Por Manuel Gutiérrez
El mundo se mueve por la riqueza, y desea invertir en lo que pueda generarla. El deporte show, sea futbol, golf, tenis, carreras de autos y la sagrada F-1, eventos de gran alcance, peleas de box ahora son susceptibles de ser financiadas por instituciones de inversión, de Bancos o de Fondos que se organizan con tal fin.
En México, la puerta la abrió el Club América, que ya hemos informado anteriormente, pero lo que ocurre en diversos países del mundo, muestran a donde va la tendencia, y que en México no tarda en organizarse un fondo financiero o una casa de inversión que se comprometa a la invertir en el deporte, sobre todo el que tiene millones de seguidores y es un show multitudinario.
El concepto de “fanático” se convierte en materia mercantil en “cliente adicto” y el deporte está saturado de eso precisamente. En México, ya algunos eventos musicales o deportivos son financiados en su montaje y venta, así como en financiamiento para el pago de la asistencia a instituciones de crédito, que incluso ponen días preferenciales para sus tenedores de tarjetas, como un plus por ser fieles y les otorgan lugares cotizados.
Santander por ejemplo mueve la venta del Gran Premio de México, en otros sentidos promocionales Banamex se suma a ello. Pero los conciertos de figuras como Luis Miguel o Alejandro Fernández, Shakira que es por sí misma ahora un producto de inversión, en que ofrece bonos accionarios sobre sus ingresos futuros y ganancias y así hay otras estrellas.
Estamos en el momento del despegue en México de inversores en el deporte show, profesional o de calidad Premium, que sea capaz de despertar interés, participaciones de poderosos sponsors y de alguna manera, convierten a las instituciones con escenarios como estadios de futbol, escenarios de basquetbol, gimnasios en que pueda usarse tribuna, y albercas olímpicas, en fuentes de ingreso. Todo, absolutamente todo el deporte en todas sus ramas es dinero.
Deportes tan raros, como la escalada y la escalada libre en montañas, consiguen patrocinios, filman sus ascensos y descensos, y de ser posible sus tragedias.
Las inmersiones y clavados extremos, así como deportes singulares de riesgo que apoya la marca austriaca Red Bull, de patinetas, bicicletas de salto o acrobacia, motociclismo de retos, saltos de esquí de locos, todo está convertido en un potencial atractivo que puede dar dinero, incluso la vilipendiada fiesta brava, que tiene mucha salud en Europa en España y Francia, en los escenarios permitidos mantiene un gran atractivo comercial.
En México decíamos en una entrega anterior que hay un gran interés potencial de magnates interesados en el deporte, desde los Slim en la F-1, al difunto Carlos Bremer, pero hay figuras destacadas y ricas que tienen recursos para invertir en su juego favorito, como el propio Checo Pérez, que anuncia de todo en una saturación nacional de su imagen, que cada día es más cara.
Si el deporte está cambiando aceleradamente en el siglo XXI, la creación de una figura deportiva y su consumación al más alto nivel, también puede merecer la atención financiera, ser promovida y apoyada en su preparación, fogueo al más alto nivel, para posteriormente cosechar los lauros que represente ser una figura de alcance mundial.
Por ejemplo, cada vez más marcas comerciales desde yogurth, alimentos, o marcas de ropa eligen figuras deportivas mexicanas. La gimnasta mexicana Alexa Moreno, ya tiene un buen comercial, es un buen indicio pero hace falta un paso colosal o nuestras nadadoras sincronizadas, ninguneadas por la sospechosa de corrupción de CONADE, Ana Guevara, enviadas a vender sus calzones o Avón. Que rupestre visión de la autoridad deportiva mexicana.
