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Sexenios que duran 15 años: Mario Marín, Alfaro y Lemus- Los Estamos Viendo


Jaime García Medina*
Anoche fue detenido para ser procesado y enjuiciado Mario Marín Torres, ex gobernador de Puebla. Entro otras atrocidades que cometió, amparado en un poder y fuero metaconstitucional transexenal que ya no existe, está la tortura que cometió contra Lydia Cacho, para ayudar, y halagar a su entonces poderoso amigo empresario Kamel Nacif.

Si hacemos cuentas, su sexenio no duró seis años. Seis años fue el lapso en el cual dispuso de todo el Poder Ejecutivo de Puebla, y se dio mil y un caprichos. Pero habiendo gobernado del primero de febrero de 2005, al 31 de enero del 2011, fue perseguido y detenido en el 2021, quince años después. Eso duró su sexenio: 6 años de medio poder, y 15 años de sufrir el post gobierno.

Hoy Mario Marín, a quien su amigo Kamel Nacif le llamaba “góber precioso”, se sabe que siempre vivió casi a salto de mata, perseguido por la justicia, tras la violación que ordenó ejecutar a los elementos de la Procuraduría de Puebla sobre la periodista Lydia Cacho quien ya vivía en Cancún, Quintana Roo.

El problema es simple. Lydia Cacho lo acusaba de ser cómplice en los gustitos ilegales que se daba el empresario extranjero en México.

Igual le pasó a Tomás Yarrimgton, ex gobernador de Tamaulipas quien acumuló poder, riquezas, con tal de ser candidato del PRI a presidente de la República y perdió hasta la libertad. Su sexenio solo era del 5 de febrero de 1999 al 31 de diciembre del 2004. Riñó con su antecesor Manuel Cavazos Lerma para quedarse con el mando en el estado, según él, y hasta colocó como su sucesor a Eugenio Hernández Torres también perseguido y procesado. Ambos por narcotráfico.

A salto de mata vive, entre otros, Roberto Sandoval, exgobernador de Nayarit, quien agotó los días de poder y vive perseguido, escondido, prófugo, de una justicia que no los deja en paz.

Como ellos hay más.

Por eso los gobernadores en turno deben saber que los tiempos han cambiado, que no es bueno que se empeñen en dejar sucesores, porque no serán factótums. Hasta los hermanos Moreira, Humberto y Rubén, ex gobernadores de Coahuila, en periodos sucesivos, pelearon entre sí.

También es bueno que sepan, que tengan presente siempre, que el tiempo de sus poderes metaconstitucionales se va a agotar, que su fuero no es perpetuo, que solo sura seis años, y que de nada les vale a ellos o a sus sucesores, ganar por la fuerza una partida. Se los va a llevar entre las patas el caballo de la justicia.

Eso debieran pensar alcaldes que creen que van a ser caciques o que se creen más listos que todos sus antecesores o presidentes municipales contemporáneos.

Sí, me refiero a Enrique Alfaro Ramírez, y a Pablo Lemus, gobernador de Jalisco y presidente de Zapopan, respectivamente, que creen que pueden dañar a este y a aquel, que pueden menospreciar a este o al otro, impunemente. No.

El sexenio, no dura seis años. El trienio, no dura tres años. Ya lo corroborarán.

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