Por Manuel Gutiérrez
Desde la lectura de Emilio Uranga, el nacionalismo mexicano no había resultado tan profundo, tan rebelde ni tan atractivo como lo plasman los conceptos logrados por un autor conocedor de la estética y experto en la pintura del siglo XIX en México, organizando su trabajo como un similde origen religioso aprovechando las imágenes profanas, para explicar la ideología, el sustento del estado y los valoresnacionalistas, para lo cual aprovecha algunos relatos, con bases reales o ficticios que constituyen una narración de un México imaginado, pero por ello real plasmado en cuadros.
Alvaro Ruiz Rodilla, entrevistó en Nexos de agosto de 2024, al autor de libro: “La nación doliente. Imágenes profanas para una historia sagrada”. El autor es Tomás Pérez Vejo, mezcla el concepto de ciencia política, la ideología, el nacionalismo con la religión, en una introspección de la naturaleza del estado mexicano y su naturaleza humana, asícomo las ideas reales o imaginarias que le dan entidad a una idiosincrasia, que lo acerca con los mejores pensadores nacionales como Vasconcelos, el mismo Uranga, incluso llegando a Soledad Loaeza, contemporánea y actual.
Tomás tiene raíz de historiador, y mucho de sociólogo: “La nación es la base del orden contemporáneo, la historia contemporánea carece de sentido sin ese término, pero toda identidad nacional tiene un carácter narrativo y ficticio, no es la nación, se cree en la nación. Y la aplicación del nacionalismo, en el mundo actual, que es aceptada socialmente como algo positivo, aunque sea sustento de ideologías nocivas”.
Tomás amplia el concepto: “ Sin política no hay estado, sin estado no hay nación mexicana, aunque sea una comunidad de raza, lengua y cultura. México la nación doliente parte de un análisis iconográfico de cuadros de género específico, del siglo XIX: Es un reflejo del derecho de los muertos que se impone a los vivos, en formas de tradición y de cultura”.
“La pintura de historia, con la religiosa y la mitológica, constituye uno de los géneros mayores, en tanto los menores son el retrato, la costumbre y los paisajes…la pintura histórica es generada por el estado, en México es más pobre y más tardía que la ocurrida en los estados-nación de Europa”, y ese enfoque es la manera en que Tomás se acerca al arte mexicano, como lo hizo en su obra anterior: “España imaginada. Historia de la invención de una nación”, totalmente parte de su análisis individual, sobre el arte de España y sus pinturas, pero es deudor de otros autores anteriores, de forma inevitable hasta constituir una expresión de logro liberal para España y para México.
El análisis iconográfico, se centra en el qué y el por qué, no en el cómo, que es ya análisis de técnicas y procedimientos pictóricos es decir el significado. “Las pinturas son documentos históricos, no solo objetos artísticos, dos miradas diferentes, que se mueven en campos metodológicos distintos”. Una pintura dice mucho o todo de una época.
Tomás parte de la obra “El suplicio de Cuauhtémoc” por Izaguirre, en 1893: La expresión fácil, el color, las sombras como con las obras de Velasco, sus vistas del Valle de México, acabaron siendo un paisaje metafísico, con que la nación acabó identificándose (Desde el Porfiriato) es decir anclamos el significado en nuestra imaginación de ser México.
La causa muy desconocida por los profanos, está en la dirección de la Academia de San Carlos, madre de la plástica nacional: Optó por el nazarenismo – de origen catalán, conPelegrín Clavé- que es una forma rebelde ante lo académico, y se convirtió en un sello oficial. Esto se hizo una tendencia del arte mexicano y se reflejo en el espejo de la historia.
El efecto fue que lo extranjero, lo cosmopolita se convirtió en parte constructora del nacionalismo mexicano, aunque sean ideas paradójicas, si bien eran obras nacionales, estaban hechas dentro de los parámetros más precisos del arte internacional, era arte valioso universalmente al margen de su tema emocional o su cercanía a nosotros los mexicanos. ( Su valor, puede rebasar a su tema, siendo una joya mundial) pero tema es nuestro y influye en nuestra historia o en la manera de pensar.
Por ejemplo los cuadros: “Cristobal Colón en la corte de los Reyes Católicos, de Juan Cordero, y la obra El general Bravo perdona a 300 españoles, después de recibir la carta de que padre había sido asesinado por los españoles”.
Antes los títulos eran muy explícitos y completos, esta obra fue de Natal Pesado, pero fueron pintadas en Roma. Son nacionalistas, pero tienen un carácter internacional…una visión mexicana de dos momentos con España.
El concepto de imágenes profanas, acerca al nacionalismo con la religión: “ A finales del siglo XVIII el nacionalismo y el progreso desplazan al cristianismo como base. Según Hegel las funciones de la religión son: Mito, Estética y Moralidad, heredada de la tradición judeo-cristiana, así en México el arte se convierte en historia sagrada: Siguen la lógica del relato, pero cambian a las imágenes sagradas: Así Cuauhtémoc representa un desplazamiento de mesianismo, en cierta forma y se hace analogía con Jesús.
