Por Manuel Gutiérrez
A tres años de la guerra de invasión de Ucrania, es oportuno revisar los resultados obtenidos por Putin en su triple guerra. Una es la operación militar, y el desgaste sufrido por la pretendida superpotencia en su plano imperial, la segunda era para destronar al dólar mediante el frente de BRICS, y la tercera, es la guerra híbrida, en su modalidad de alta tecnología que está anticipando problemas y necesidades que debieron tardar 30 años por lo mínimo, pero la guerra es un gran acelerador para mal y en algunas cosas para bien, que están obligando a abrirle forzadamente la puerta al futuro.
La vertiente de desgaste material de Rusia, ya ha sido explorada en entregas que datan las 750 mil bajas militares sufridas, los más de diez mil vehículos blindados y de diferentes fines que ya han destruidos y verificados pero pese a esas enormes pérdidas, el avance ruso se ha logrado en el este de Ucrania, abriendo el camino a Prokovsk, que ya ha sido tomada, un enclave estratégico que abre las puertas de Ucrania, a la par hay avances sensibles en el Kursk, lo que no indica nada bueno en el caso defensor, porque sufre un crisis de relevo de soldados, que debe paliar con el uso más efectivo de las armas, sean misiles de crucero, artillería que dispara 2,500 proyectiles diarios más precisos, por los 10 mil que gasta Rusia, muchos de ellos simplemente desperdiciados en tierra de nadie.
LA GUERRA CONTRA EL DÓLAR
Esta guerra no ha levantado los resultados esperados, ha sido un fracaso. El rublo devaluado, con una inflación de 81% en tanto que las arcas de Putin no se han vuelto a llenar como antes de la guerra, y el aliado principal es China, pero no logra suplir el consumo que antes de la guerra hacia Europa del gas de Rusia.
La guerra comenzó en febrero del 2022, y desde esa fecha, Rusia ha sufrido el castigo de la aplicación de sanciones, en un total de 14 paquetes, así como la incautación por 300 mil millones de dólares, que retienen tanto Estados Unidos como los aliados europeos, y de los cuales se pretende liberar 50 mil millones de dólares, antes de la llegada de Trump.
Las sanciones tienen excepciones, no son totales ni pretenden hacer sufrir a la población de Rusia o de sus países aliados, en el caso de que existan consumos de productos farmacéuticos, productos necesarios para la agricultura y producción de alimentos, pero el espectro de las sanciones si se ha dejado sentir en la economía mundial y rusa.
Las importaciones de Rusia, han descendido al 58% menos, pero las importaciones de productos rusos, entre ellos los energéticos, tuvieron un descenso dramático, por un equivalente al 86% reduciendo el mercado de Rusia a una décima parte operable en estos tiempos de guerra.
Ese margen, aunque reducido aun genera 3 mil millones de dólares que se logran por exportaciones diversas, incluso energéticas. La idea era que Rusia se quedara sin dinero para alimentar su aparato militar, a la par que los efectos adversos de la economía, fijaran posturas favorables de pacificación y de retirada de las acciones militares.
El apoyo fiscal de Rusia a la guerra, ascendió a un 11% del PIB, pero eso representa una fuerte tendencia al gasto militar que distorsiona inevitablemente toda la economía. Rusia anunció que incrementará el presupuesto militar en forma espectacular en el 2025, lo que arrastra aumentosdeimpuestos, aumento del endeudamiento interno, así como el drenaje de los capitales de los trabajadores rusos, el ahorro nacional queda supeditado a las decisiones del estado.
El gasto militar ruso en 2025 será d 126 mil millones de dólares, el 32.5% del total del gasto gubernamental. Un gobierno deficitario echará mano del dinero de los ahorradores en donde se encuentre, sean ahorros de retiro, de vivienda o de respaldo para la gastos catástroficos derivados de accidentes o situaciones de salud.
RUSIA DICE QUE CRECE, PERO EL MUNDO DUDA
Rusia, pese a los números adversos, dice que sigue creciendo, en el 2022 su PIB fue de 2.5% pero asegura que en el 2023 llegó al 3.6% y ahora en el 2024, alega que estará en el 4% o muy cerca de este indicador. Sin embargoorganismos financieros y expertos economistas mundiales han dudado de estos datos, porque las condiciones son de contracción, no de expansión.
La guerra ha sido la solución de empleo y vida de los rusos con Putin. Pero una economía de guerra, con la destrucción constante de activos, equipos, personas, e instalaciones, demanda mayores impuestos. Si Rusia fuera una democracia, con los indicadores económicos, la población externaría su descontento, pero la mano dura y la represión dictatorial del gobierno de Putin, mantienen el silencio y el acatamiento a los datos oficiales.
Los efectos, por otro lado se dejan sentir en una economía de guerra en forma de inflación, cero inversiones que no sean militares, y un reflejo de esa decadencia económica es evidente en la tasa de interés del 21% por depósitos a plazo de los rusos, una cifra muy alta. El rublo finalmente es el espejo real, y sus descenso del 16% de su valor en este año 2024, que llega a un 21% hace ver que son tasas compensatorias, en realidad los ahorradores no acumulan ganancias por su ahorro.
