Amaury Sánchez
Por algún misterioso fenómeno zapopano —más poderoso que el tequila en feria patronal—, hay personajes que con apenas cuatro meses en el Cabildo hacen más que otros con cuatro años… y eso que esos otros se gastaron el presupuesto como si fuera aguinaldo de fin de sexenio. Ese fue el caso de Óscar Ábrego, quien, como regidor de paso pero no de paseo, metió cuatro iniciativas importantes que beneficiaron a los zapopanos. ¿Y cómo lo logró? ¡Ah, pues porque no fue a calentar la silla, sino a moverla!
Mientras otros ediles iban al pleno solo para levantar la mano y luego irse a desayunar barbacoa con el proveedor del mes, Ábrego llegó con ideas, propuestas y —¡Dios nos libre!— ganas de trabajar. En resumen, hizo más en un cuatrimestre que muchos en un cuatrienio.
Pero no se confunda el lector, que esto no es hagiografía ni publirreportaje disfrazado. Aquí se habla con la verdad en la pluma y el sarcasmo en la lengua. Porque, ¿quién iba a imaginar que en tiempos del naufragio del PRI y el PAN, cuando los electores ya no sabían si votar o exorcizar las urnas, aparecería un tal Pablo Lemus que, cual yerno ideal, le caía bien a todo el mundo? Así ganó sus dos primeras, subido en la ola naranja justo cuando el Movimiento Ciudadano todavía no sabía si era partido, agrupación artística o club de fans de Dante Delgado.
Y de ahí, Lemus le pasó la estafeta a Frangie, otro personaje de la élite tapatía que ganó primero por inercia y después por suerte… porque la Cuarta Transformación, en un arranque de travesura, nos mandó a competir a Pedro Kumamoto. Sí, el mismo que un día fue símbolo de la esperanza independiente y al siguiente, candidato que no convenció ni a su colonia.
Pero como en toda buena tragicomedia jalisciense, el 2027 se asoma con plot twist: sin Juan José en la boleta, el MC se ve como mariachi sin trompeta. Sin perfiles fuertes, ni hombres ni mujeres que levanten suspiros electorales, el escenario está más abierto que la puerta de la FIL.
¿Y quién podría aprovechar ese vacío naranja? Pues nada más y nada menos que Óscar Ábrego, el hombre que combina verbo de comunicador, trajes bien planchados de consultor exitoso, y una agenda de contactos que haría palidecer a cualquier operador político. Si Morena (no confundir con “la izquierda rancia que aún cree que la Revolución sigue en 1910”) lo postula, no solo puede conquistar el voto de las clases medias aspiracionales, sino también de los empresarios, los académicos y hasta de los médicos, que últimamente andan tan enojados que votan con estetoscopio en mano.
Así que cuidado, Movimiento Ciudadano, porque si no sacan pronto un candidato que no parezca salido de un focus group fallido, Óscar podría terminar no sólo como regidor honorífico, sino como el alcalde que se les fue… por no tomarlo en serio.
Total, si en cuatro meses hizo cuatro iniciativas, en tres años podría hacer… ¿doce? ¿veinticuatro? ¿una Zapopan futurista? Usted haga las cuentas, yo solo escribo la columna.
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