La capacidad de inversión en deporte en capital humano. Es decir, esto ya está ocurriendo en deportes como el futbol o el boxeo. Hay figuras que cuentan con amplio respaldo promocional y su apoyo financiero facilitan los momentos de escalamiento en sus carreras que preferencialmente los lanzan y los hacen a su ver, productos comerciales. El “Canelo” Alvarez, es uno de esos ejemplos, aunque el ahora podría ser pionero en el campo de la compra de cartas deportivas, invertir en ellos y recuperar fondos y ganancias, en su realización y posterior comercialización.
Esto no es nuevo, ocurre en el futbol mexicano. Me viene a la memoria el caso de Guillermo Lara, que tenía como “promotor” o “agente representante” de futbolistas cartas tan costosas como la del mismo Lavolpe, o de figuras claves del futbol mexicano.
Era tan efectivo el reconocimiento a su labor de venta y colocación de jugadores, que clubes deportivos lo contrataban bajo un cargo de simbolismo pero cuya finalidad era tener la preferencia en las opciones de mercadeo del promotor.
Guillermo Lara, por ejemplo no llegó a cobrar los cheques que le daba la Universidad de Guadalajara, -me los mostraba- por considerarla institución pública, de orden social, y porque sus porcentajes de transferencias de jugadores, las recompensas, eran más que suficientes como buen pago de su trabajo.
Los clubes mexicanos que tienen cantera, en realidad invierten cientos de miles de pesos en la formación de jóvenes, desde todos los aspectos, nutrición, psicología, preparación física, y especialización técnica en su puesto de futbol, pero si uno de esos clubes con cantera logra colocar uno o varios de sus elementos, el club que fomentó y patrocinó esa carrera, recupera fondos con creces o deben hacerlo para tener finanzas sanas.
Entonces, el mercado financiero ya existe, pero es “subterráneo” o secreto de voces entre promotores, directivos de futbol y hasta entrenadores, diversos agentes financieros que manejan prospectos, proyectos, carreras o cartas de jugadores.
Pero que sucederá cuando una casa financiera publique como entre sus valores de mercado, los nombres que su promotora tiene en exclusividad de contratación y representación. De entrada estar entre esos mencionados es un avance importante.
Si añadimos que la institución, ofrezca acciones sobre dicha carrera, o administre su contratación, de manera profesional, bajo los procedimientos financieros, tendremos una meca nueva del deporte.
Un Banco x, por ejemplo puede comprar a una institución deportiva, un grupo o generación de ciertos jugadores. El Club repone sus ingresos y sigue con su labor, los beneficiarios siguen con su carrera y el mecenas, también recibe ganancias. El desarrollo es el premio de todos.
Obviamente hay riesgos naturales del deporte, de accidentes diversos, actitudes antideportivas, enfermedades y otros factores que pueden truncar el proyecto y generar pérdidas o gente que se achica en el gran escenario o que no supera sus deficiencias competitivas a nivel profesional.
Pero si un porcentaje razonable se consuma la venta de esos jugadores, el Banco X quedará recompensado ampliamente. Los clubes actualmente hacen eso con sus jugadores y el indicador de prestigio mayor, es la llamada “selección nacional” que por convocar hace que suba la plusvalía de un jugador, por ser parte del equipo en eventos internacionales.
De ahí se ha derivado un vicio mexicano que la selección es más escaparate de valores que de resultados futbolísticos. Los criterios de popularidad y de valor comercial, acentúan que un jugador tenga más respaldo que otro que depende solamente del futbol como su base.
Es decir, hay jugadores que no hacen ya gran cosa, pero el nombre pesa, la camiseta, y el participar con records de convocatoria en la nacional y ser reconocidos publicitariamente.
Por ello los grandes clubes, las televisoras meten su cuchara en este proceso, lo que contribuye a generar una serie de anomalías que mantienen a ciertos jugadores como intocables por su rentabilidad.
Un ejemplo, es Guillermo Ochoa, líder de la escuadra, portero internacional aunque en un equipo en apuros de Europa, y finalmente, con cualidades pero que podría tener disputa de su puesto por otros más jóvenes, pero no tan publicitados, carismáticos y con respaldos comerciales que apuntalan su permanencia. En que momento debe salir, bajo que criterios, es la cuestión.
