Horacio Villaseñor Manzanedo
Sin duda la administración pública, además de exigir directivos con capacidad para solucionar problemas que dañan a la gente, cumpliendo siempre la constitución nacional y demás normas que de ella emanan, requiere de gerentes o administradores profesionales, con talento para entender, poder y lograr, en un ámbito tan complejo como es la gobernación democrática, soluciones rápidas y efectivas que terminen con los problemas, no cualquier problema sino los relevantes, los grandes, los importantes, los de gran impacto y gran interés para la sociedad que, de no resolverse, afectan e imposibilitan, no solo vivir con calidad, sino ahora, con operadores que se dicen servidores públicos y que no sirven, hasta la vida esta en peligro. Si los gobiernos no pueden lograr su razón de ser, no gobiernan, no generan valor público en lo que hacen, entonces, solo son una vacilada. El dilema actual, es qué hacer, cuál es el punto adecuado para poner las fuerzas, los cuidados, el esmero o la atención para lograr que los gobiernos gobiernen, la función pública funcione y el servicio público sirva. ¡Vaya pregunta! Bueno pues hay que empezar por tener directivos públicos preparados y con experiencia en el ejercicio de la administración gubernamental.
Lo explico, tomando como ejemplo la discusión actual respecto al mal desempeño en el proceso licitatorio del Ayuntamiento de Guadalajara con motivo del arrendamiento de patrullas. Ya en tiempos de Felipe II (1556-1598) se puso en práctica en España la enajenación bajo la figura jurídica de pública subasta de los oficios concejales, los cuales, se adjudicaban al mejor postor, para asegurar el cuidado adecuado en el gasto público. ¿Lo saben los actuales encargados de licitar? También, para asegurar el cuidado adecuado en el gasto público, la primera licitación pública en forma que se realizó en México fue en el año de 1767, en la época del Virrey Carlos Francisco de Croix (1766-1771), con la ejecución de la obra pública del desagüe de la Ciudad de México, debido al problema de las inundaciones que sufría la capital novohispana por las constantes lluvias, principal preocupación en esa época. Subasta deriva de las palabras latinas “sub hasta”, que significa “bajo la lanza”, forma que en Roma se realizaban las ventas públicas del botín del enemigo (Lucero Espinosa, Manuel, 2008). ¿Lo saben los actuales encargados de licitar? ¿Saben que, para el Derecho Administrativo, la subasta o remate público constituye uno mas de los procedimientos restrictivos de selección del contratante de la Administración Pública, ya que sólo es posible cuando el ordenamiento jurídico la prevé, y que se realiza por orden e intervención del órgano administrativo, para adjudicar al mejor postor muebles o inmuebles? ¿Saben, que la constitución nacional actual ordena que las adquisiciones, arrendamientos y enajenaciones de todo tipo de bienes, prestación de servicios de cualquier naturaleza y la contratación de obra que realicen, se deben adjudicar o llevar a cabo a través de licitaciones públicas mediante convocatoria pública para que libremente se presenten proposiciones solventes en sobre cerrado, que será abierto públicamente, a fin de asegurar al Estado las mejores condiciones disponibles en cuanto a precio, calidad, financiamiento, oportunidad y demás circunstancias pertinentes? ¿Saben que la ley de obra pública local esta mal hecha, que contradice el espíritu de la constitución nacional? ¿Saben, los encargados de licitar, que su deber es no dejar duda alguna respecto al correcto manejo de los dineros de todos? Obvio, no lo saben o no tienen vergüenza. Con tanto tonto, cómo crear valor público. Ni hablar.
