Jaime García Medina*
El partido Movimiento Ciudadano (MC) en Jalisco es demasiado pragmático. Dicho de otro modo, carece de ideología y directrices a seguir. Diríase que la única línea es la de no dar jamás, paso sin huarache. Por eso prometieron Refundación y jamás dieron un paso para generarla; ofertaron honestidad y lo primero que hicieron fue darle una gran mordida al presupuesto sexenal con el programa de arrendamiento de maquinaria para municipios; anticiparon participación ciudadana para modernizar la vida pública y el gobernador no escucha ni a su camarilla de 4, menos a la sociedad; pero quiero referirme a la decisión de MC que lo alejó de las coaliciones en el país, explicada a su manera por Clemente Castañeda el 10 de diciembre del 2020 en un artículo periodístico pero que intentó reproducir en Jalisco después.
Esa incongruencia es lo que ha caracterizado a Movimiento Ciudadano en esta fase de alianzas entre Dante Delgado y Enrique Alfaro, alianza que un día acabará, no porque lo estemos deseando sino porque así ocurre y lo poco que queda de esta, habrá terminado.
Es precisamente esa incongruencia la que hace que MC en Jalisco haya realizado lo inimaginable. En Youtube aún aparecen videos donde Enrique Alfaro declara a Tlajomulco libre del líder del grupo UdeG Raúl Padilla así como del que citó era su modus operandi, mismo al que criticó acremente. Este modo de operación es el que imitó Alfaro en su gobierno, y aparte de reanudar relaciones con el ex rector de la UdeG Raúl Padilla, y de nombrar coordinador de la bancada de Movimiento Ciudadano al primo hermano y protector de Nauhcatzin Tonatiuh Bravo Aguilar, a Tonatiuh Bravo Padilla, generó que haya multiplicación de pequeños neocacicazgos.
Esta técnica de aparcelar el poder, no es deliberada sino circunstancial. Pronto, los colaboradores de Enrique Alfaro vieron que el ahora gobernador de Jalisco tenía las manos políticas muy grandotas y decidieron estar al mismo nivel, al tú a tú y arrebataron a su impulsor mucho de sus funciones.
En otras palabras, Pablo Lemus supo muy temprano que Enrique Alfaro no le dejaría nombrar sucesor, supo que él podía hacerlo e impuso como candidato a presidente municipal de Zapopan a Juan José Frangie, empresario de monta menor y muy cuestionado tanto en la cúpula de la Iniciativa Privada como en el sector público. Aparte, Lemus siente que por obra y deseo de Alfaro será el coordinador de los diputados de MC en la próxima legislatura, en otra grave imposición que además es fiel reflejo de que el Ejecutivo también maneja el Legislativo, lo cual está prohibido en nuestra Constitución.
Arturo Dávalos, presidente de Puerto Vallarta, logró ser candidato a diputado de Representación Proporcional y de Mayoría Relativa, además de imponer a su eventual sucesora Guadalupe Guerrero.
En Tlaquepaque, María Elena Limón, la presidenta, logró la nominación de su colaboradora Citlalli Amaya como candidata a presidenta municipal de esa demarcación y además la postulación propia como candidata a diputada federal de Representación Proporcional.
Esos son tres émulos de Enrique Alfaro, émulo de Raúl Padilla, émulo de Álvaro y Carlos Ramírez Ladewig.
Solamente que ya estamos en el 2021, los tiempos son otros y la sociedad es otra.
