Por Manuel Gutiérrez
El próximo sexenio, será el punto de quiebre de Pemex, o renuncia al dogma que ha sustentado y que el presidente López hizo suyo, ante la reforma energética de Peña Nieto, realizada en 2013 que para López y Manuel Barlett era catastrófica, al abrir el campo de inversión a empresas privadas nacionales y extranjeras, pero sin perder el dominio de la nación.
Esa reforma cuestionó el dogma principal que rabiosamente defiende López, sin aceptar realidades, cifras adversas, deudas, ni otros cuestionamientos técnicos. El presidente lo dijo desde 2018, en su libro: La salida: Decadencia y renacimiento de México, en que López volvía al viejo tema que Pemex es el único que debe refinar y distribuir combustible en México, sin dejar que inversionistas privados intervengan porque se apropian de los recursos naturales del país.
Para eso López trazó un plan simplista, como todo lo pretende solucionar: Se trataba de darle grandes inversiones oficiales del gobierno a Pemex, para con el presupuesto nacional salvarlo, y de paso aplicar la fórmula mágica que nunca existió en su régimen autoritario y corrupto: No robar, lo que Rocio Nahle, bajo la cascada de acusaciones, ha demostrado que no era capaz ni de intentarlo. Ahora es una millonaria que seguirá saciándose del presupuesto de Veracruz, si logra engatusar a los veracruzanos, hartos del desgobierno de Cuitláhuac García, la par que Pemex tuvo suerte.
En 1973 aparecieron los pozos Cantarell y Ku- MaloobZaap, con reservas de 23 millones de barriles, a la par que tenían campos de ese calibre, un total de 14 para explotación de petróleo con reservas que millonarias, de 14.5 millones, uno de esos célebres pozos, era el Ixtoc.
Pero la bonanza de ese momento, no es reflejo del estado de Pemex actual. No tiene actualmente facilidades de acceso al petróleo, ni campos tan ricos como para aguantar otra doble década de derroches.
Vinieron en la era de López dos movimientos, el primero fue la creación de Dos Bocas, ya inaugurada por tres ocasiones, y que probablemente opere hasta el 2028 y habrá que seguirle inyectando dinero. Rocio Nahle en tanto se retiró a ser virreina de Veracruz, pese al fracaso en que ilusionó a López con la fábula de una refinería barata, hecha en 3 años y que solo costaría 8 mil millones de dólares, que actualmente ya rebaso de los 22 mil millones y sigue en proceso de construcción.
López defendía con simplicidad la idea que aprendió en Tabasco, en que tomó un curso intensivo de saboteador de Pemex, paralizando los pozos por quejas electorales. Para él todo consiste en hacer un hoyo, escarbar, escarbar y el petróleo sale…quizá imagine que convertido en gasolina de 90 octanos directa para su consumo, en su mente mágica, pero irreal.
Bajo ese daniño dogma, Pemex ha sido una carga para todos los mexicanos durante generaciones, y un monopolio nocivo, incluso perversamente anti-ecológico, con frecuentes derrames que han causado colosales daños, como el del Ixtoc, que daño severamente el Golfo de México, y daños en la selva del sureste, mucho antes del Tren Maya Militar, defoliando y contaminando cauces de agua, flora y fauna envenenada.
En el sexenio de López, el gobierno ha dirigido la cifra de 992.9 miles de millones de pesos, así como 457 mil millones por reducciones y beneficios de condonación de impuestos, como acaba de hacerlo en diciembre del 2023, con 86.6 mil millones de pesos a esto lo denominó un “crédito fiscal” que según dijo no abundarían en su administración para las empresas privadas, o para el propio sector público, pero eso resultó falso.
Las metas de lograr producción de más de 2 millones de barriles, quedaron sin alcance, nunca ha sido posible lograrlas. Hemos analizado en trabajos anteriores, como Pemex pretende reducirse a 800 mil barriles diarios, cifra con que se siente cómodo, con un 40% como máximo de operación de la capacidad de las refinerías.
Si en algunos años del desarrollo estabilizador o en la bonanza de los setentas, Pemex aportaba ingresos al presupuesto nacional, pese a al apoyo presidencial, a la propaganda, y la generosa inversión sin límites en la paraestatal, no se logrado nada mejor que reducir el aporte de riqueza.
En el 2012, Carlos Elizondo Meyer, dice en Nexos de Abril del 2024, que se obtenía del petróleo, el 5.6 del ingreso del PIB, pero en la era de López, logró solamente 2.2 puntos del PIB, y en el presente año, el experto estima que no logrará aportar más del 0.9, es decir la cifra más baja de la historia.
Los defensores de la 4T han tomado como artículo de fe lo relacionado con el petróleo. Incluso algunos de ellos, señalan que es “rentable hasta antes de pagar impuestos”.
Pero si bien ha sido la registradora principal de ingresos fiscales, esto ha cambiado. Ahora solo da al fisco el 9.5 de sus ventas totales, pese a que en el 2018, era una aportación de 55%.
Sin considerar la dependencia energética que acarrera que en las refinerías mexicanas se queme el gas que extraen con el petróleo, además de generar combustóleo, gran contaminante prohibido ya en el mundo, todo el gas que consumimos viene de Estados Unidos, o de proveedores internacionales en menor escala.
En una comparativa, Pemex y los Estados Unidos comenzaron una reconfiguración del petróleo al mismo tiempo, partiendo del año 2000. De entrada, los pozos privados de los Estados Unidos produjeron 5.8 millones de barriles por día, pese al gran momento de Pemex, con 1.8 millones de barriles diarios, que no pudo sostener en forma permanente.
