Gabriel Torres Espinoza
Según cifras del INEGI, en mayo de 2025 el transporte público recorrió un 1.2% kilómetros menos que el mismo mes de 2024. La caída es más drástica en el SITREN —buses eléctricos que circulan en el Periférico— con una reducción del 40.4% en recorridos y de igual magnitud en usuarios. En contraste, el parque vehicular continúa su escalada. Entre 2010 y 2023 creció 67.3%, alcanzando 4.6 millones de unidades, de las cuales más del 63% están en el AMG. Solo en 2023, los automóviles aumentaron 3.84% y las motocicletas un 14.25%.
El resultado de esta ecuación es predecible, pues el transporte público se reduce, el auto privado crece, y con ello, el AMG se convierte en un laboratorio urbano del colapso vial. Guadalajara es ya la segunda ciudad más congestionada de México, ya que, en promedio, los traslados aumentan 42% en tiempo debido al tráfico. Hoy, un trayecto de 10 kilómetros puede tomar 50 minutos. DesdeTlajomulco, el promedio de traslado alcanza los 92 minutos.
Pero el impacto no es solo individual, sino estructural. De enero a junio de este año, solo 39 días registraron buena calidad del aire. En 2025 ya se contabilizan 147 pre-contingencias atmosféricas y 21 contingencias en fase I, cifras alarmantes que se explican por una política de movilidad desarticulada.
Por otro lado, seguimos debatiendo si debe operar como empresa privada o como servicio público, pero el argumento de la eficiencia empresarial se diluye cuando observamos que el 39.9% del AMG presenta insuficiencias en cobertura, rutas o frecuencias. Los paraderos mejor calificados apenas alcanzan 3.1 sobre 5, y la percepción general sobre el transporte público es que es incómodo, impredecible en tiempo, inseguro y sucio. La idea de que debe “autosostenerse”, es una ficción que condena a millones de personas —principalmente mujeres y habitantes de la periferia— a un servicio ineficiente.
En el reciente Plan de Ordenamiento Territorial Metropolitano (POTMet), el gobierno reconoce que, de no cambiar la tendencia actual, para 2040 tendremos 148 kilómetros de vialidades ¡completamente colapsadas! La advertencia está hecha. Persistir en la lógica del transporte como negocio no solo es inviable; es suicida para la calidad del aire, la equidad urbana y la productividad de la ciudad.
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