Por Manuel Gutiérrez
Xavier Velasco, autor de varias obras entre ellas “Diablo Guardián” ha sido de los escritores que se han destacado el oscuro punto de la corrupción, como talón de Putin, en la presente campaña de Ucrania.
Con su maestría literaria, el autor mexicano opinó el 21 de agosto un artículo llamado “Esperanzas Opiáceas” señaló: “Para una fuerza armada famosa por corrupta , tener que ir a la guerra significa dejar al descubierto su inoperancia” dijo el autor del relato “El Materialismo histérico”.
Luego de justificar su título en que las esperanzas más opio, dan la voz inglesa de “Hopium” es decir esperanzas ilusas, causadas por un estimulante llevan a un optimismo gratuito. Como una adicción, se alimentan esperanzas opiáceas cuando por encima de las evidencias se da por inminente un triunfo.
El ejército ruso al inicio de la guerra se preocupó por llevar entre sus bagajes, el uniforme de gala para el desfile de la victoria. Esperaban cero resistencia y un desfile de gala, entre marchas triunfales.
Pero el servicio federal de seguridad de Rusia, antes KGB, consumó un golpe de opio, informó lo que los jefes de los jefes, y hasta el supremo jefe esperaban en sus informes: Que todo sería un desfile triunfal, con una Ucrania incapaz de defenderse.
Nadie se atrevió a desmentir un informe de tal naturaleza. Al jefe supremo no se le pueden dar otros datos, o montará en cólera y mandará desaparecer a los “traidores a Rusia” a los “Conservadores” o mínimo a los “Derrotistas” que se atrevían a romper las ilusiones de una victoria en 3 dias, no menos, 5 dias, cuando mucho, diría Peña.
La hora de las evidencias llegó en los arduos seis meses de lucha, en los variados golpes que ha propinado Ucrania sobre su marina, con el crucero Moscú en el fondo del Mar Negro, o en la base de Crimea en que volaron toda su capacidad de aviones de ataque y sus arsenales, pero desde el inicio en la derrota en las calles de Kiev, ya que los tanques rusos ya estaban ahí, pero los redujeron a escombros y algunos capturados perplejos ante lo que ocurría, entregaron los T-72 sin disparar un tiro.
El desfile de Kiev fue de armas capturadas y destruidas al enemigo, que se llevaron para que las amas de casa, los niños, y los combatientes supieran que su moral es superior a la del enemigo las señoras con la bolsa del mercado contemplaron las máquinas de acero capturadas.
Cuando Xavier habló de corrupción vino a la mente la terrible denuncia del último pensador medieval del mundo, por su elevada espiritualidad como piedra de toque para explicar el mundo, el Premio Nobel Alexander Solyenitzin, cuyo “Archipielago Gulag” como documento histórico describe el mundo clandestino de los campos de concentración de Rusia, y aplica algunos capítulos a la corrupción de la justicia rusa, en base al artículo 52 de la anterior Constitución Soviética, un artículo que incluía que todo acto opositor.
El 52 condenaba todo, empezando por la respiración. Todo era punible, en juicio sumario y desaparición a media noche, sacando de la cama al acusado que nunca llegaba a conocer de menos a sus jueces y luego al traslado al Gulag Siberiano.
“Historia del alcantarillado”, “Los trenes” , son capútlos de abuso de poder, pero todos centramos el texto en el alegato principal de Alexander, que era la esclavitud, la pérdida total de derechos incluso mentales, en manos del estado soviético. Pero asoma la corrupción, ese gran problema ruso a lo largo de su historia. (Visto así, no somos los únicos).
Rusia tiene una tradición desde Lenin, de mercado negro, ocultamiento de suministros, alimentos, medicamentos y todo lo que pueda representar supervivencia y prosperidad. Los prestidigitadores cambian las cosas y las ponen en manos de quién pague más.
Para los rusos, que alguien del barrio lograra las barras de Capitán, acompañadas de “Los ribetes azules” otro memorable capítulo del Gulag, que narra lo que significaba ser KGB y tener poder de vida y muerte sobre todos los inferiores, significaba que la esposa podía ir a la carnicería y recoger sus piezas para el caldo, pasar por las hogazas de pan, o llevar las papas indispensables.
Todo entregado con una sonrisa, a lo que la ama de casa insistía en pagar con rublos: “No es nada, por favor hágame el honor de aceptar este presente. Y de recordarle al capitán que nuestra familia le envía sus respetos” así esperaban tener una noche más completa, sin una visita sorpresa que te enviaba a un mundo oscuro, el Gulag.
Solyenitzin, sumó pues a su denuncia del fenómeno del mal, de la esclavitud y agregó para los rusos el concepto de su realidad en la corrupción, que no todos lo percibimos con toda la claridad. Nada nuevo en una dictadura, pero elemento histórico de Rusia, elemento presente en toda sociedad pero los más enfermos que otros, para ellos eso si cuenta en sus resultados finales.