“Pero tanto uno como otro, mueren por nuestra salvación…uno es metafísico trascendental divino, el otro abuelo de un nacionalismo en ciernes, es un misterio doloroso, como los hay gozosos, y gloriosos, en que se espera el líder con el que se resucitará en el nacionalismo, o viendo las etapas históricas como nacimiento, -etapa prehispánica.- muerte, en la etapa de conquista, y resurrección en la independencia de México en un ciclo sin final, repetido sin cesar.
El factor clave de la pintura mexicana, incide forzosamente en la Virgen de Guadalupe. Pero no focalizó su aparición el arte mexicano como era de esperarse. Tomás dice al respecto: “Hay una ingente cantidad de mala literatura, pero en el debate histórico, se dejaron de lejos los procesos marianos del mundo católico, no sólo en México, sino desde Polonia a Argentina. Son asuntos mayores de la vida de las naciones. Y se constata una escasa pintura relacionada con la Virgen de Guadalupe. Por ejemplo, la Virgen de Guadalupe va asociada a Hidalgo, pero el protagonismo es del cura de Dolores, aunque esta sea importante en el levantamiento, pero el protagonismo es del Cura.
“Aunque la Virgen este enarbolada como estandarte, pero llega 1895 con la coronación de la Guadalupana, y se destacan sus imágenes: Es la reina de México, de todos, y constituye un puente a toda Hispanoamérica. Pero es una oposición iconográfica que cuestiona el relato liberal, pero es un nuevo tipo de voluntad de consenso entre los mexicanos…y otro impulso al arte religioso.
(El momento histórico en el Porfirismo, abre caminos a la tolerancia y la reconciliación luego del choque de reforma. La Iglesia vuelve a regir a los mexicanos como guía espiritual, pero Díaz mantiene la separación de religión y estado pero le permite volver socialmente).
La nación doliente es un desfile de cuadros, de temas, de pensadores y coleccionistas, como Felipe Sánchez Solís, pero están los historiadores del siglo desde Carlos Siguenzay Góngora, Francisco Xavier Clavijero, Echeverría, Veytía, Lucas Alamán, Anastasio Bustamante, hasta Mariano Otero, José María Roa, sin olvidar a Martí y a Altamirano…
“Siguenza y Clavijero, son hombres de letras, de ciencia, intelectuales que pusieron fin al monopolio eclesiástico de la descripción e interpretación, convirtiéndose en sacerdotes laicos de la nación. ( Preservaron los tesoros culturales prehispánicos en un brillante siglo XVII en México, de calidad que puede competir con la mejor cultura de España en ese momento colocada en el magno siglo de oro de Calderón de la Barca, de la Celestina de Fernando Rojas, de tantas obras de arte en todos los campos humanos, incluso con Velázquez y el Greco).
Que obra mandaría hacer un presidente populista como López Obrador, preguntó Alvaro Ruíz a Tomas. Su respuesta fue: “Estos ejercicios de imaginación resultan siempre complicados para un historiador. La historia es ciencia y los historiadores trabajamos con datos no con elucubraciones. Yo, solo tengo acceso a la imagen pública que López Obrador ha querido dar de si mismo, lo que como fuente histórica es poco fiable. Pocos jefes de estado parecen haberse preocupado tanto por explicar su visión de la historia de México, con las mañaneras convertidas en salón de clases y por fijar su lugar en la historia, pero su imagen parece coincidir con las pinturas décimononicas.
Agregó: “ Aparentemente cree en lo mismo que millones de mexicanos educados por el estado, que son verdades reveladas. ( Distorcionadas, mutiladas, huecas o falsas) Y Tampoco parece haber dudas que se atribuye a si mismo un lugar en esa historia mítica: El logotipo presidencial con los protagonistas de tres resurrecciones/transformaciones, están esperando que lo sumen como el protagonista de la cuarta…
“Lo imagino sobre todo como un Hidalgo victorioso, como el pintado por Fabres con motivo del Centenario de 1910, guiando a su pueblo, cuál nuevo Moisés, a la tierra prometida de la 4T, pero es posible que sabría que hacer con el estandarte de la Virgen de Guadalupe” explicó el historiador y pintor.
Definitivamente un protagonismo histórico, inevitable el de López Obrador, sólo que él quiere moldear su imagen, su texto y sus justificaciones, no las de los historiadores que observaron el odio, la polarización, la indiferencia a muchos temas nacionales que eran adversos o simplemente condenó,(por ejemplo las mujeres, la oposición, o los niños con cáncer) eran para él mínimos o inexistentes, ante los determinantes delirios y en su ambición política de centralizar el poder y marcar pautas por más de un sexenio.
Alvaro propone en sus cuestionamientos, posiciones, revela datos doctorales, como buen investigador y ensayista, del IIB-UNAM, lo que hace extensas las citas, pero si le quiere leer completa, busque ese número de nexos de agosto del 2024: Matices y sombras de una nación doliente.
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