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Latitud

Columna: El Juglar de la Red

Por Rafael Cano Franco* 

La intolerancia a la crítica es una de las peores manifestaciones en una sociedad democrática, siempre se espera que un gobernante acepte someter sus decisiones al ojo crítico de especialistas y de los medios de comunicación; se trata de un ejercicio de retroalimentación que fortalece la libertad de una democracia.

El Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador viene reiterando que no pretende ser un  dictador y que su gobierno será respetuoso de la libertad de expresión; lo dijo la noche del 1 de julio, cuando emitió un mensaje a la nación delineando su proyecto y lo volvió a repetir hace unos días a través de su cuenta personal de Twitter.

En otro momento una aseveración surgida del Presidente de la República se tomaba como una garantía de respeto a la libertad de expresión y si bien se cumplía a medias con lo ofrecido, su comportamiento ante las opiniones de los medios de comunicación se limitaba a las aclaraciones pertinentes, en privado, pero jamás entraban en un debate público.

Con López Obrador sucede un fenómeno especial; dice una cosa y hace otra totalmente distinta a lo que dijo. Esa dualidad entre el decir y el hacer no es un acto congruente, pero es el estilo personal que él asume y seguramente estará presente siempre en su mandato.

En referencia a la relación que mantiene con los medios de comunicación es dicotómica: amor y odio; prensa Fifí y prensa progresista; aliados de la mafia del Poder y los comprometidos con la Cuarta Transformación; periodistas “chayoteros” los que lo critican y baluartes de la comunicación los que lo apoyan.

Durante 18 años acusó a la empresa Televisa de formar parte de la “mafia del poder” y de ser una de las que con más ahínco se opusieron a su proyecto nación; pero hace apenas una semana declaró que esa era una “empresa orgullo de México”.

La revista Proceso, con un historial crítico durante toda su historia de existencia, fue durante muchos años el medio preponderante para que las huestes de AMLO se informaran y difundieran sus ideas, además de alabar su sentido crítico y el trabajo oposicionista al gobierno en turno.

Cuando AMLO alabó a Televisa, nadie de sus seguidores o futuros funcionarios tuvieron la osadía de recordarle los descalificativos que antes lanzaba contra la empresa televisora. Cuando la revista Proceso publicó una portada que nos fue de su agrado, salieron las hordas chairas a descalificar al medio e incluso la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Mueller se enfrascó en un intenso debate con el director de Proceso.

Los más conservadores descalificaron la portada, los más radicales propusieron un boicot en contra del medio de comunicación que hasta unas cuantas ediciones antes consideraban como su “biblia”; esa incongruencia es alarmante porque solamente indica el grado de intolerancia que priva en el grupo de seguidores de López Obrador, pero que es azuzado por sus cercanos, la esposa del Presidente Electo entre ellos.

La figura presidencial fue intocable durante muchos años, pero a partir del gobierno de Ernesto Zedillo la libertad de criticar al presidente se volvió una actitud común en los medios de comunicación y con ello debieron lidiar Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

En el caso de Peña Nieto, no solamente fue objeto de crítica en los medios de comunicación; las redes sociales fueron particularmente duras en los señalamientos y burlas, al grado de que llegó a ser considerado el Presidente de México más ignorante y de menos capacidad intelectual en la historia del país. En esa campaña, las huestes de AMLO fueron constantes e inclementes.

Un dicho muy mexicano cita que no es lo mismo ser borracho que cantinero; ahora es López Obrador quien está en el ojo de todos y sus decisiones, acciones, sus dichos y hechos, sus poses, su forma de vestir y hasta su familia han pasado a formar parte de la agenda pública y si quieren que los medios digan cosas buenas, deben hacer cosas buenas, de lo contrario la crítica estará siempre presente a pesar de que han mostrado que tienen la piel muy fina y la cola muy larga.

*Rafael Cano Franco, es reportero sonorense y conductor de noticias, también preside el Foro Nacional de Periodistas y Comunicadores A.C.

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