Por Manuel Gutiérrez
Debí haber escrito esto en los setentas, pero no hubo donde, tampoco la idea que el cine nos fabrica hermosos cuentos, sobre todo del tema bélico, pero la realidad que registró la historia es totalmente distinta a los que, en esos añospensamos muchos que eran relatos reales, pero sólo aceptábamos los mitos. Ahora, comentar el gran cine, nunca pasa de moda, porque el cine actual en sus remakes de nostalgia está lejos de ofrecer esas grandes películas de antes.
El asunto que tanto el Puente como los Cañones de Navarone, no sean historias reales, no quita una verdad: Son historias fílmicas bellamente narradas, inteligentemente dirigidas, con actuaciones sobresalientes que como parte de la cinematografía, son joyas memorables y nos dieron en esos años, una serie de perfiles heroicos, pero ficticios de lo ocurrió en las zonas de combate.
Como dicen los autores de la novela histórica, toda novela tiene mucho, y algo de cierto más componentes de ficción, el aderezo que hace leer. El Puente del Río Kwai, es una obra escrita por un francés, Pierre Boulle, estrenada en 1963 en México y el mundo, exitazos tanto en materia de Oscarescomo en producción esmerada, cuando no había tantos efectos especiales de computación.
Cintas que nunca perderán su atracción. David Lean, fue el director del Puente, mostrándose como el hombre que luego arrasaría con las estatuillas de oropel, pero cuyo significado es fama, y dinero y supremacía en el séptimo arte, entre éxito, popularidad y contenido artístico, esto último no muy frecuente de lograr en los planes de hacer cine bajo el sello de Hollywood.
David Lean, autor británico que logró la inmortalidad con Dr. Zhivago, inmortal por siempre en medio de la vorágine bolchevique vive un amor complicado, protagonizado por Omar Sharif, Julie Christie, Geraldine Chaplin…o La Hija de Ryan, el drama de Irlanda en medio de una tragedia de amor,en que manejo actores del tamaño Robert Mitchum, Christopher Jones, así como la mejor actuación de Sarah Miles, pero son repartos de estrellas, el más puro star sistem.
Lean sumaba premios en cada edición de los Oscares, lo que se vino a cortar de manera injustificada con su última joya, “Pasaje en La India” que constituye un alegato anti-racista, maduro, profundo y justificado, con una historia que cumple con todas las expectativas de una gran película. Pero fue el robo de la década y la academia prefirió omitirlo, lo que hizo que Lean abandonara el 7 arte, además comenzaba a surgir una estrella judía que lo opacaría en el final del siglo XX, nada menos que Steven Spielberg.
Pero en el Puente, mostró su talento, como lo hizo con Peter Otoole en Lawrence de Arabia, obras maestras, profundas, con un discurso implícito muy claro, sin aburrir con grandes parrafadas. Cintas que marcan época.
Cada cinta merece su profundo estudio, y en el caso del Puente, lograron una pejagosa canción silbada, en una marcha, así como un arreglo de alcances épicos por Sir Malcom Arnold que recicló una canción de los Tobys de la primera guerra mundial, y la metió en la cinta.
La pelí se le llevó William Holden, compartiendo estelares para sumar la cifra de 7 oscares, lo que indica la perfección lograda. Alec Guinnes, hace su papel de británico, tan natural como el hecho de serlo y Jack Hawkins, se llevan los estaleres.
Por criterios de política, no se compartieron créditos principales al japonés Sessue Hayakawa, que realiza el papel del comandante del campo, pero es una pieza esencial de la narración en cine, así como del libro, que los críticos difieren del tratamiento que se le dio en el cine, pero admiten que fue una serie de piezas de reflexión, con hechos de acción, intenso dramatismo y un choque de culturas muy fuerte, y al final, nadie se alegra por la guerra, pero nadie evita cumplir su deber.
Eso sí se logró llevar a la pantalla. El estilo del guerrero japonés, el código Bushido de los Samurais, frente a la postura británica, de superioridad racial de los blancos, la disciplina y voluntad de guerra de los ingleses, civilizada en posturas de valores éticos, criterios humanos que les impiden eliminar enemigos con facilidad.
Dos formas de cultura, confrontadas con el fondo de la guerra. Pero el hecho histórico es que el Puente existió desde antes de la guerra, probablemente fue ampliado, reforzado, reparado por los ingleses, que encontraron de esa forma una demostración de su valor ante la dureza japonesa en el trabajo forzado.
