Óscar Ábrego
Dicta la sabiduría popular: “Si lo sabe Dios, que lo sepa el mundo”.
Estoy con usted, Presidenta.
Así, con P y con a.
Admito que mi simpatía estuvo con Marcelo Ebrard, sin embargo, una vez que han transcurrido poco más de seis meses de su gestión, veo que México tiene jefa en el ejecutivo federal y que pinta para hacer una gran historia.
Reconozco también que algún día me declaré lopezobradorista; hoy no puedo afirmar que me arrepiento de ello, pero me encuentro entre los miles que se sienten tremendamente decepcionados por haber creído en él y haber votado por él.
Presidenta, acepto que no guardaba muchas esperanzas con respecto a su liderazgo.
Ahora tengo otra opinión.
Por eso hoy –al momento en que escribo estas líneas- quiero decirle que veo en usted, cada vez más, un modo propio.
Se asoma una manera distinta –y esperemos que pronto- sea distante a la de Andrés Manuel.
Pasan las semanas y siento que comienza a desprenderse no sólo del tono de su antecesor, sino del estilo que impuso.
Aplaudo –como millones de mexicanos- que la temporada de los “abrazos, no balazos” haya concluido y que tomó la decisión correcta: hacer valer la fuerza del Estado para defender a su pueblo; es decir, pacificar al país y ponerse de lado de la gente.
Y es que los datos son demoledores: más de 17 mil detenidos por delitos del alto impacto; 140 toneladas de droga incautada; más de 9 mil armas menos en las calles, y más de 750 laboratorios clandestinos desmantelados.
Además, anotemos que en lo que va de su mandato el promedio de homicidios dolosos ha disminuido un 14 por ciento, cifra tan reveladora como esperanzadora.
En lo personal no me interesa si estas acciones se derivan de la presión de Estados Unidos u obedecen a otro factor, porque lo verdaderamente importante es que su plan de seguridad está arrojando resultados alentadores.
Claro que me irrita escuchar cuando defiende o trata de desviar la atención con respecto a los insoportables actos de corrupción cometidos hasta hace poco, aunque entiendo que obedece más a la necesidad político-partidista y a su profundo sentido de lealtad.
Por cierto, no será en esta colaboración que aborde con amplitud la clase magistral que ha impartido al mundo para sortear con dignidad y éxito los delirios de Donald Trump.
Ya habrá otra oportunidad de hacerlo.
Por lo pronto, le confieso que me encantaría escuchar un buen manotazo en la mesa y que lleve a los tribunales a varios de la caterva que han robado sin pudor a la nación, y a otros, que al ser aliados del crimen organizado, le hacen mucho daño a la sociedad.
Mientras tanto, le quiero pedir algo: ¡no le afloje!
Presidenta, estoy con usted.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor, activista social y analista político.
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