Los estamos viendo
Por Jaime García Medina
Una de las máximas no escritas del sistema político mexicano es aquel rito usado en las monarquías: muerto el rey, ¡viva el rey! Aquí no hay muerte física, pero sí política. Esta sentencia significa que “quien se fue se calla” además de que se va. En México eso se desatiende sexenalmente hasta que quien gobierna se enfurece con ellos y los destierra. Por eso Lázaro Cárdenas exilió a Plutarco Elías Calles dos veces hasta que entendió; José López Portillo envió como embajador a las Islas Fidji a Luis Echeverría; Ernesto Zedillo hizo que se fuera a Dublín Carlos Salinas de Gortari y concluyendo su gobierno se fue a USA; por eso Felipe Calderón no dejó moverse a la expareja presidencial Vicente Fox-Martha Sahagún 6 años y se fue a cursar un postgrado a Harvard cuando Enrique Peña Nieto ganó. Por eso López Obrador lo exilió en la última semana de junio a España. Allá en Europa vive y no regresará, Carlos Salinas de Gortari.
Esto último lo publicó y explicó muy bien anteayer Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal a la que encabezó: “Ya se fue Peña Nieto”.
Ahí narra cómo el ex presidente mexiquense fue advertido hace unos días que el presidente Andrés Manuel López Obrador estaba recibiendo muchas presiones tras la difusión de los bailes, fiestas y excesos del mexiquense. Eso, le advirtieron, podría romper el pacto de no agresión que habían trazado ambos en plena contienda electoral por la presidencia en el 2017-2018.
Peña Nieto no necesitó más palabras. Empacó y se fue para quizá no volver, sino hasta la próxima elección presidencial. Allá lo esperaba Carlos Salinas de Gortari quien antes de que su archienemigo López Obrador asumiera el poder, ya se había ido.
LA DETENCIÓN DE JUAN COLLADO
La aprehensión del defensor del peñismo –de Enrique Peña, de Carlos Romero Deschamps y súmele usted a quien quiera- Juan Collado tiene muchas lecturas y las cito.
Si Andrés procesó a quien los defendía, no le puede esperar nada bueno a los priistas y ex priistas. Siguen ellos en la lista si no entienden esta durísima lección.
El Presidente tiene también mano derecha. Hasta ahora priistas, panistas, emecistas y empresarios se mostraban muy valientitos desafiando todo lo que hacía el Ejecutivo porque creían que no actuaría sobre ellos. Ya vieron que no con la actitud de Emilio Lozoya quien perseguido por el caso Odebrecht definió como dos de sus testigos a Enrique Peña y Luis Videgaray pero a estos les hicieron el favor de no citarlos. Eso se acabó: retornó la oferta que nadie puede rechazar: destierro, encierro o entierro. El puño de López Obrador también es de hierro.
Se estrechó el cerco. Antenoche Javier Duarte denunció que en el gobierno de Enrique Peña fue extorsionado desde la PGR o FGR. Que el pago de esa extorsión fue hecho por el ex presidente y que éste lo hizo “porque tiene cargo de conciencia”. Usted interprete esta última. Son tres denuncias en una.
Se anticipó la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y alguien aprovechó para agitar los mercados. Incluso quizá empezaron a fugar capitales, eso lo sabremos pronto. Entonces el presidente optó por darle la vuelta a la agenda y anticipó también la aprehensión de Collado.
Si usted se pregunta por las razones que expliquen la conducta desafiante y tolerada de Vicente Fox y de Felipe Calderón, así como la de los empresarios de las cúpulas que provocan a López Obrador todos los días, eso se debe a tres razones que sus adversarios ignoran: la primera, que Andrés Manuel proviene de la izquierda y ahí saben bien que la primer arma-virtud de un revolucionario es la paciencia; la segunda, es porque la estrategia presidencial era someter primero al PRI, que está en su mismo umbral de electores; la tercera es porque en realidad ni Fox ni Calderón ni la IP le representan problemas serios aún.
El ‘colladazo’ de López Obrador equivale al ‘quinazo’ de Carlos Salinas.
