A Fondo Jalisco
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Gabriel Torres Espinoza La Aldea

Un criminal regreso a clases presenciales

Gabriel Torres Espinoza*

Se argumenta que un eventual regreso a clases presenciales en la entidad podría materializarse si la educación es considerada como “actividad esencial”. Por supuesto, no sólo debería considerarse como tal, sino que, en los hechos, lo es. Pero la actividad más ‘esencial’ de todas, en tiempos de pandemia, es la que está destinada a salvaguardar la vida. Todo derecho humano, como lo es el de acceso a la educación, parte de un supuesto básico: la vida humana. Sin vida, otros derechos son tan sólo entelequias.

Hoy se plantean hipótesis basadas en falsos absolutos. Se pretende incluso sugerir que la virtualidad de la enseñanza, nulifica el derecho a la educación. Nada más falso. La defensa, bajo las condiciones sanitarias actuales, por una educación remota o virtual, es hasta ahora la mejor alternativa para salvaguardar la vida y afianzar el derecho a la educación. Falso de toda falsedad es suponer que la educación a distancia implica una supina renuncia a la educación (un oscurantismo). Es importante señalar que la enseñanza presencial, no está exenta de déficits o fallos pedagógicos; como tampoco lo está la educación televisada u online. De forma que, por lo menos hasta ahora, no hay una sola modalidad de enseñanza perfecta, ni por supuesto infalible.

Por otro lado, nadie niega las injustificadas contradicciones de que se mantengan cerradas las escuelas, mientras se mantienen abiertos antros, cantinas y bares. Se trata, en todo caso, de una insana elucubración que deriva, eso sí, de un falso debate. La errática apertura de centros de ocio, no debe ser el criterio que justifique un criminal el regreso a clases presenciales.

Ahora bien, citar —sin más— la presencialidad de la educación, observada en países desarrollados y de la Unión Europea, para tratar de justificar el regreso a clases presenciales en Jalisco, obvia de manera poco responsable nuestro muy particular contexto.

Mientras que en Europa, se mantienen ‘toques de queda’, ‘estados de emergencia’, además de cierres sectorizados y parciales de la economía, y se ha optado por tener como última opción el cierre de escuelas [primero se cierran otras actividades, no esenciales, antes que las escuelas]; en nuestra entidad, todo la economía se mantiene abierta, en el peor desenlace de la pandemia, sin ningún tipo de restricción. El regreso a clases en aquellos países surgió después de haber contenido la pandemia y haber reducido considerablemente sus casos activos [ahora experimentan una ‘segunda ola’]. En nuestra entidad, la pandemia, se ha mantenido en niveles críticos desde sus inicios, para hoy  registrar un repunte dramático de casos activos, una perjudicial saturación de hospitales y un inconmensurable número de muertes: seguimos sorteando los estragos de una ‘primera ola’ de proporciones mayúsculas que parece no tener fin.

Por si lo anterior fuera poco, aquí, las escuelas públicas, desde siempre, no cuentan con lo más elemental para prevenir la enfermedad: jabón y agua (al menos 600, en todo el estado, carecen de agua potable). Los salones lucen en condición de franco hacinamiento. El SNTE estima que entre el 40 y 50 por ciento de los docentes jaliscienses no estarían en condiciones de volver, por tener alguna enfermedad crónica o comorbilidad de riesgo. ¿Cuál es la obsesión de agravar las cosas?

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