Por Manuel Gutiérrez
Mientras Trump dice haber terminado 7 guerras en el mundo, imponiendo la paz, entre ellas el genocidio judío en Gaza, que continua, Putin se mantiene inflexible, y en forma increíble porque sus fuerzas distan de estar intactas, su industria energética y su economía están muy lejos de ser prósperas, y adicionalmente se le suman resistencias internas en Rusia, pero no ha logrado la victoria en Ucrania, sino al contrario, todo se mantiene en expectativas, mientras recibe severos golpes en sus refinerías y ataques hasta en Moscú.
Trump en la ONU fue un monumento al discurso de la violencia, de la fuerza y ahora cambia sus papeles, y ofrece sanciones y amenaza a Rusia, advirtiendo que Ucrania…puede ganar la guerra, que Rusia con su economía y sus fuerzas están tocadas.
Pero su insólito discurso en el seno de la ONU fue de atizar los vientos de la guerra, de colocar la fuerza como único medio, en un giro de 180 grados luego que buscó convencer a Putin, de aliarse con él. Era necesario, ese cambio de postura, pero fue lamentable, por el modo sobre todo, porque no tiene idea de lo está alentando, ni un por qué amerita hacerlo. Pero en modo pro-Putin, pudo acabar con Ucrania.
Por su parte las acciones violatorias del derecho, por parte de la aviación rusa, que sobrevoló intencionalmente una Fragata Alemana, en el Báltico, que ha seguido provocando en países bálticos y ha habido intercepciones, y de paso ha colocado a Polonia en un ultimátum, no se tolerará ninguna provocación rusa.
Polonia está resuelta y es de pocas palabras, no se juega con su país.
Por su parte Trump, ahora recomendó que se derribe todo tipo de aparato ruso que transgreda el espacio aéreo de países de la OTAN, y como comprendió tarde el problema ahora azuza de manera irresponsable lo debió sostener con firmeza, claridad y mesura: Una respuesta adecuada al conflicto de Ucrania, pero para Trump parece una jugarreta de guerra y ver cómo sacarle provecho.
A lo largo de la historia, los Estados Unidos han padecido de todo en su presidencia, incluso los hubo muy belicosos, pero sonaban diferentes no tan idiotas.
Trump plantea la contienda como pleito de cantina, como bravata, y se pone a dar recomendaciones absurdas, a los que viven en día con día bajo el espectro de la guerra.
Ronald Reagan, era militarista, pero su tono era responsable, su visión ontológica, y consideraba que la fuerza debía estar respaldada en razones justas. Margaret Tatcher fue igual, y era heredera de la fuerza de Churchill, así muchos líderes mundiales, cuyo sentido de responsabilidad los comprometía con la verdad y la justicia de una causa.
No buscaban provocar, no buscaban intervenir por demostrar fuerza, o ufanarse, simplemente se aliaban con algún país agredido en condiciones de sucumbir bajo las maniobras normalmente rusas o chinas, pero era una postura gradual,firme, estable, predecible, y no dejaba de valorar lo que arriesgaba, sin cerrar la puerta a la paz y al estado de derecho, como mejor forma de resolver diferencias.
Su discurso del Imperio del Mal, de Reagan dirigido a la URSS de entonces fue un gran muestra; el discurso de ONU del presidente Trump de los Estados Unidos, es causa de una indigestión desagradable.
Fanfarronería, simpleza, argumentación deleznable, más de un provocador desairado que de un estadista. Como si la guerra fuera una fiesta de la cual quedó fuera por sus errores.
Este día también Zelensky uso la palabra. Su reflexión fue interesante, dado que argumentó en pocas líneas: Solo las armas pueden hacer prevalecer a una nación, no el derecho en este siglo XXI.
Y tiene razón porque si el derecho hubiera sido efectivo, la guerra no estuviera ocurriendo como la está viviendo desde hace 3 años.
La comunidad internacional si se plegara al derecho, y buscara en la ley, el respeto a su territorio, el cese de las agresiones, el restablecimiento de garantías de vida, no tendríamos el genocidio de Gaza, pese a que Palestina ha sido reconocida por 151 naciones, más de dos terceras partes de los países del planeta, pero aunque Claudia Sheinbaum, siendo judía mexicana calificó la invasión de Nethayaju, como un GENOCIDIO y sumó a México a reconocer por primera vez a Palestina como país.
Pero si bien esos reconocimientos validan la existencia jurídica de un país invadido, si no se apuran, pronto de nada va a servir, reconocerán un cementerio.
Es decir, sin la fuerza que contenga a los judíos, resultarán relativamente útiles ese tipo de pronunciamientos. Habrá que preguntarle a Greta Thumberg que ha aprendido en la tercera represalia de Israel a la flota de ayuda a Palestina, ella tan woke, tan moderna, tan verde.
Ucrania comprendió eso con gran costo de bienes y vidassobre todo.
