Por Manuel Gutiérrez
Severas reacciones provocó el anuncio; Rusia palideció ante la intervención de la tímida y neutral Suecia en el pasado, hoy activa y determinante en su posicionamiento en las zonas nórdicas de Europa. Marcan con su intervención un planteamiento de ajedrez tan complicado que tiene de cabeza a los cerebros de la guerra de Putin.
El Gripen J39 es un avión de ala delta, que cuesta la mitad de un Rafale, o de un F-18 Super Hornet, o menos que un Eurofighter o Typhoon inglés; es un avión que penetró sigilosamente en Sudamérica para ser ensamblado en Brasil, al que reforzará con varios escuadrones para vigilancia fronteriza e intercepción. Esperan llegar a tener más de 40 y también en operaciones navales.
Si bien la inflación ha elevado el costo del presupuesto inicial de Brasil para tener estos aviones, a 140 mil millones de dólares, la compensación de adquirir tecnología de 4.5 generación adaptada al desarrollo industrial propio, empleando a brasileños en todo, es una singular oferta que adelantará en muchos campos a Brasil y generará empleos, con muchas opciones que hacen que los cariocas estén enamorados de los aviones suecos, como si fuera una rubia espléndida en microbikini en Ipanema.
Pero la oferta ha entrado al mundo mercantil. Colombia necesita, pese a su gobierno populista-socialista de Petro, actualizar sus defensas ante el activismo de sus vecinos chilenos o argentinos que optaron por F-16 de paquete reciente, en un giro importante. Colombia estudia ofertas, desde aviones rusos, poco probables; menos los chinos, aunque más baratos, son muy complicados en lo logístico, y terminan con unidades paradas en espera de repuestos.
Francia aprovechó para ofertar su Rafale, versiones avanzadas de un caza bombardero de generación 5, en modelos casi tan avanzados como los del país original. Pero Suecia oferta que las refacciones pueden estar más cerca en Brasil, y Colombia terminó eligiendo al avión sueco hecho en Brasil. Compraron 16 para empezar; los militares están felices.
EFECTO GRIPEN EN EL ESCENARIO DE UCRANIA
La oferta de ceder aviones como apoyo a Ucrania, adicionalmente a que compren algunas armas producidas en este país, y que también pasarán como donativo de apoyo para la resistencia de los defensores, sorprende en el cambio que toma Europa sin el trumpismo.
Suecia, que pese a su calidad antes era muy reservada en su oferta militar para no recibir críticas, con un mercado y un diseño muy solventes, logrando rentabilidad y recuperación de sus desarrollos con un reducido consumo nacional, programó 148 Gripen más para vender en algunos mercados de oportunidad. Incluso Argentina, antes de Milei, se interesó, pero la parte británica del diseño hizo que bloquearan la venta. Hoy Milei puede comprar todo lo que quiera y rearmar su fuerza aeronaval.
El problema de este avión, que se suma al F-16 y al Mirage francés en el caso de Ucrania, es que el Gripen está diseñado para operar en carreteras olvidadas, en espacios más cortos; en 20 minutos un equipo puede convertirlo en caza interceptor, pasarlo a bombardero, a caza drones o a destructor de buques y submarinos. Puede apoyar en forma cercana a los soldados en apuros, usando su cañón de 30 mm y un amplio surtido de cohetes y bombas de todo tamaño y finalidad.
Lo mismo puede lanzar bombas armadas avanzadas de toda Europa, como adaptarse a productos de Ucrania, incluso de la era soviética. Muy versátil.
El costo por hora de vuelo del Gripen es la mitad de un F-16 de los que regaló Europa procedentes de Estados Unidos como país de origen.
El verdadero meollo del asunto aéreo no es tener aviones avanzadísimos, sino personal preparado que los mantenga aptos y pilotos que conozcan a la perfección lo que pueden realizar.
La polivalencia de este aparato es un dolor de cabeza severo, porque si el F-16 modificó la guerra en Ucrania, en lo defensivo y en lo ofensivo, requiere de instalaciones más formales, lo mismo el Mirage que será cedido por Grecia a Ucrania, que renovará equipos, tal vez el Rafale o el encanto del avión sueco.
