Por Amaury Sánchez
Dicen por ahí que el que no lava, no estrena… pero en el caso de Genaro García Luna y su distinguida esposa Linda Cristina Pereyra, no sólo lavaron, ¡estrenaron casas en Miami, cuentas millonarias y hasta demandas internacionales! Todo cortesía del generoso erario mexicano, que ha demostrado ser más flexible que acróbata de circo chino.
Resulta que ahora México quiere extraditar al ex “zar antidrogas” y a su esposa, no para que tomen el sol en Acapulco, sino para que se sienten en el banquillo de los acusados y devuelvan —si se puede— los modestos 745 millones de dólares que se habrían agenciado por medio de contratos tan falsos como promesa de campaña.
Mientras Genaro descansa sus huesos en una prisión gringa tras ser declarado cómplice del narco, su esposa parece andar en la versión de “Dónde está Carmen Sandiego” pero versión federal: “¿Dónde diablos está Linda Pereyra?”. La UIF ya le tiene los tamales listos, pero la comadre no aparece ni en Google Maps.
Eso sí, México no se quedó con los brazos cruzados. No, señor. Lejos de resignarse a que el dinero público se perdiera como los dineros de Fobaproa, nuestras autoridades emprendieron la épica batalla judicial en la Corte de Florida. ¿Y qué creen? Que los angelitos no se presentaron a la corte. Así que, como dicta la vieja sabiduría gringa: “quien calla otorga”. Y ahora la UIF ha pedido que se les declare culpables en rebeldía, que les quiten todo y, de paso, que barran la sala al salir.
Si usted piensa que esto es un avance contra la corrupción, no está equivocado. Pero tampoco se emocione tanto. Esto es como cuando uno encuentra una tapita premiada de refresco… todavía hay que rascarle, registrar el código, esperar seis semanas y cruzar los dedos para que el burócrata que recibe el trámite no esté en su hora de comida.
La recuperación del dinero no será fácil: propiedades escondidas, testaferros ingeniosos, cuentas secretas y abogados más escurridizos que político en debate. Pero al menos, México está pateando la puerta de la justicia internacional y diciendo: “¡Devuélveme lo que es mío, bribón!”
Porque al final del día, este no es solo el caso de una pareja que quiso vivir el sueño americano con dinero mexicano. Es la historia de un Estado que, aunque lento, parece haber aprendido a no dormirse con la cartera abierta.
Y mientras la jueza Lisa Walsh decide si les baja la cortina sin juicio, nosotros desde acá les decimos: si lavaron tanto, ojalá al menos les haya quedado limpia la conciencia… aunque lo dudamos.
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que A Fondo Jalisco no se hace responsable de los mismos.