Staff.- Mientras la ciudad enfrenta calles convertidas en auténticos basureros, avenidas inundadas, en penumbras por la falta de alumbrado, servicios públicos rebasados y un repunte de la inseguridad que golpea a diario a los tapatíos, la alcaldesa Verónica Delgadillo parece vivir en un mundo paralelo: uno de encuestas complacientes y aspiraciones políticas.
Hoy, miércoles 1 de octubre de 2025, el periódico Mural publica con bombo y platillo:
“Verónica Delgadillo ya piensa en reelección”.
Verónica Delgadillo piensa en el 2026, su segundo año al frente del Ayuntamiento de Guadalajara, pero no descarta el 2027 y voltea a ver de reojo la reelección.
Luego de que MURAL publicó una encuesta que revela que siete de cada 10 tapatíos aprueban su gestión como Alcaldesa, Delgadillo se entusiasmó con la idea de regalarle a Guadalajara tres años más de trabajo en equipo.
‘Regalarle a Guadalajara la posibilidad de tener seis años continuos de un equipo y de un proyecto de gobierno y de una visión de ciudad, sin duda da buenos resultados’, expresó la emecista.”
La nota busca instalar la idea de una alcaldesa bien evaluada y con futuro político. Pero basta recorrer las colonias para confirmar que la percepción ciudadana va en sentido contrario. El “regalo” que presume Delgadillo se refleja en banquetas destruidas, basura acumulada en esquinas, servicios públicos abandonados y un clima de inseguridad que hace de Guadalajara un lugar cada vez más hostil.
Resulta alarmante que mientras las y los tapatíos reclaman soluciones, la presidenta municipal se aferre a encuestas que difícilmente retratan la realidad. Que el 70% de la población “apruebe” su gestión es un dato que, lejos de convencer, despierta sospechas: ¿qué barrios visitó esa encuesta?, ¿a qué ciudadanos se escuchó?, ¿qué tan creíble resulta ese contraste entre los números alegres y las calles deterioradas?
Lejos de atender los problemas más urgentes, Delgadillo utiliza las encuestas como trampolín para su futuro electoral. El discurso de “visión de ciudad” no logra ocultar la grisura de su administración ni la indiferencia con la que se han atendido las demandas más básicas de seguridad, limpieza y movilidad.
Mientras Mural publica encuestas que la pintan como una de las alcaldesas mejor evaluadas del país, en Guadalajara las realidades son otras: basura, abandono, inseguridad y servicios públicos colapsados. Que Delgadillo piense en reelegirse no es solo un exceso de ambición, sino una burla para quienes viven todos los días en una ciudad al borde del colapso.
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