Por Amaury Sánchez
Resulta que Alfonso Ramírez Cuéllar quiere eliminar el fuero político para que los legisladores y gobernadores dejen de escudarse detrás de la inmunidad cuando las papas queman. Sí, el mismo Ramírez Cuéllar que hace unos años llegó a San Lázaro a caballo con “El Barzón”, como si estuviera encabezando una revolución en pleno siglo XXI. Ahí lo tienen, del coraje pasó a la diplomacia, aunque hay quienes dicen que eso se llama evolución política.
Pero vamos a lo importante: el hombre tiene credenciales para hablar de justicia y transparencia. Fundador de “El Barzón”, Ramírez Cuéllar hizo su carrera política enfrentándose al sistema financiero y defendiendo a los deudores bancarios como un moderno Robin Hood, pero sin las mallas verdes (gracias a Dios). Luego, como diputado y presidente de la Comisión de Presupuesto, se puso a vigilar las cuentas del gobierno como una suegra revisando el contrato de la boda de su hija: con lupa y desconfianza.
Ahora, con la propuesta de eliminar el fuero, Ramírez Cuéllar está diciendo: “Ya estuvo suave de que los políticos se salgan con la suya”. Y hay que admitir que el argumento tiene sentido. Si los ciudadanos de a pie pueden ser llevados ante la justicia por un simple exceso de velocidad, ¿por qué los legisladores deberían tener pase libre para el desvío de fondos o el tráfico de influencias? Si el fuero es para proteger el ejercicio de la función pública y no para encubrir fechorías, entonces la reforma parece lógica y hasta necesaria.
Eso sí, la cosa se complica cuando recordamos algunos capítulos de su biografía. No se puede olvidar aquella escena en 2002 cuando irrumpió en el Congreso montado a caballo para protestar contra las políticas agropecuarias. ¿Entonces ahora sí le gusta el orden y la ley? Pareciera que Ramírez Cuéllar se ha puesto el traje de estadista después de años de jugar al activista. Pero, hey, ¿acaso no es ese el camino natural de muchos líderes? Pasar de la barricada a la tribuna no es traición; es estrategia.
Porque ser congruente en política es como intentar comer tacos de suadero sin que se te caiga la salsa: casi imposible. Y, sin embargo, aquí está Ramírez Cuéllar, poniéndose en la mira al proponer que los políticos también rindan cuentas como cualquier ciudadano. Si alguien que ha estado en ambos lados del sistema —protestando en las calles y legislando en el Congreso— dice que ya es hora de eliminar el fuero, tal vez deberíamos prestar atención. Después de todo, si alguien sabe cómo se tuercen las reglas desde adentro, es él.
La propuesta está sobre la mesa. Ahora falta ver si los demás legisladores están dispuestos a votar en contra de su propio blindaje o si, como siempre, se aplicará la máxima de “yo primero, los demás después”. Porque ser congruente en política es un lujo que pocos se pueden permitir… y al menos Ramírez Cuéllar está dispuesto a intentarlo. A ver si no termina pidiendo prestado un caballo para la próxima sesión.
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