Actualmente, los estadounidenses, luego de vender a México Deer Park, en Texas, para destinar esos recursos a un cambio verde, por parte de la Shell, logrando una producción por día de 13.4 millones de barriles por día. La diferencia fue la seguridad de inversión, la tecnología necesaria, que no tiene Pemex, y una serie de criterios desafortunados.
El presidente destructor de la selva de Yucatán, Chiapas y Quintana Roo, tuvo una puntada muy verde. Decidió imponer un veto constitucional a la práctica del fraking, por “razones ecológicas” pero la decisión tiene dos filos. Por una parte impidió a Pemex poder extraer un 57 de los recursos probados en el país, y de paso en lugar de buscar mejorar esa tecnología, y de amortiguar los daños, optaron por cerrar el camino.
Pemex es víctima del amor desmedido del presidente que no cuantifica los errores de sus estrategias económicas basadas en sentimientos, dogmas ideológicos, suposiciones y incluso aberrantes muestras de ignorancia. Simplemente en esta era en que tanto espera el caudillo de Pemex, resulta que no tiene medios para hacer la extracción submarina de petróleo, dentro de la zona del mar patrimonial.
La presencia de empresas extranjeras es la única explicación por sus contratos del funcionamiento de algunas plataformas. Pero abrir nuevas aventuras de explotación submarina ha quedado cancelado en este sexenio.
Claudia Sheimbaum, como era de esperarse defiende los mismos conceptos dogmáticos. Los Estados Unidos extraen en el Golfo de México, 2.3 millones de barriles diarios, incluso se jactan de haber logrado un récord de productividad para ese tipo de actividad…pero México no produce nada de esa manera.
La cerrazón de López, por sus mitos llevados al delirio, impiden que terceros inviertan, arriesguen y extraigan petróleo del mar mexicano, lo que requiere equipos de perforación, extracción, más complicados. Simplemente con la mitomanía de este gobierno, nadie gana nada.
No se conceden concesiones para que otros arriesguen, y en su caso generen ganancias para México, luego que estas empresas cubran sus enormes inversiones y gastos. Pero así, con la puerta cerrada, nadie gana nada.
El otro problema es que la visión de López del petróleo no admite el cambio a lo verde, lo que vende en su campaña la candidata Xóchitl, más congruente en el manejo del petróleo, que no dejaría de ser mexicano, pero si sería reconfigurado y productivo. Lo cierto es que la ventana de oportunidad del petróleo se está cerrando y para el 2050 será complicado imaginar en que se empleará y cómo. Es decir estaremos sobre un manto de riqueza desperdiciado, por las trabas dogmáticas, que tanto daño hacen, privilegiando el estatismo, y considerando que sólo el estado debe ser generador de riqueza.
Esos mitos habían quedado superados por los muy nacionalistas gobernantes que no dudaron en buscar el crecimiento de Pemex y el aprovechamientos de los recursos. Esa apertura, según López hasta le causo un infarto, del dolor de ver como se manejaba el recurso natural oleico en forma moderna y abierta por los mexicanos.
Pero regresamos a los tiempos pasados, a las creencias en mitos estatizantes. Hoy Pemex sufre el daño de darle el monopolio que no ha podido ser total, por la vigencia de contratos de distribución, refinamiento y explotación vigentes, pero que al tenerlo, seguirá dependiendo de la importación extranjera.
Dentro de poco, la era del combustible fósil, será un recuerdo. Pero el caudillo, ni aceptó en sus creencias, ni el viento, ni el agua, ni otras formas sustentables de generar energía, incluso lo solar. El afán proteccionista de lo nacional, lo harán más vulnerable a futuro, porque negociara obligado a dar facilidades para obtener inversiones, y finalmente habremos regresado al mismo punto del 2013. El problema no es dar concesiones, sino ser un estado inteligente, vigilante y fiscalmente activo para recaudar los recursos petroleros que exploten los particulares.
Brasil, antes de Lula había rescatado Petrobras. Estados Unidos, sin estatizar, logró records de producción y explotan el petróleo en su momento en que todavía es rentable, pero siguen con la mira puesta el plan Biden, de ser generadores de energías sustentables, limpias, lo más cercano a 2035. No queda pues mucho tiempo, pero en el Litio, se volvió a cometer el mismo error.
Definitivamente los mexicanos no tenemos tecnología suficiente, recursos en nuestro gobierno y empresas oficiales, para explotar las riquezas del subsuelo, pero eso es lo que contra todo, no quiere admitir el caudillo López. Si Claudia Sheinbaum, sigue en el mismo camino, Pemex se encontrará en el abismo, empujado por el dogma de su defensa a ultranza, que le impedirá amortiguar su enorme deuda externa, sus enormes compromisos por pagar, y finalmente que el petróleo que se dice es de todos los mexicanos, le den recursos al fisco para atender las demandas de salud, educación y seguridad en que es totalmente insatisfactoria al 4T.
Aunque su candidata obstinadamente insista en repetir que la era de López, ha sido de bonanza sin fin, o la opositora, Xóchitl, más centrada en la realidad, ójala sea electa por el pueblo.
Como sea la situación obligará a la futura presidenta a tomar el toro por los cuernos y a pasar por encima del costoso dogma iniciado con la expropiación petrólera, de los ingleses a los norteamericanos, en tiempos del Tata, porque Pemex consume recursos del pueblo mexicano para vivir, es un lujo que no debemos seguir pagando.
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