Por Mariana Navarro
En la película Arrival (2016), una lingüista es reclutada para comunicarse con seres extraterrestres. No son enemigos. No son violentos. Pero su lenguaje —circular, simbólico y no lineal— desafía por completo la lógica humana. El conflicto no nace de la intención… sino de la incomprensión mutua.
Esa misma desconexión ocurre, hoy, entre humanos y máquinas.
Y también entre humanos que, influenciados por algoritmos, bases de datos y plataformas digitales, han dejado de procesar el contexto detrás de las palabras.
La inteligencia artificial ha aprendido a imitar el lenguaje.
Pero aún no sabe interpretarlo con humanidad.
Y ahí radica el riesgo más invisible de esta era tecnológica.
EL DERRAPE ENTRE CÓDIGO Y CONTEXTO DIGITAL
En México —y en buena parte de América Latina— el lenguaje cotidiano privilegia la emoción, la metáfora, el doble sentido.
La lógica digital, por el contrario, exige estructura, literalidad y compatibilidad entre variables.
Esto genera fricciones reales:
En las plataformas educativas automatizadas, donde el matiz emocional de una respuesta puede ser calificado como “incorrecto”.
En los sistemas judiciales que implementan inteligencia artificial sin considerar los contextos socioculturales del lenguaje.
En las redes sociales, donde algoritmos simplifican mensajes complejos, provocando malentendidos masivos y polarización.
El lenguaje humano no es solo datos:
es historia, tono, intención y territorio.
Y cuando la tecnología se olvida de eso, fallan los puentes.
MÉXICO DIGITAL: INFORMAR NO BASTA
En el México contemporáneo, la posverdad, la automatización de la información y la pérdida de contexto han provocado una nueva forma de exclusión:
aquella donde se comunica mucho, pero se comprende poco.
No basta con incluir a más personas en la digitalización.
Es necesario formar intérpretes sociales del entorno digital:
personas capaces de traducir el lenguaje humano a los códigos de la tecnología…
y viceversa.
Porque el mayor analfabetismo no será ya el de no saber leer o escribir,
sino el de no saber interpretar un mensaje entre humanos y máquinas.
HACIA UNA TECNOLOGÍA CON DOBLE ESCUCHA
Frente a este panorama, urge una nueva figura clave:
el intérprete social digital.
Esa persona —periodista, analista, docente, desarrollador, mediador—
que no solo domina la técnica,
sino que reconoce el valor de la escucha cultural.
Que comprende que un chatbot no sustituye a un terapeuta,
que una plataforma no reemplaza al aula,
y que una base de datos sin contexto puede ser más peligrosa que el silencio.
Las universidades, los medios, las políticas públicas y las empresas tecnológicas tienen hoy la responsabilidad de formar mediadores éticos, que entiendan el lenguaje, su ambigüedad, y su poder.
CONCLUSIÓN: TECNOLOGÍA CON HUMANIDAD O SIN FUTURO
No hay que elegir entre lógica y lenguaje.
Ni entre humano y máquina.
Pero sí hay que aprender a interpretar el punto medio.
Ahí donde lo que se dice no es solo información, sino construcción de sentido.
Porque la comprensión no es solo un acto racional:
es también un acto de justicia intergeneracional.
——
Mariana Navarro es
Periodista cultural y escritora.
Especializada en análisis del pensamiento, ética aplicada, tecnologías disruptivas y medios de comunicación con enfoque humano.
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