
Por Amaury Sánchez 
Hoy por la mañana, en busca de respuestas y quizá de un buen chisme, nos dimos una vuelta por las instalaciones de la SADER. Nos recibió la antesala, el aroma a café y el ir y venir de agaveros con cara de pocos amigos y coyotes con cara de que algo se les escapaba de las manos. ¿La razón? Una reunión con el delegado federal, Alfredo Porras Domínguez.
Mientras nos acomodábamos en una silla estratégicamente ubicada para el mejor ángulo del espectáculo, vimos desfilar a productores que entraban con esperanza y salían con resignación. En medio de todo este ajetreo, avistamos a un líder agavero de apellido Padilla, a quien abordamos con la destreza de quien quiere respuestas sin parecer demasiado metiche. “¿Qué está pasando?”, le preguntamos. Su respuesta fue una joya de la síntesis: “Pues que no pasa nada y al parecer no pasará”. Breve, contundente y con aroma a desencanto. Pero antes de marcharse, volteó con determinación y agregó: “Esto no se va a quedar así, haremos hasta lo imposible para que se cumpla lo que pedimos”.
Intrigados, seguimos tanteando el terreno y encontramos a otro líder, igual de curtido en estos trajines, que nos dio un poco más de carnita en la respuesta: “Al parecer el delegado Porras solo quiere a los 5,800 registrados y los precios de garantía”. Y, como si de un estribillo pegajoso se tratara, remató con la frase célebre del delegado: “Primero los pobres”.
La gran pregunta que flota en el aire, y que los productores agaveros no dejan de hacer, es: ¿por qué no se garantizan precios justos para todos? ¿Por qué solo los 5,800 registrados y no el resto que también ha invertido tiempo y esfuerzo en el campo? ¿Quién decide quién merece vender y quién no?
Nos quedó claro que, entre cafés y reuniones, la jugada parece estar decidida: los neoagaveros, los especuladores y los que llegaron tarde al festín del agave tendrán que buscar otra puerta porque en esta, al menos por ahora, la consigna es clara.
Así que ahí lo tienen, amigos: café cargado, declaraciones ligeras y un delegado con un guion bien aprendido. Veremos si en el próximo capítulo de esta novela agavera algo cambia… o si seguimos en la antesala esperando a que pase algo.
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