Los hechos deleznables del sábado que causaron la muerte a tiros de al menos 11 personas en la Jauja Tonalá son una masacre que por supuesto quería causar terror entre la población y obligó al gobernador Enrique Alfaro a pedir ayuda velada al gobierno federal al endosarle la conducción de la política de seguridad en el estado.
Para eso, no necesita plantear la separación de Jalisco con el Gobierno Federal; no le importa atacar a las Fuerzas Armadas que conducen las principales secretarías del ramo, y la Guardia Nacional, pero el hecho es muy grave. Mural plasmó hoy: “La matanza de Jauja se suma a crímenes de alto impacto como los citados, o como los 26 cadáveres abandonados en los Arcos del Milenio en noviembre de 2011, o los 17 dejados en plena carretera en Tizapán El Alto en septiembre de 2012.
“Durante la actual Administración, el hecho con más víctimas había sido el operativo fallido de la Fiscalía en Las Huertas, en Tlaquepaque, en donde nueve personas, entre ellas dos agentes, perecieron durante un intercambio de disparos con criminales en una casa de seguridad, ocurrido el 6 de marzo de 2020.
“MURAL publicó que en lo que va de este 2021 sumaban nueve multihomicidios, y el especialista del ITESO, Jorge Tejada, estimó que estos crímenes reflejaban disputas de poder entre los criminales y su confianza de que no serán detenidos”.
No hay nada por hacer, nada qué decir. La masacre nos aterrorizó, causó pánico en Casa Jalisco y claro que tenemos mucho miedo.