¿Qué ocurrirá cuando la Femexfut ceda el manejo de ese rico negocio a una emprendedora financiera, capaz de comprar con sobrados recursos hasta el equipo nacional o concesionarlo, con ganancias para los directivos que son motivados precisamente por ese fin?
Total venden bien, que más da, quién compre. Más una entidad regulada oficialmente, en su actividad fiscal y bajo normas financieras. Y tienen un Mundial para vender.
Los que compren serán adquirentes relacionados con el deporte, finalmente porque ese es la condición esencial una armadora de microcircuitos no necesita un equipo deportivo profesional, bajo sus propósitos primarios, los buscará primeramente el mismo deporte competitivo que buscará a golpe de cartera, lo mejor del mercado y sobre la oferta y la demanda como regulador.
Pero México no va a tardar mucho en tener una serie de empresas inversoras en el deporte profesional.
De hecho mencionaba el dato que Universidades privadas y muchas públicas que ya están metidas, aspiran a desarrollarse en el deporte profesional, como negocio e imagen de su institución y tienen capacidad, interés en invertir, adicionalmente capital humano tanto para dirigir, como jóvenes con talentos a desarrollar, en algunos casos infraestructuras funcionales como estadios, o escenarios de alto nivel para el deporte, vamos hasta Universidades orientadas a las carreras relativas al deporte, la preparación física, el futbol y otras como Pachuca.
Este será el sello mundial del deporte. Nos guste o no, pero los accionistas no tardarán en llegar, de hecho ya lo hicieron, los tenedores de acciones del Club América, que puede crear de manera paralela una entidad financiera para promover, desarrollar y vender deporte, show en todas sus facetas.
Pero no es único, y en México hay por ejemplo sindicatos o grupos con capacidades de inversión deportiva, no su finalidad, pero que atendían como oferta social, la creación de instalaciones deportivas, caso del IMSS que ahora no le alcanza para abastecer las recetas de medicinas, menos para construir lugares como Oaxtepec, antes de gran prestigio, o tener al Atlante.
Son muchos posibles postores que pueden interesarse en deporte profesional si les dan acceso o se convierte en una oferta pública y legal por una gestora especializada, incluso público que encuentre más saludables esas inversiones que en Pemex, en el caso del mercado mexicano.
Esto puede ser muy bueno, y tener resultados positivos en materia deportiva, como ha logrado por ejemplo España, que ha logrado oro olímpico o títulos mundiales por ese interés de invertir en el deporte, individual o de conjunto, con más recursos, más ingreso a los deportistas y una mejor comercialización.
El Barón Pierre de Coubertain fue otra época el amateurismo es sólo una etapa de una profesionalización inevitable.
Por ejemplo Jalisco comienza apoyando a los campeones de mañana desde los juegos infantiles y juveniles nacionales, en instalaciones, entrenadores, atención y apoyos para que se dediquen a su disciplina, que por eso se llama así, es demandante. El Estado recupera cumpliendo un objetivo social, y mejorando las condiciones de bienestar general en el futuro.
Donovan Carrillo, en un deporte sobre hielo, sabe lo que cada logro le cuesta, mucho antes de pararse a competir y como ha batallado para encontrar apoyos e instalaciones. Un boxeador gasta una gran cuenta antes de subir a escuchar la primera campanada del primer round. Incluso prepararse para un combate en artes marciales, de buen nivel lleva un fuerte gasto.
Y menos en el siglo XXI aquí todo empieza y termina con dinero para hacer hazañas deportivas; cada triunfo representa un dineral aportado y gran esfuerzo conjunto de una sociedad y un protagonista de conjunto o individual para lograrlo. Un título cuesta, en nómina, facilidades, e imagen, mucho más de lo que suponemos, y debe ser rentable alcanzarlo, las coronas por eso deben ser de oro.
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