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Coyuntura Destacada

Crisis en Casa Jalisco- Los Estamos Viendo


Por Jaime García Medina*

Hoy por hoy, Jalisco tiene un serio problema de gobernabilidad o ingobernabilidad. Si el equipo gobernante aún no lo percibe es porque padecen tal arrogancia que en lugar de conocer qué piensa la gente, la ignora no leyendo las críticas en prensa, ni en redes. Son tan limitados, que en vez escuchar -no digamos atender-, bloquean a quienes se refieren a ellos de manera que les resulta inconveniente. Digamos que se hacen adictos a la lisonja o tienen escopofobia: por eso viven en crisis permanente.

Las principales encuestadoras del país dicen que hay dos grandes problemas nacionales: el Covid-19 y la inseguridad pública. Para nuestro pesar, los dos grandes males públicos han sido mal gestionados por el gobierno de Jalisco, de tal modo que la Fiscalía General del Estado es un sitio particularmente propicio para establecer negocios y eso es lo peor que puede cometer un servidor público lucrar con la aplicación o no de la justicia.

Las crisis recurrentes o permanentes del Gobierno de Jalisco son estructurales y añejas además de las de coyuntura, que cito antes: el primer problema es que el gobernador se enfrentó con el presidente de la república. El segundo es que el gobernador se enfrentó a los sectores mayoritarios de Jalisco.

A partir de ahí hay crisis económica que se aprecia en la falta de recursos en el Gobierno del Estado y ayuntamientos. Para tratar de responder a la gente o simplemente para cumplir con sus expectativas personales, los gobernantes están subiendo impuestos, derechos, productos, aprovechamientos y deuda, -como es el caso del Gobierno de Jalisco- o están subastando y malbaratando propiedades públicas en hechos que pueden ser castigados posteriormente, como ocurre en Zapopan. Se presentó primero con cierre de empresas, cancelación de proyectos, etcétera.

Hay también crisis de seguridad. Solamente en Jalisco y Colima ha ocurrido recientemente que maten a sus exgobernadores. Además, hay récord en casos de desaparición forzada, feminicidios, robos y asaltos. Casa Jalisco y las plazas o glorietas son escenario frecuente de protestas sociales.

Otra crisis es la política. Hubo cambio de administración y no se dio la alternancia porque el gobernador resultó gran amigo del exgobernador y pese a todas las acusaciones y antecedentes de corrupción, no está detenido ninguno de los colaboradores de Aristóteles. Ni siquiera Antonio Cruces Mada como había jurado el gobernador. Además de esta red de complicidades lesivas para Jalisco, hay desencuentros y rupturas porque el equipo gobernante es tan pragmático que sus alianzas son de pago por evento, o de coyuntura. Tanto así, que se peleó, se alió, y se separó después, del grupo UdeG, por citar un solo ejemplo. Ni qué decir que en su gabinete, Enrique Alfaro solo tiene a un adulto mayor que es su secretario de Gobierno Juan Enrique Ibarra Pedroza, que tiene 69 años de edad. Ni hay mujeres, ni hay jóvenes: sus colaboradores son casi todos contemporáneos de los miembros de su camarilla, o discípulos de estos. No hay relación sana con los presidentes de los ayuntamientos de la Zona Metropolitana y en el interior del estado mandan los caciques.

Por eso no extraña que haya pasado todo lo que pasó esta semana. El Gobierno del Estado no puede hablar del caso Aristóteles Sandoval, del caso Felipe Tomé, y del caso Los Otates por una sencilla razón: son actores en ellos miembros de la mafia del poder que opera en Jalisco y los ataques son por motivos oscuros.

Por eso quiere distraer con clichés, discursos inverosímiles, de que no va a permitir los agravios que causó el presidente de Tototlán. No se fija el equipo en el poder que lo único que generan es que se difundan más casos que tampoco puede castigar por sus conocidos compromisos políticos.

Además, este gobierno es un club de hombres solos. No caben las mujeres por la misoginia que impera en el entorno del gobernador.  

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