La idea de demostrarles que lo inglés y sus aliados superaba en todo lo oriental, los lleva a “construir un buen puente” que muestre el “orgullo de la ingeniería inglesa a los orientales” a la par que el construirlo permitía conservar la unidad de mando inglés, obtenido como acto voluntario para preservar la eficacia del mando, y su cadena.
También para elevar la moral de los británicos, demostrándole al mundo que aún en la adversidad hacían grandes cosas, por lo que no serían los derrotados. Y con esa zanahoria, el grupo de prisioneros realiza la gran obra, aunque en forma de paradoja fortalecían con ello al enemigo.
En el mundo real, esa vía férrea es importante, y con la guerra era una gran aportación a los japoneses que se lanzaban a Birmania, en una historia situada entre las dudas de 1943, en que no quedaba tan claro cómo y quién iba a ganar la guerra, más con un enemigo tan adaptado a las selvas y con un valor suicida y un patriotismo llevado al extremo de lo excelso, como los demostraron los japoneses, con sus ritos kamikaze.
La cinta se resuelve con una acción de combate, que manda Louis de Mountbatten, el virrey británico en la India, y que permitió que su mujer Edwina Mountbatten, pasara al lecho de Nehru, uno de los líderes de la independencia británica, uno de tantos.
Los británicos de los sesentas se burlaban sobre el préstamo que hizo de su dama a Nehru, como no iba a entregar la India a los independentistas. Recientes autores, dinamitan la fama de Mountbatten, sumando a los acusadores políticos, y analistas que consideran que se precipito en la devolución de la India, pero estos ataques van por el lado oscuro,acusándolo de pederasta, por su preferencia por niños pequeños, según el autor Andrew Lownie, que escribió la sórdida historia de “Vida y amores de los Mountbatten” en que su mujer tampoco sale bien librada.
Sin embargo esa historia se divulgó principalmente hasta después de su muerte. Louis, era primo de Isabel II, y tío favorito del actual Rey Carlos, y su reina Camila. Parte de la corona, aunque lo apoyaron en la cesión de la India a los nativos.
El autor francés Boulle, lo presenta como un eficiente organizador de operaciones de infiltración y sabotaje tras de las líneas enemigas. Louis, en vida mantuvo su fama dedigno militar, aunque su mujer se encargó de divulgar la infidelidad, lo que solazó a los indios, en tanto en Inglaterra, se mofaron del encumbrado personaje, por sus grandes cuernos.
Sus aventuras homosexuales por desgracia para historia, fueron muy bien documentadas por testigos que lo llevaron a aventuras de ese tipo en zonas de prostitución, esa obra debió ser un dolor de cabeza para la casa real y la nota fue publicada por El Mundo, aunque divulgado a toro pasado, porque en vida era muy grande su poder, ahora es un rayamás al tigre.
Pariente de la rama Batten, de donde provienen los Windsor, originalmente alemanes, pero por causa de la primera guerra, disfrazaron su origen para ser aceptado por los británicos como los Windsor, pues evidenciaron que era incómodo ser de real familia germana, en tiempos de la primera guerra mundial, así que se disfrazaron de Windsor. Pero dejemos a Luis y vamos al Puente.
La historia llega a un final de catástrofe, heroísmo, Holdenbrilla en su papel y es convincente, y un tren completo con tropas se desbarranca al momento de que las cargas explosivas vuelan el puente. “Tan tan” los malos perecen, el heroísmo y capacidad de sacrificio, son proverbiales, pero bien narrados por Lean y los buenos que sobreviven festejan la victoria, todo lo necesario en un relato bélico.
La realidad es que pudo haber ataques y sabotajes menores por guerrillas aliadas y de tailandeses, filipinos y otras etnias asiáticas agraviadas por los japoneses en su expansión en la segunda guerra, pero no para impedir el funcionamiento del tren, parte de la Línea Birmania-Tailandia, es decir de Bangkog con Rangún, en Birmania, que operaba perfectamente, pero en 1945 – ya casi al final de la guerra, el puente fue blanco de un bombardeo estratégico por los aliados, con de aviones B 24 y 26 incluso fortalezas voladoras, que las B-29, que lo destruyeron con reiteración, en detalle, por la fuerza de ese centenar de aviones.
