, al menos por ahora.
Chofis, seguramente odia las dietas, como odia las sesiones del preparador físico, y supone que con su magia en su momento haría la diferencia, y por ello felicitado, perdonado y exaltado, engrandecido, elevado, ungido…de la gloria. Conocí a un portero de la U.de G. también en su momento final de primera división, era un grande, había comenzado con el Atlas, y el técnico era Nacho Trelles.
Con esa odiada facilidad de recordar diálogos de años atrás, recuerdo el momento, H. Brambila, le decía a Don Nacho: “ Mire, póngame a jugar el domingo, verá que le daré lo máximo y usted lo verá, le daré un partidazo”.
Pero Nacho Trelles le dijo: “ Si pero la U. de G. el puesto se gana entrenando cada día de la semana, y tu no lo hiciste. Me da pena, pero así no se gana el puesto, y yo no alinearé a nadie bajo esa circunstancia”.
No es el fin del mundo, verdad. Pero es un anécdota que todavía está vigente y vale la pena platicarla. Algunos no valoran los regalos de los Dioses del Estadio…
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que A Fondo Jalisco no se hace responsable de los mismos.