En la medida que es más simple, aunque vuela en comparación a un Su-35 o un F-15 estadounidense, quizá con menos velocidad, pero alcanza 2.3 Mach, con una maniobrabilidad envidiable y con capacidad de hacer una guerra electrónica lo suficiente para disparar misiles aire-aire, emparejándose con aviones de mejores rangos. Un Grifo no estará en desventaja ante nada.
La noticia de este aporte aéreo no se comprende a cabalidad, más que por los aficionados a informarse de las novedades aeronáuticas, la geopolítica y la economía.
La versatilidad del avión sueco, su capacidad de tener más salidas, las facilidades de que se identifiquen más rápido los ucranianos con este aparato —de hecho, ya los entrenaron— abre llaves operativas que amplían la adaptación, a menos dólares de costo la hora de operación, lo que en la guerra significa que dispondrán de mejor poder de fuego, de oportunidad y de una presencia dispersa, aparente en pequeñas unidades disimuladas en el campo, que despegarán incluso sobre pasto, lo que no pueden hacer con F-16 o un Mirage, que, aunque han funcionado, tienen más limitaciones.
La guerra es tan absurda como la tecnología militar, que Brasil produce un avión turbohélice llamado Super Tucano, para uno o dos tripulantes, y con unos costos de operación bajísimos. Se dice que de 100 dólares la hora de operación. Tiene demanda en todo el mundo y está presente como entrenador resistente de nuevos pilotos, pero también como un arma efectiva de contrainsurgencia. Campos de las FARC fueron arrasados por aviones de este tipo en Colombia, causando gran mortalidad guerrillera.
Mientras un F-35 de los Estados Unidos es muy útil, pero depende para qué, cuesta una fortuna mantenerlo, tenerlos en el aire y una capacitación cercana a la ciencia ficción.
Un Tucano es tan adaptable como un jeep 4×4 compacto, simple y resistente. Su capacidad de vuelo de casi 600 kilómetros por hora, su alcance y variables usos de armas lo hacen ser activo en guerras en todo el planeta y fácil de operar. México, sin embargo, optó por el Texan, por compromiso con los Estados Unidos, aunque compró Embraer para su aerolínea militar, jets 192 de un pasillo. Sería una opción no forzada de tener disposiciones de fuego cercano y preciso para las entidades que se disputan el narco-poder.
Ucrania estaba apoyándose para entrenar en aviones de Chequia como el Alca, incluso desarrollando una versión 257 adaptada a la guerra de Ucrania.
Un jet ligero, resistente, vendido en todo el mundo, adaptable a terrenos de campo y que se puede volar sin necesitar tanta experiencia como lo demanda un F-35 con su casco que controla decisiones desde el cerebro humano, con visores 3D y una gama tan avanzada de accesorios, que demandan que el comprador tenga capacidades tecnológicas y, sobre todo, que tenga personal preparado en alto nivel para operarlos, porque de otra manera, el F-35 se convierte, como el F-22 Raptor, en una trampa mortal. Debes estar muy capacitado para operarlo.
El ejemplo del Tucano de Brasil ilustra que el poder aéreo debe ser congruente con la capacidad de un país. Pero ellos tienen eso y pasaron al Grifo. México, en ese rubro, está estancado con unos F-5 obsoletos, que vuelan porque la Virgen de Guadalupe no cesa de hacer milagros y cuando los apuran, rentan misiles y bombas para proteger áreas estratégicas, luego los regresan y pagan para atender visitas de mandatarios que padecen riesgos de ataques avanzados. De plano, se le da la aeronáutica a la 4T ni en lo militar.
En el caso de Ucrania, cuando formaba parte de la URSS, era un país muy avanzado en energía nuclear, misiles intercontinentales, aviones de combate y tanques, lo que reflejó al confrontarse con la Rusia actual. Al recibir paquetes de ayuda europea, convertirlos en piezas útiles, combinadas, era una república muy moderna, culta y con gente preparada en todo.
