A Fondo Jalisco
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Latitud Salvador Guerrero Chiprés

Mi querido, mi viejo

Salvador Guerrero Chiprés*

¿Cuántos mitos y estereotipos encierra la vejez? ¿Cuántos términos políticamente correctos se han creado creyendo que llamarle viejo a alguien es ofensivo? Solamente estas dos preguntas nos llevan a reflexionar ampliamente sobre lo que significa la última, pero no por eso menos disfrutable etapa de la vida.

El Día del Abuelo, que se celebra cada 28 de agosto, nos plantea la oportunidad de resignificar la vejez desde la sociedad y el gobierno, ambos responsables ética y políticamente de cuidar de quien nos cuidó; y también nos invita a reconocer la auténtica reivindicación del ser humano a quien no basta que se le visibilice y a quien legítimamente disgusta ser referido como “persona de la tercera edad”.

En tiempos de pandemia, la consideración trasciende de lo existencial al compromiso impostergable de garantizar el acceso a la salud mental como derecho en un sentido amplio. Esto es, no sólo desde un enfoque clínico que combate la enfermedad, sino desde una noción preventiva.

Hace unos días, Google reportó que la palabra más buscada en Estados Unidos durante el confinamiento ha sido “ansiedad”. No “Covid”, ni “vacuna” o “empleo”, como podría pensarse; lo más requerido está asociado a esa necesidad humana básica de sentirse acompañado en tiempos de crisis y de alcanzar una serenidad superior a la experimentada en otros momentos de la vida.

Si hacemos un análisis etario, quienes podrían resentir más la situación de encierro y aislamiento son los adultos mayores, nuestros viejos, para utilizar el término que reivindica nuestro estimado doctor Rafael Álvarez Cordero. En lo que va del año, en el Consejo Ciudadano hemos recibido más de 32 mil llamadas de la población de más de 61 años de edad.

De quienes han recurrido, dentro de nuestro programa Dignidad Mayor, a nuestra Línea Plateada 55 5533-5533para solicitar asesoría psicológica, el 31 por ciento ha presentado depresión por duelo, al perder un ser querido; el 20 por ciento manifestó alguna alteración por miedo al contagio, ansiedad, angustia e insomnio; el 19 por ciento reportó que su familia ha omitido su cuidado o incluso le ha violentado y un 13 por ciento presentó temor y preocupación por algún proceso jurídico.

Dos datos interesantes: una buena parte de quienes solicitan ayuda muestran su preocupación por los otros, antes que por sí mismos; la sensación de soledad es referida constantemente. También una buena noticia, en las conversaciones hemos encontrado que el aislamiento les ha servido para aprender a usar las videollamadas y mantenerse así en contacto con su red de apoyo.

Si bien la vejez nos confronta como ninguna otra etapa con las pérdidas, es cierto que también se puede vivir a plenitud el desarrollo humano en esos años. Abuelas, abuelos, o no, nuestros queridos viejos merecen una sociedad amigable y solidaria que les acompañe, respete y fomente el orgullo de ese logro tan esencial que a veces olvidamos: llegar a viejo es un privilegio. Cada día es un instante para vivir la maravilla de estar aquí.

@guerrerochipres

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