Por Horacio Villaseñor Manzanedo.
Nos hemos acostumbrado y vemos como normal vivir en una metrópoli con abundantes baches, basura, hojarasca, tierra, escombro, maleza, graffiti, propaganda adosada en todas partes, volantes publicitarios tirados, autos abandonados, pasos a desnivel y avenidas sin barrer, fuentes sucias; señalamientos, camellones, parques y jardines, plazas, edificios públicos, postes, barandales, bancas, bolardos y machuelos dañados, deteriorados y sin mantenimiento oportuno, y, el pretexto de siempre ¡no hay dinero! Lo que no hay es capacidad, preparación ni experiencia en la función pública. Súmenle, a todas estas deficiencias e insuficiencias, que además tenemos que sufrir y aguantar el escenario cotidiano de “apartalugares”, “limpiaparabrisas”, “indigentes”, “malabaristas”, “paracaidistas”, “viviendas improvisadas” y “vendedores informales” de todo, en cada semáforo y calles de la gran ciudad. Se han agravado los problemas, inseguridad y pobreza; todos los días observamos arbitrariedades, injusticias y corrupción de “funcionarios”; servicios públicos de calidad inestable, muy mala o inexistentes y políticas públicas que no dan ni darán el resultado deseado porque la administración y la gestión pública, que las implementa, no funcionan. No funcionan porque “se ha enfocado mal a flecha”, erróneamente se cree que el problema es la corrupción, pero en realidad es la ineptitud de directivos públicos que no tienen más mérito para ocupar encargos públicos, que el de pertenecer al grupo de conocidos o familiares que colaboraron en la campaña política que ganó, y que siguen siendo necesarios para intentar ganar la chamba que sigue, después de concluir el actual encargo. Los espacios públicos siempre están sucios o, en el mejor de los casos, mal atendidos porque se conserva una organización institucional del siglo antepasado, a cada dependencia municipal le toca hacer sólo una parte, y hemos escuchado, “eso no me toca a mí” y se lo dejan “al que le toca”, según creen. La idea de nombrar encargado de zona, denominados gerentes, falló igual que toda ocurrencia de gente improvisada, la idea hubiera sido eficaz si el nuevo modelo lo hubiera diseñado, gente seria, preparada y con experiencia local. La ciudad está hecha un asco y un caos, los gerentes no resolvieron ni resolverán nada esencial, un año es suficiente para probarlo, la eficacia se nota inmediatamente, el objetivo no debió ser atender a los presidentes de colonias, con visión política, sino reorganizar la función pública integral, con visión administrativa, iniciando por la elaboración de las bases legales para dar orden y lograr que los servicios públicos municipales, todos, se otorguen en inmejorables condiciones. Para innovar se requiere de expertos, no de improvisados amigos de alguien que, en la mayoría de los casos, su función es de “paleros” del jefe. En su peor momento, Guadalajara cumple 478 años de su fundación, pasó a ser, de la hermosa ciudad de los años 80 a una que pronto será el peor lugar para vivir y legado para nuestros hijos y nietos. Ni modo.