Por Manuel Gutiérrez
El 14 de noviembre de 2023, me pasé el día en el aeropuerto de Shipol en Amsterdam, dado que esperaba ingresar a Alemania por tierra, siguiendo sin querer la ruta histórica de la operación Market Garden de la Segunda Guerra Mundial, y que me llevaría a Berlín.
Causas de un incidente de equipaje me retuvieron en ese escenario. Por la tarde, escuche aplausos, discursos, música, gran ambiente. ¿Un concierto? No creo que sean tan populistas los holandeses o neerlandeses, como para tal fin.
La causa fue una manifestación contra Israel y a favor de la causa Palestina, que acaba de sufrir serios agravios y los sigue sufriendo, con más de 50 mil muertos civiles en la operación de Gaza, por el indiciado por la Corte Penal Internacional, el Primer Ministro Benjamín Nethanyaju, hoy favorecido por el déspota Trump en sus alientos imperiales.
Así pues fui a ver. La curiosidad mata al gato. Y era una ordenada, musical, marcha palestina, con gente de ese origen, pero preferentemente turcos, y migrantes de países islámicos, que daban vueltas en la zona de acceso al Shipol todo muy ordenado.
Todo con gran civilidad, y me acerqué con todo y mi maleta, fui asimilado por la manifiestación y alguien en el momento menos pensado me pasó una bandera palestina, causa que entre mis temas ha tenido atención, así que hice unos giros con todo y bandera y maleta.
Después pensé que esto podría haber sido sospechoso, pero observé que los Policías y el personal de seguridad del aeropuerto, era inteligente, proactivo y prudente y nadie me molestó.
Regresé la bandera y sin entender los cantos, aunque si la idea, hice lo que pude como periodista no enviado de la Voz y A Fondo, me retiré a seguir con mi incidente, que me permitió tratar con holandeses, turcos, y de todo lo cosmopolita que compone un aeropuerto importante. Mi problema era una maleta extraviada que se encontró finalmente entre muchisímas. Y así me tocó ver esa manifestación.
En mi malito inglés me hice entender con los turcos, principalmente que comentaron y lo comprendí perfectamente que para los turcos la manifestación era un éxito, la consideraban importante y que ya era hora de retirarse a casa a cenar sintiendo que habían cumplido su parte.
Terminé usando un taxista turco para ír al hotel. En el viaje y en español narró la visión que tienen los migrantes del Islam en Holanda. Van por trabajo y algo muy interesante, no se piensan regresar, es un tipo de migración que llega para quedarse, que trabaja intensamente y se asimila a la cultura local.
Pero no piensan en regresar a su tierra, salvo de visita, por eso son bandera de los partidos neonazis y extremos en su contra si compiten por los trabajos, son más baratos y no le hacen el feo a lo desagradable.
En eso nuestra migración difiere, aunque también ha evolucionado. Originalmente se viajaba a los Estados Unidos para tener recursos, regresar, comprar casas, tierras, pero siempre la idea era volver o regresar paulatinamente. En eso hemos cambiado y muchos se han perdido se creen totalmente estadounidenses y hasta votaron por Trump.
Los turcos son muchísimos, una fuerza de trabajo visible y perceptible entre los holandeses, alemanes, y sucede esto ya en muchos países de Europa.
El CHOQUE POR EL FUTBOL.
Cuando vino el partido en el Ajax y Macabi, de Israel, preventivamente sectores sociales se manifestaron contra celebrar ese partido ahí. De hecho el problema no fue el futbol, sino los hinchas de Israel, que en número de 5 mil hicieron el viaje, para entonces seguí el asunto por las agencias noticiosas, ya estaba en casa.
Resulta obvio que tienen mentalidad agresiva muchos de los colonizadores de Israel, y sus cantos y proclamas resultaron altamente ofensivos para los islámicos. Referencias a que no necesitan escuelas los palestinos porque prefiere Israel matara los niños, no cayeron en gracia. Los insultos raciales, aparecieron.
De ahí se pasó a la agresión contra un taxista turco y otros ciudadanos de esas etnias. El avispero se alborotó. La reacción se vino de inmediato y los hinchas se encontraron contra otra turba indignada y furiosa dispuesta a cobrarles lo de Palestina, en Amsterdam.
El acoso hizo que los aficionados judíos se encapsularan, como dicen en México a los jueces rebeldes, rodeados por granaderos antes de correrlos, porque no saldrán a ser votados. La Policía los protegió sin que hubiera incidentes mayores a lamentar.
Por fin la Policía puso orden y escoltó a los grupos a que se dispersaran y en su caso a que los judíos regresaran a su país, fue un episodio incómodo por eso algunos previamente protestaron por el partido con un equipo israelí.
Pero los colonos no entendieron la actuación de la autoridad de Amsterdam, el formarlos, pedirles identificación dio lugar que quejas de “progromo” como se dice a una acción antisemita, por pobladores o autoridades civiles de Holanda y fastidiaron a la Alcalde, toda modernidad y accesible, pero la hartaron. En forma lamentable, quisieron hacerse las víctimas.
La reacción de Israel, fue culpar a los simpatizantes de Palestina. Pero la actitud colonizadora fue la provocadora. La autoridad por fin a los 14 días terminó por resolver el intrincado problema que cubre dos etnias, dos religiones y visiones diferentes y presiones internacionales por todos lados.
Es decir, se llevó una idea y forma de vida del medio oriente a Amsterdam, con resultados que pudieron ser catastróficos. La idea pionera expansiva del pueblo judío, difícilmente resulta aceptable fuera de su propio país, en que lo imponen por la fuerza y por el apoyo oficial de su gobierno, lo peor lo expresan en los partidos de sus equipos por ello en Holanda no deseaban muchos ese encuentro deportivo.
La enseñanza es que la convivencia y respeto, distan mucho de encontrarse por ahora. Ambas partes deben cambiar mucho para que esto sea posible, la tolerancia y pueden empezar por ver el futbol en paz.
En tanto siempre habrá voluntarios suicidas para una causa que en esa parte del mundo va a perder. Las atrocidades de Hamas o de Israel en sus operativos militares, no pueden ser aplaudidas, porque constituyen un atropello para los inocentes, nadan en culpas horribles, y nada justifica de manera cuerda, el empeño de la destrucción.
Amsterdam volvió a la paz, pero por unos días vivió la locura, que es la historia del día a día en otras latitudes, por la actitud extrema de los aficionados del equipo Macabi de Israel, que deben madurar y no ser copia de los holigans de los setentas.
La esperanza se ve tan lejana, pero a muchos judíos e islámicos, les gustaría verla de cerca. Pero lo cierto es que Turquía se incrustó ya en la médula de Europa, lo mismo se ve en Alemania o en otros países. Son hechos que modificarán la forma de vida y las costumbres, además se relacionan mucho con los locales. En Viena, la tienda de conveniencia, era de unos Hermanos Turcos que lo atendían, día y noche. Son incansables, para lograr la permanencia y no piensan en irse, dicen que es su casa.
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