Horacio Villaseñor Manzanedo
La creencia de que un gobierno grande hace más daño que uno pequeño, abrió la puerta en México, con la llegada de “gobernantes” chafa en 1983, a lo que erróneamente, creyeron era la democratización de la administración pública. Con el pretexto de que “el gobierno es un mal necesario”, para minimizar riesgos, dijeron “había que generar contrapesos” y se impulsó el debilitamiento de los tres órdenes de gobierno del poder ejecutivo. Erróneamente se creyó que adquirir deuda, ceder la inversión de obra pública a la iniciativa privada, concesionar servicios, crear organismos ciudadanos para evaluar y opinar, proponer candidatos de perfil empresarial, etc., era buena idea. Lo que vimos fue el desmantelamiento del gobierno popular y el nacimiento de uno que solo se dedicó a beneficiar facciones, grupos o a influyentes. La aparición de nuevos ricos fue notoria. Las ciudades se convirtieron en el gran negocio para algunos, tener palancas o infiltrados en los gobiernos debilitados con gente incapaz y parcial, fue clave para el enriquecimiento de algunos. Lo servicios públicos concesionados o cedidos a organismos operadores fue “lamoda”, no porque sirvieran sino porque a alguien beneficiaban económicamente. Se fueron privatizando grandes zonas urbanas y abandonando la atención de las colonias pobres. La inseguridad hizo crisis, creció a tal grado que ahora se requiere de una transformación de gran calado, hoy más que nunca la incorporación de la ciencia administrativa gubernamental, su técnica y profesionalización debe ser tomada en cuenta con seriedad.El problema social es tan grave ya, que, debe ser resuelto de alguna forma por agresiva o transformadora que sea la propuesta. Paradójicamente, con la implementación de las técnicas de la administración democrática se puso en riesgo a la propia democracia. El principio fundamental para una buena administración es la unidad de mando, un solo actor que define qué es lo que se debe hacer, de allí que integrar, en estos difíciles momentos, la Guardia Nacional (GN) a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) es la mejor decisión y una excelente señal porque anuncia la recuperación del pensamiento ortodoxo en la administración pública. ¿Por qué esto no será un peligro? Porque el ejércitosolo debe ejecutar, técnicamente, políticas públicas y resolver problemas ligando medios disponibles para lograr los fines protegidos por la constitución. Seguramente se facultará a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión y del Senado de la República para ratificar el nombramiento de coroneles y demás jefes superiores de la Guardia Nacional, que en su caso realice el presidente de la República, se incluirá a la GN como coadyuvante en la investigación de los delitos bajo el mando y conducción del Ministerio Público y se garantizará su desempeño bajo estricto respeto a los derechos humanos. Lo que realmente sucederá estando la GN a cargo de la SEDENA es la separación de la función policial profesional para afrontar el desafío de la inseguridad y la violencia, de la política y sus conflictos, dejándola en manos de la única institución sólida que defiende a la nación con base en el derecho público y la ciencia gubernativa. Se aprovechará la experiencia de la SEDENA, todo buscando brindar seguridad pública a los habitantes del país. Sumar la Guardia Nacional a la SEDENA, suma. ¡Enhorabuena!
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