Horacio Villaseñor Manzanedo
En Guadalajara, los malos gobiernos son, lo normal, como también llueve lo que debe llover, lo que sucedió es que a partir de los 90’s, la ineptitud de administraciones municipales se volvió característica de cada período de gobierno. La culpa de que Guadalajara, que significa “rio que corre entre piedras”, se haya convertido en el siglo 21 en una metrópoli con “ríos que corren entre calles”, donde se abren socavones, aparecen inundaciones, caen árboles, se dañan patrimonios y mueren personas, incluso niñas y niños, es de los presidentes municipales y sus regidores, conocidos hoy pomposamente como los alcaldes. De ellos, y de nadie más, es la responsabilidad legal por daños, pérdidas y la intranquilidad en que se vive. Me explico; cierto es, que se requieren estudios, acciones urbanísticas y obra de infraestructura, pero cuestan y sin administradores públicos efectivos, dinero nunca habrá; cierto es, que con el crecimiento urbanístico desordenado, por abandono de la “autoridad”, aumentó el coeficiente de escorrentía, ahora se requiere retirar urbanización, pero, primero hay que optimizar la función pública municipal y fortalecerla porque, hoy, es una institución inservible, y; cierto es, que la zona metropolitana tiene un sistema de alcantarillado, construido muy bien en los 70’s, diseñado, para los siguientes 20 años, pero no fue actualizado en su momento. El actual sistema de colectores, consolidado en los 70’s, debió ponerse al día a partir de los 90’s, pero por ignorancia, ambición e hipocresía, los “aprendices de políticos” que llegaron con la alternancia no hicieron lo que correspondía y ganando democracia, la administración pública se pudrió y perdió. La fracción l, del 115 de la constitución nacional, sentencia “[…] Cada municipio será gobernado por un ayuntamiento…”, lo que significa que el responsable de todo lo que sucede en el municipio, es el alcalde y sus regidores. Existen facultades exclusivas y otras concurrentes, pero la de gestionar el orden, aun siendo propiedades federales o estatales, en el municipio es el ayuntamiento.
Es él, el que debió evitar las invasiones en las áreas de protección en todos los cauces que, ahora, para tratar de arreglar la plana, ordenarán se liberen. Por cierto, si no hay castigo para los funcionarios omisos, las fallas seguirán repitiéndose y no habrá sanciones, porque el “gobierno”, indebidamente, se convirtió en un corporativo de afectos. En la fracción ll, del mismo artículo 115, se ordena que “[…] los municipios, manejarán su patrimonio…”, lo que significa que se administrarán de tal forma que no dependerán de los otros órdenes de gobierno para dar servicios en inmejorables condiciones, supone alcaldes virtuosos, independientes del gobernador, no de la clase de los de ahora, “peleles limitaditos”, y, en la fracción III, del mismo 115 constitucional, se observa “[…] Los municipios tendrán a su cargo, el drenaje…”, lo que significa que son los competentes originales y responsables que, con SIAPA o sin él, deben atender. La austeridad y la efectividad debe llegar a los ayuntamientos, bajar el gasto corriente, aumentar la recaudación y la inversión pública. No falta dinero, faltan alcaldes y regidores que le entiendan al derecho y la administración pública, capaces, primero, de gobernarse a sí mismos, para que puedan controlarse y gobernar al ayuntamiento y, después, al municipio. Entonces, en la Zona Metropolitana de Guadalajara, llueve lo que llueve y falta lo que falta. Ni hablar.
(Foto- Notisistema)
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