El Gripen, por tanto, no será otra pieza más, sino un importante caballo de ajedrez con capacidades que complicarán la vida de Rusia en los escenarios de guerra.
Ucrania es capaz de sacar jugo hasta a aviones Tucano, si los tuviera, pero su nivel de desarrollo era alto y su capacidad tecnológica se reflejó en la guerra de drones, defensa de los mismos, y en tener capas militares muy bien preparadas que, con cortas estancias en Europa, en España, Francia o Inglaterra, se adaptaron a los equipos occidentales. Hoy son unos grandes expertos y lo mismo vuelan el F-16 paquete 72, que un F-15X o lo que llegue, incluso de Rusia, con modelos de Mig y Sukhoi.
Ahorro de dólares, maniobras imprevisibles, presencia donde antes no estaban, riesgos para Rusia en todo sentido: significa la llegada de este avión que solo no gana la guerra, pero bien empleado, como lo hacen con el F-16 y el Mirage, resulta en cambios bruscos de las operaciones de guerra en todos los sectores, haciendo posible lo que antes no era.
Eso, en una guerra, genera diferencias y ahorros en gastos, dado que el dinero se consume a alta velocidad en un conflicto. El primer año de guerra de Ucrania, cuando era contabilizado por los Estados Unidos, fue de 55 mil millones de dólares, pero las operaciones y el alcance de la guerra en todos sentidos se amplificaron. Ahora, un aporte de 160 mil millones de dólares, estimado actual derivado de Europa, sobre los fondos asegurados a bienes de Rusia, que suponen bastarán para sostener a Ucrania otro año, golpeando fuerte. Pero los fondos que regresarán a Rusia si es derrotada y acepta pagar los daños causados, lo veo dudoso: aunque la derroten, no pagará nada.
Los préstamos y arriendos de ley por los Estados Unidos, que los sostuvieron en un cauce increíble de armas en la Segunda Guerra Mundial para sostenerse frente a Alemania nazi, entrando en convoyes por Murmansk, fueron tanques, jeeps, armas, blindados, cañones, aviones, bombas, todo. Pero al finalizar, no pagaron nada, asumiendo la guerra fría e iniciando la confrontación con Europa oriental, en su bolsillo. Y Estados Unidos tuvo que reconstruir Europa con el Plan Marshall, que funcionó en todo sentido.
Actualmente, de las 32 refinerías rusas, solamente 10 han resultado sin golpes severos, pero la capacidad petrolera de Rusia descendió bruscamente en casi un 40 %, causando severa escasez y mercado negro. Muchas arden y están inoperables.
La llegada de otros jugadores, como el misil de crucero Tomahawk, puede generar más problemas serios a Rusia, pero con aviones adecuados, misiles y artillería avanzada, Ucrania suple la falta de los misiles supercarísimos, que finalmente a lo mejor los proporcionan, porque de otra manera pierden mercado ante otras opciones tecnológicas o soluciones militares que redundan en lo mismo, pero más barato, adaptando los aviones y lo que tienen a la mano. La gran enseñanza de Ucrania.
Por ello, el Grifo, en español, será un antes y un después. Y elevará el costo de la guerra para Rusia a niveles que nunca creyó que alcanzaría, con una economía de guerra comprometida totalmente y sin la versatilidad tecnológica adecuada para implementar cambios a la velocidad de Ucrania.
La triste dependencia de Occidente en materia de armas, suministros y equipos resulta ya innegable por parte de Rusia, que siempre ha dependido de la tecnología occidental, y lo sigue haciendo como lo ha hecho desde el siglo XVIII, en el XIX y en todo el siglo XX, y sigue igual en el XXI.
Cuando Nikita Salomón Kruschev regaló la independencia a Ucrania, tomó este criterio en cuenta y los dejó ser independientes. Luego, el Kremlin revocó el regalo. Pero como rival escogieron al estado más vanguardista de la URSS, notable en su capacidad industrial. Por eso la guerra se le ha indigestado tanto a Rusia, y con criterios propios. Ahora tienen el Grifo.
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