Horacio Villaseñor Manzanedo
Que muchas personas vivan en un mismo territorio, económicamente, es ventaja, no dificultad. Si hay más gente, hay más necesidades, pero también más contribuciones. Lo más mal, en este caso, no es la falta de vivienda asequible; tampoco las inundaciones y el riesgo de ser arrastrado por la corriente, en época de lluvia; ni la ciudad hecha un asco, bolsas llenas de basura por todos lados; ni el tránsito lento o imposible, ni los motociclistas que hacen lo que se les antoja; ni la oscuridad de las colonias; ni el agua “chocolatada”; ni los hoyos; ni el cablerío colgando; o los árboles que pueden caerte encima; etc. Ni siquiera, lo peor es la indigencia o la delincuencia, no. No hay nada más peligroso que un ayuntamiento inservible, bueno para nada, integrado por directivos públicos ineptos que, no solo no resuelven, sino que dejan crecer los riesgos existentes poniendo a la sociedad en mayor peligro. Las calamidades metropolitanas que sufrimos no son “el problema”, sino la consecuencia de tener como “autoridades” a gente ignorante de la función pública, fanática y ambiciosa. Me explico; la razón de ser de todo gobierno municipal es gobernar el municipio, conducir y guiar su desarrollo. La constitución nacional sentencia, “[…] Cada Municipio será gobernado por un Ayuntamiento…”, lo que significa que, en el municipio, quien debe poner orden es el Ayuntamiento, nadie más. Este es el origen y causa de todos los males, si la o el presidente municipal no es buen administrador, alguien decente y preparado en economía y administración pública, con carácter, su actuar estará limitado, no será un ayuntamiento independiente ni autónomo y terminará, porque necesitará dinero, siendo pelele de los otros órdenes de gobierno. Un gobierno manipulable no gobierna, eso está sucediendo desde hace años en la zona metropolitana de Guadalajara, los ayuntamientos no pueden con su responsabilidad, no por falta de dinero sino por falta de capacidad de los “gobernantes”, la capacidad institucional existe, el marco legal es bueno, pero es nada sin gente inteligente. Sin efectividad administrativa, nunca habrá dinero que alcance porque, sencillamente, se pierde, se desperdicia o se lo roban. Por cierto, Guadalajara, en el pasado, tuvo gobernantes civilizados y cultos, que demostraron que la eficiencia pública significa que el recurso público no sobra ni falta, sino que es equilibrio entre el ingreso y egreso, eficiencia es suficiencia. Entonces, ¿por qué, ahora, no hay vivienda asequible si antes hubo?; ¿por qué no construyen drenaje suficiente?; ¿por qué no recogen la basura por la noche?; ¿por qué el transporte público no ofrece un servicio mejor que el que me da un automóvil particular?; ¿por qué no pueden hacer que llegue agua potable a los domicilios?, o ¿por qué no pueden garantizar ciudades seguras?, etc., simplemente por ignorancia en temas de gobierno. La metrópoli, la gran ciudad, debe atenderse dividiéndola, simplificándola, con visión fractal; no globalizándola, intermunicipalizándola o metropolizándola. Integrar en un todo cosas diversas, es tonto, ni las colonias son iguales, la diversidad municipal es real. Lo metropolitano gubernamental no es lo metropolitano territorial. El Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN), como lo conducen actualmente, solo ha servido para tirar más dinero, distraer a los ayuntamientos de sus obligaciones y engañar a la sociedad con la falsa creencia de que es la esperanza de la metrópoli. La ineptitud de los directivos públicos actuales es realmente el peor desastre metropolitano. Ni hablar.
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