Los sectores de alta tecnología de Rusia, los supermillonarios que se consideran fieles en todo al régimen, han manifestado desde críticas hasta dudas. Oleg Deripaska, empresario ruso sofoca con sus ataques al Banco Central, en tanto otro VIP Sergei Chemezov, propietario del conglomerado de exportación de armas avanzadas, ROSTEC se queja de la falta de desarrollo empresarial.
Una economía de guerra, parte de una peligrosa premisa: Necesita una guerra, y esta es un desgaste incomparable y un gasto enorme de recursos, así como un incierta promesa de beneficios en el caso de ser el ganador.
Un documento ruso, las Direcciones principales de política monetaria, son un dolor de cabeza, porque evidencian que errores se están cometiendo, que políticas ortodoxas se está omitiendo, y que finalidades distan mucho de lograrse.
Rusia consigue el dinero gracias a la flota fantasma de venta de gas y de petróleo o refinados que hacen llegar a aliados de Rusia, tales como China e India. El consumo de gas de Europa quedó en solamente un 15% de lo que vendían antes, incluso como paradoja una empresa de Ucrania importaba en plena guerra gas de Rusia, pero dejará de hacerlo con Gasprom, la empresa rusa en el 2025. China aumento oportunistamente el consumo de combustibles de Rusia en un 17% pero los precios son más bajos de los precios de mercado hasta por 80 dólares, vender así genera perdidas. China compró bienes de Rusia por 129 millones de dólares, en tanto importaron bienes de China, por 119 mil millones de dólares. Gazprom, por ejemplo resultado de estas operaciones perdió en este año por primera vez en 20 años, 6 mil 400 millones de dólares.
Uno de los efectos de la guerra, ha sido que Estados Unidos y Noruega, está vendiendo gas a Europa en lugar de Rusia. De vender 400 mil millones de metros cúbicos de gas, ahora sacan solo una parte por medio de la flota fantasma, pagando a embarcaciones casi-piratas, con dobles o triples registros navieros, por transladar y vender el petróleo. El petróleo y gas de Siberia ha sido redirigido hacia China, sin otro remedio.
Las aspiraciones de Rusia de reemplazar con moneda de ellos, o de los países socios del BRICS en materia de operaciones mercantiles mundiales, han representado beneficios para la rupia de la India o o el yuan chino, pero no para Rusia, dada su depreciación monetaria. Los mismos BRICS siguen manejando dólares, mercantilizándolos o comprando oro, y en reducido margen criptomonedas.
La economía de guerra, de un país en déficit fiscal, ( Méxicoestá sin guerra extranjera pero en el mismo caso) canibaliza los recursos nacionales, acaba con las políticas de bienestar para el pueblo ruso, y la protección futura de segmentos cronológicamente cercanos al retiro. La guerra se convierte en el interés principal, por lo que las ambiciones financieras de Rusia se han desmorado.
La guerra tecnológicamente hablando tiene consecuencias. Si Rusa planteó un cambio de doctrina y uso el misil Orhesnick, de mediano alcance, la consecuencia es que impone condiciones a los vecinos a mejorar sus redes defensivas aéreas o espaciales. Esto recae en el sector económico que debe sustener la producción en masa de los nuevos misiles, a la par que la guerra es un fenómenos que está destruyendo constamente todo tipo de suministros, redes, o equipos, aunque sea de nuevos códigos tecnológicos.
Rusia no ha observado que vive la primera guerra mundial de drones, que dispara en sus represalias hasta 180 sobre ciudades de Ucrania, pero esta responde con los misiles de los aliados y drones propios, hasta por 80 contra blancos estratégicos, que causan profundo costo a Rusia, dado que las bajas civiles, son como una cuenta colateral de los países en guerra. Ucrania pierde diez civiles a 50 por noche, pero no son partes vitales del complejo estrátegico, como arsenales, depósitos de combustible, aeródromos militares.
La proximidad de la nueva administración de los Estados Unidos, ha provocado que en forma urgente, se envíen suministros de todo tipo y nuevos paquete de ayuda, a Ucrania, por lo que pueda decidir Putin, los defensores tendrán sus arsenales llenos para continuar una guerra hasta el último ucranio, dado que no entregarán nada de su país, en tanto alguien pueda hacer alguna resistencia contra los invasores rusos.
Las operaciones militares de ahora, son más dirigidas a fijar posiciones convenientes para la negociación de paz. Pero el problema es que Rusia parte de quedarse con los territorios ocupados, lo mismo que hace Ucrania, y buscan que de haber un receso en la guerra, estén en las mejores condiciones para seguir con la campaña. Las posturas de ambos son irreconciliables, tan absurdo como suponer que Rusia regrese a las líneas originales antes de la invasión, y que Ucrania reconozca la pérdida de un territorio y de la opción OTAN por la que la guerra.
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