A Fondo Jalisco
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Gabriel Torres Espinoza La Aldea

El Dios verdadero… el dinero

Gabriel Torres Espinoza

El presidente López Obrador expresó en su reunión con los pobladores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, que “el Dios verdadero de esta gente, es el dinero”. Se refirió a esos voraces de los negocios, incrustados en cargos del poder público, que planteaban como única solución al abasto del agua la inundación de estos tres pueblos, la violación de todos sus derechos, por lo que argumentaban, sería un ‘bien mayor’ (el suyo, desde luego). El sábado perdió el ‘cártel del agua’, con su amplia red de cómplices, beneficiarios de sobornos, comisiones y voceros. Después de toda esa hegemonía, finalmente fueron derrotados en una.

La decisión del presidente fue la del ‘deber ser’ que, en tiempo de campaña (cuando buscaban votos y les importaba la empatía con la gente), tanto Jorge Aristóteles, como Alfaro se comprometieron. El presidente de la República cumplió con su palabra. López Obrador dijo que “la buena nueva es decirles: no se van a inundar, y darles la garantía de que eso no va a suceder; explicar técnicamente por qué y asumir la responsabilidad de cualquier siniestro, de cualquier situación extraordinaria, algo no previsto, cualquier cosa que pudiese suceder, como una especie de seguro, donde el gobierno federal se compromete a hacerse cargo de daños posibles que con el tiempo pudiesen afectar a los tres pueblos. Firmaría ese compromiso y lo elevaríamos a rango de ley mediante un decreto para que estén completamente seguros de que no va a suceder nada que afecte a los pueblos, que no se van a inundar. De esta manera se lograría resolver el problema de abasto de agua en Los Altos y en Guadalajara, que hace falta resolverlo”.

Precisamente por esto, el presidente tiene ese arrastre y sostiene esa fuerza, que a muchos les parece aún inexplicable. En este asunto demostró congruencia, sensibilidad, empatía con los que son -y sabe que los son-, sus votantes. ‘Para las élites, su Dios es el dinero’, repitió el presidente. Efectivamente, parece que los únicos con capacidad de hacerse escuchar en México, son los interesados en los negocios, en la contratación de deuda -con dedicatoria a ellos mismos-, en los crecimientos irracionales de las ciudades para beneficio de unos cuántos, en detrimento del medio ambiente y de la calidad de vida de todos. En la apropiación de los recursos naturales. Todos los sectores deben ser escuchados, no solamente algunos constructores, de esos que trafican con influencias. La decisión del sábado, fue de justicia y solidaridad.

El titular de Conagua, Germán Martínez Santoyo asumió el compromiso del jefe del gobierno federal, y mediante comunicado refrendó que “no se trata únicamente de definir acciones de ingeniería y de carácter técnico. Se requiere trazar una solución en acuerdo con quienes viven en los poblados que podrían ser afectados”. De forma que aquellos que aspiran a ganar terreno en el legítimo e indispensable ejercicio de la oposición política en México, tal vez deban observar que no bastan los muchos errores que comete el presidente, para disputarle su amplio capital político. Para construir el propio, hace falta cultivar también la empatía, asumir la sensibilidad para escuchar a los que opinan diferente y resolver en justicia a los legítimos derechos de la población.

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