Horacio Villaseñor Manzanedo
Bienvenidas las caras nuevas, felicidades a los mismos de siempre que ganaron la elección y a la sociedad, enhorabuena porque, aunque sabemos que nada en el servicio público servirá, al menos, el periodo electoral permitió mandar a su casa a algunos “políticos” que ya caían mal o que ya enfadaron. Servir, no significa existir y un organismo público sirve cuando le funciona al interés general, entonces, un gobierno que le sirve a un grupo o a un particular, es un gobierno inservible que, si bien existe, no sirve. Si el gobierno no sirve, un “organismo público autónomo” dirigido por alguien que responde a los intereses de ese gobierno inservible, tampoco. En mi colaboración anterior, titulada: ¡Ganó el que tenía que ganar! aseguré que las elecciones no son útiles para que gane el mejor, porque no hay mejores, sino que es la única oportunidad para colocar actores distintos,sabiendo que, en general, los directivos públicos son gente ignorante del derecho público, sin vocación de servicio, que por cierto no significa el gusto por servir, sino la capacidad de servir a la ley pública y así al interés de la mayoría, lo que obviamente no pueden porque no saben derecho público ni les interesa entenderlo, si su objetivo es servirse, aprovecharse o beneficiarse. Lo único que queda, a la sociedad, es disfrutar y emplear una elección para cambiar de partido político esperanzados en que llegue algo menos malo. El pasado dos de junio, sucedió lo que tenía que suceder, los partidos políticos del color que sea, que gobiernan sin gobernar, perdieron. Los que ganaron, ganaron la oportunidad de demostrar que no son iguales, pero lo serán si no aprenden a romper los esquemas tradicionales y a recomponer lasorganizaciones públicas para que no solo prohíbancosas, sino que, además, sean capaces de asegurarde que lo prohibido no se permita, eso es la eficacia gubernativa, lograr el efecto deseado. Hay que pensar la administración pública de manera distinta, necesitamos un nuevo acomodo del poder para que se pueda evitar lo que se debe evitar y lograr otorgar servicios públicos que sirvan, no solo que existan. Como lo aseguré en mi más reciente colaboración, la sociedad hizo lo que típicamente hace, a los partidos políticos que ya llevaban alrededor de tres periodos “gobernando” sin gobernar, los corrió. En Jalisco, el partido político gobernante aún ganando algo, ya tenía perdida la elección de este año, porque encargado del gobierno, hizo lo mismo que todos los otros partidos que han gobernado en años recientes, nada importante, entiéndase nada útil para los años venideros. Una organización pública debe garantizar el fin para el que fue creada, cumpliendo en todo a la ley. La sorpresa en esta ocasión fue el drama que representó un instituto electoral que, en el mejor de los casos, cometió errores, pero que, al no garantizar, a todos, certeza en su actuar, quedó evidenciada como una organización chafa más, como la mayoría de los gobiernos. Esta elección dejó en claro que además de la ineptitud de los gobiernos, los organismos públicos autónomos, tampoco funcionan como deberían y que, además, pueden hacer mucho daño cuando están dirigidos por gente sinvergüenza, llegando al colmo de ser instituciones que dejaron de ser institucionales.Entonces, ¿será razonable seguir manteniendo organizaciones así? Si el gobierno no sirve, ¿por qué funcionaría un organismo público autónomo a su servicio? Ni hablar.
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