Los rusos muchos de ellos arrancados del campo, analfabetas y que lograron llegar a Berlín, no dudaban en robarse los focos. Consideraban al llevárselo y ponerlo en su casa, iluminaría igual que en Alemania, aunque no tuvieran electricidad.
Los rusos siempre han diseñado sus campañas militares con enormes carencias, desigualdades entre sus oficiales y los soldados comunes, en el zarismo. Con el bolchevismo, se dio la misma subordinación sólo que el termino no era de nobleza, sino de “Camarada Comisario del Pueblo” porque en cada pelotón estaba detrás con la pistola lista, para eliminar de inmediato al que retrocediera. Una palabra mal dicha podía ser causa de suerte peor que ser prisionero del enemigo alemán.
Como consecuencia, para Rusia la idea de una guerra es lograr un botín y ahora es neo zarismo. En valores, o en especie, incluso en abusos contra la población femenina de cualquier edad, lo que ha sido consignado en tantas obras de la segunda guerra, es un premio a la brutalidad.
Un ejército con esos rasgos, en que cada quién compra su uniforme. Y como colmo, los encargados de manejar los suministros son capaces –no es novedad en ningún conflicto bélico- que estos hagan extorsión con alimentos, incluso con municiones y armas, que se revenden en casos de guerra irregular hasta con el enemigo.
Esta parte del Ejército de Putin, quedó en evidencia cuando se hundió el crucero Moscú, sin municiones, sin saber operar sus armas, sin personal preparado. No saber operar drones evidenció que no todo es como aparenta en su armada, tuvieron que acudir a su aliado Irán.
Pero la duda, la falta de convicción, se destaca en el momento de ocupar a un pueblo con muchas similitudes al propio, caso de Ucrania cuya invasión no se explica.
Es mala suerte ser llamado, reiteró la escritoria rusa Stevelana Alexevich, se vuelve vigente en la vida actual de Rusia en sus libros sobre la cruda realidad de la guerra en Afganistán, pero Ucracia es un tragedia muchas veces mayor y ya les costó en bajas y dinero, lo que diez años de ocupación inútil en ese montañoso país islámico.
Pero la corrupción es menos nociva, en un ejército rico caso estadounidense. Su profusión de raciones de alimentos, superiores cuidados y condiciones de higiene luego del campo de batalla, en el Pacífico con los Marines, su atención médica total que llegó a ser de una hora después de la herida en Vietnam sin importar en que parte estuvieras.
Su apoyo de artillería, de fuerza aérea les daban poder de fuego incomparable y con una red de transportes, hicieron un ariete irresistible cuando su guerra era aprobada como correcta, como la segunda guerra mundial.
Los Hershey, los cigarros Lucky, luego Marlboro, el Johnnie Walker, las sulfas, la ropa, eran elementos muy convincentes para los hambreados pueblos ocupados por Alemania, o en Japón, o Corea.
Y por ello muchos de sus mejores guerreros eran destinados no al frente, sino al control de los suministros, porque se volvían ricos luego de una guerra en el mercado negro de los países liberados por las fuerzas de la democracia, -así se decía entonces- y esto se trató en forma sobresaliente en “Banda de Hermanos” que dedicó capítulos al tema.
Rusia fue sostenida por la enorme ayuda bélica de Estados Unidos, del préstamo y arriendo que instrumentó Roosevelt, para que resistiera la ofensiva alemana, pero normalmente es un combatiente estoico, pobre que quiere apañar algo.
En esa desesperada simulación, ha echado mano de la fuerza mercenaria europea Wagner, dice Xavier Velasco, por 4 mil dólares mensuales, más entrenamiento en Rusia, pero ya han ofertado indultos en sus delincuentes asesinos más patológicos, para reforzar dar un ejemplo de terror que intimide a Ucrania.
Han perdido ya 5 mil de esos condotieros, señores de la guerra, de matar gente por dinero. Rusia contrató 20 mil, pero no son ilusos y muchos ya no quieren unirse a ser carne de cañón porque la verdad vuela. Por ello se acudió a las cárceles.
Al relacionar el tema de Velasco con Solyenitzin, queda claro que la corrupción es un talón de Putin, en su vida nacional. “El Primer Círculo” es de un grupo de científicos caídos en desgracia política que producían equipos de radio comunicación como prisioneros y reflejaban la corrupción
Stalin era tan desconfiado que purgó a los vencedores de Alemania, porque habían visto una sociedad más moderna que según su propaganda, no existía. Ucrania sin embargo es suicidio inaceptable atentar contra sus defensores, porque son de tu familia y está en juego tu nación, eso los hace diferentes.
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que A Fondo Jalisco no se hace responsable de los mismos.