La guerra terminó y ese tren era indispensable, fuereconstruido a corto plazo, hoy sigue funcionando es de acero y los trenes corren por sus vías, el punto elegido es bastante ancho, con 4 grandes basamentos estructurales, de unos 400 metros, que se imitaron con madera en la película.
El nombre del río, un galimatías en tailandés, se simplificó a Kwai, pero en realidad no hubo esa acción de sabotaje ni el dramático desenlace de la cinta nada de trenes cayendo.
El hecho histórico real, es más triste: Se estima que 90 mil prisioneros aliados fueron obligados a hacer trabajo forzado, de los cuales murió un alto número, probablemente 50 mil de ellos, por la disciplina, castigos, hambre, enfermedades y las rudas jornadas de trabajo y las duras condiciones tropicales, entre mosquitos, plagas, bichos y calor extremo.
Obviamente los nombres del comandante japonés de campo, fueron cambiados. El oficial real Saito, fue juzgado, pero testimonios de los mismos prisioneros en cuanto que era duro, pero justo, evitaron que le aplicaran la pena de muerteparece que murió prisionero.
Francisco Javier Burrero Rodríguez, en Likedin, autor español expone la realidad del asunto, porque se puso a investigar que había de verdad en la famosa cinta. “Sin leyes no habrá civilización” es la frase sobre la que se construye la relación y el derecho de los prisioneros y los captores, bajo la convención de Ginebra mientras para los japoneses, eran menos cero, código Bushido, por ser derrotados no tenían ningún derecho, incluso eran sinvergüenzas que debieron preferir la muerte con honor a ser prisioneros, esto es el meollo del asunto.
Muchos prisioneros de guerra aliados, o japoneses, emprenden peregrinaciones a los lugares de su sufrimiento para sanar sus heridas, perdonar a veces a los que ya no están, ya ancianos y en algunos casos, para hermanarse con quiénes en su momento eran sus enemigos que se ganaron el respeto o tuvieron gestos humanísticos que no se olvidaron,pero ya son generaciones perdidas.
La idea de la inutilidad de la guerra, es finamente planteada, pero sin llegar a hacer un discurso pacifista. Simplemente se acepta su realidad, sus consecuencias y que el deber va por encima, eso la hace una gran película, la misma fórmula que hizo grande el cine del Oeste y de aventura.
LOS CAÑONES DE NAVARONE,
Fueron una supuesta instalación de los nazis que colocaron dos cañones enormes sobre rieles que disparaban un volkswagen en cada tiro, en un sitio estratégico bajo la protección de montañas que las hace imposibles de dañarcon aviones, y que pueden impedir el flujo naval aliado, que debe usar ese pasaje en forma inevitable para salvar a los británicos de la tragedia del Alamein, primera versión, al pasar por Grecia lo que los expondría ser hundidos por la gran artillería.
Con actores consagrados, un comando, hace la gran hazaña, del tamaño de Gregory Peck, Anthony Quinn, David Niven, Anthony Quayle, Irena Papas, y James Darren, narrada con buen ritmo, un desenlace de suspenso y de suerte, incrementa la sensación de heroicidad de los aliados. Los alemanes parecen anticiparse a la era de Darth Vader, coninclinación a resolver la guerra, con avanzadas armastecnológicas, un gran tendencia al orden, y a hacer cada acto de batalla, de acuerdo a esquemas y manuales, vencidas por el valor y sacrificio de unos cuantos comandos.
El efecto, impide que los nazis sean vistos como villanos bobos, lo que es un mérito de la historia para su época.Navarone no existe, no existió nunca. Historiadores españoles revisaron el asunto. Y nada, ficción creada por la pluma de Alistar MacLean, autor británico, que destacó con otra historia ficticia de la guerra fría, “Ice Station Zebra” con su cinta realizada, e incluso un remake fruto del éxito de los Cañones, llamada “Fuerza 10 de Navarone”.
Definitivamente, la verdad es menos glamorosa. Los historiadores como Burrero Rodríguez hicieron su deber. Habrá quién le crea más a la película, que la historia, que no tiene tantos recursos para colorear, dramatizar y musicalizar en forma inolvidable el cuento. Como obra de cine, es grande, y con eso basta para ser tesoro fílmico, hoy no encuentro que ofrecerles como para competir con esa era dorada.
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