A Fondo Jalisco
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Gabriel Torres Espinoza La Aldea

¿En qué se basa la popularidad de AMLO?

De acuerdo con la encuesta ‘Aprobación de mandatarios de mandatarios América y el Mundo’, de Mitofsky, publicada el mes pasado, el presidente de la República, López Obrador, sería el 7mo mandatario mejor evaluado del Planeta. Y es que el ‘promediador’ de encuestas, Oráculus, le otorga, actualmente, una ‘popularidad’ del 63%. Es de destacar el altísimo nivel de aprobación, en un contexto donde, de acuerdo con Reforma (16/Abr/2021), no existe una sola materia en la que la mayoría de los mexicanos aprueben su gestión: el indicador con aprobación más alta, tiene relación con los ‘programa sociales’ (política social), pero apenas el 49% de los mexicanos piensa que está haciendo una buena gestión en este tenor. De forma que resulta irónico, si no desconcertante, una aprobación tan alta a su persona, pero tan baja a su gobierno. La pregunta es ¿por qué?

La respuesta parece encontrarse en la innegable percepción de verosimilitud de honestidad, sinceridad e integridad. No se afirma que sea o no sea en realidad; sino que, para poblaciones enteras, parece serlo. Y es que, en política, para ser, hay que parecer. En la ‘Enciclopedia de la Política’, el jurista y politólogo, Rodrigo Borja, comenta que a lo largo de su vida política reiteradamente se ha cuestionado: “¿Por qué el pueblo cree a un líder y no a otro? No es fácil contestar estas preguntas. Con frecuencia, ante el fracaso de un político, se puede preguntar: ¿qué le falta para triunfar? Tiene talento, ilustración y habilidad. ¿Qué es lo que no tiene? He pensado que en el fondo de todo hay un elemento intangible y etéreo: la sinceridad. Esa sustancia arcana que transpira por sus poros el líder político auténtico. Equivocado o no en sus ideas, el pueblo percibe sinceridad en sus actitudes y palabras. Pero la sinceridad es algo indefinible. Pertenece al campo de la intuición más que al de la racionalidad.”

En la conducción y gobierno de las naciones, existen cuatro dimensiones del poder que inciden en su configuración estructural y cultural: 1 el político, 2 el económico, 3 el moral y 4 el intelectual. Mientras que a los dos primeros les asiste la coacción; a los últimos dos los acompaña el infalible recurso de ‘la persuasión’. Por esta razón, en la lista de las personas más poderosas del Mundo, Forbes, ubica al Papa Francisco en la 6ta posición a nivel global. De manera que el poder del Jefe del Estado de El Vaticano, no deriva de su PIB, mucho menos de su arsenal nuclear y poderío militar. Su poder dimana en los cimientos abstractos de la moralidad. No podría entenderse la caída del Muro de Berlín, sin el rol de Juan Pablo II.

No sólo el Estado se encuentra en crisis ante la ‘transterritorialidad’ de los problemas de la vida pública, sino que, es un hecho, que el poder político, ¡cada vez tiene menos poder!. En nuestros días, no sólo basta vencer, sino convencer. Biden, en su discurso inaugural, exclamó: “para enfrentar los retos del futuro vamos a liderar, no con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo”. El poder de Obrador no sólo tiene origen en la amplia representación política de su partido, sino que también tiene una explicación popular, que se basa en la percepción de la verosimilitud de honestidad y sinceridad.

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