Arq: Jorge Eduardo García
¡Urbanizarte! Los mercados municipales verdaderamente eran un espacio social, ahora sólo son un monton de problemas.
La modernidad ha terminado con estos espacios públicos, las tiendas de conveniencia, mini mercados, súper mercados y farmacias de multiservicios y tianguis han provocado por los usuarios, una muerte lenta y agónica a los mercados municipales, la finalidad de un mercado público municipal es, principalmente, la de ofrecer productos del campo a la ciudad, a precios accesibles, los “mercaditos” eran un apoyo a la economía familiar, de esa manera se podía preveer la desnutrición al hacer accesibles los productos.
Hoy los mercados municipales, son el recuerdo de la Guadalajara social, mejor dicho popular, era el reflejo de un gobierno interesado y cercano a las necesidades básicas de la gente, no sé en qué momento las instituciones dejaron de tener vida, los gobiernos sociales ya no existen.
Otro cáncer, son las “organizaciones” políticas que acotan estos espacios, los “líderes” de barrio o caifanes, mal vivieron regenteando a los comerciantes de los mercados, por lo que hasta los baños públicos eran consecionados, en pocas palabras son espacios insalubres que terminan siendo la caja chica de algún funcionario.
Hoy el Ramón Corona Fashion Mall intenta ser un híbrido que sepulcra los escombros de la espantosa obra de Julio de la Peña, la paradoja del Fashion Mall es, que pensábamos que no podría ser peor y Fernández lo logró, además de mal construido, tiene deficiencias de proyecto, no invita a la gente a hacer un recorrido por todas y cada una de sus áreas, es infuncional, así como lo dije y lo sostengo, la enseñanza que sembró en mí el Arquitecto Ricardo Legorreta, “El Médico entierra todos sus errores y un Arquitecto los verá toda su vida” las autoridades deben evaluar qué harán con todos y cada uno de los espacios que están abandonados y en ruinas, la gente necesita volver a consumir, necesita acceso a la comida de calidad a buen precio, no sólo otorguen licencias de 24 horas a las empresas que han exterminado con el refugio económico de la clase media, que al final son los que compran.
Si no pueden con ellos, valdría la pena estudiar la concesión de los mercados para que vuelvan a ser útiles y ya no ardan por su pésimo estado de conservación.
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