Y Rusia en tanto juega a provocar a los países europeos, juega a modificar en Moldavia su cauce democrático, interviniendo en una guerra híbrida para que políticos afines a su intervencionismo tengan el poder y se sumen a los alineados como Fico, Orban, Lukashenko, en claro sometimiento a los intereses de Rusia, que alienta la idea de un nuevo orden mundial.
Rusia, con Putin, quiere llegar al punto sin retorno, en que las armas hablen. No son los aviones de a OTAN los que están incursionando en territorio ruso, están reaccionando a vuelos prohibidos de aparatos tripulados y no tripulados y así como aproximaciones que pueden generar una fricción, y con ello la chispa que encienda el conflicto.
Tristemente el destino de la humanidad queda en manos de dos sujetos cuya salud mental, me producen severas reservas. Trump y Putin.
Un mundo en manos de enfermos. De aprendices de estadista, de malos soldados que creen que están en un bar western. En tanto Ucrania se mantiene en combate, en Rusia las resistencias de su gente siguen endureciéndose: Las mujeres que se han ignorado, reprimido, por exigir el retorno de seres queridos del frente, en que llevan ya 3 extenuantes años, se viene a sumar a los factores de descontento que existen en Rusia, y su solución es reprimirlas como enemigas de la Patria, mientras sus hijos mueren en el frente.
Adicionalmente, Putin dio un salto colosal, mediante propaganda patriótica, canciones nacionales, pero con un ambicioso plan de reclutamiento, se hizo de 300 mil jóvenes que pronto enviará a conocer cara a cara: El dolor y la muerte.
Pero muchos de ellos, sus familias, no creen en que la Patria requiera ser salvada, y cada sujeto llamado produce un vacío que no se llena en el hogar, en el trabajo y en las aulas. Y las dudas y el cuestionamiento surgen.
Putin hipoteca su futuro, en aras de la conquista, y cree que será fácil devorar a Europa, pero el problema es que se le atragantó un gran hueso en la garganta, llamado Ucrania, que sigue sin ceder, porque era una guerra popular prevista, aceptada, vista como un mal inevitable y con un propósito de lograr una forma de vida mejor, libre y con autodeterminación, la brutalidad del discurso militar de Rusia ha hecho el resto, causando rencores, víctimas y despertando en muchos ucranianos el llamado de la guerra, para que Ucrania pueda vivir mañana, sin una sombra de amenaza. Saben que la libertad nace de las armas, en este siglo todavía.
Y si, para ello debe existir el derecho, pero este por sí mismo en este siglo XXI no representa nada ante los dictadores, si no se obtiene el respeto, la victoria por la fuerza de las armas. Zelensky de nuevo acertó, lidera una causa justa, de sobrevivencia y en que como en momentos del pasado milenario, todo está en juego.
Pero el ucraniano no puede dudar, la decisión única es afrontar el problema, hasta resolverlo, hacer algo real, porque no se demandan likes, o aplausos o solamente oraciones, se demandan hechos y en Ucrania lo saben todos.
Se demanda que se tome el fusil, y se marche impasible a hacer su propio destino, y la población es solidaria en esa tarea en que está todo el pueblo, pese al dantesco castigo de drones y misiles, a los crímenes de guerra y que dijeron Shakespeare, así como Fedor Dovstoyesky en sus obras: Serán malditos los que huyan de esta hora de la Patria, en que se demanda su todo su esfuerzo, sentirán que no supieron vivir con dignidad, vivirán, pero estarán muertos espiritualmente y lamentarán haberse ausentado de la hora decisiva, serán indignos, frente a los que saldrán a gritar: Gloria a Ucrania.
También lo dijo Miguel de Cervantes, luego de perder el brazo y su libertad, luego de Lepanto, nunca lloró por asistir a ese llamado, era su mayor orgullo haber vivido esa hora naval suprema en el Mar Egeo para salvar una Civilización.
El mundo woke cree que el pacifismo feliz, con las concesiones sin fin, serán la base de la futura convivencia. Cree que las ovejas deben ensalzar al Lobo que las devora, y que es de mal gusto defenderse y una causa justa de prevalecer. Mejor morir como ovejas, en muchedumbre, en un mar de sangre.
Pero la realidad de la vida supera las posturas falsas, el miedo a cazar el Lobo, la necesidad de prevalecer, y eso demanda una visión diferente de los casos como si estuviéramos en el albor de las eras y una ética de guerrero, que sigue siempre esperando en la encrucijada defender la Civilización, ser o no ser, la decisión que tomó Ucrania…
La tenemos todos en diferentes formas de la vida, ante el deber, ante el bien común rechazando inclinarse por lo represente el mal, por su poder, por su riqueza, pese a su abyección, pero ya nadie nos prepara para ello. Esa puede ser mejor enseñanza de Ucrania para el mundo.
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