Horacio Villaseñor Manzanedo
Por lo general, los “gobernantes” son muy tontos, pero ojalá no lo fueran tanto, porque al no solucionar problema público alguno, se convirtieron en el mayor riesgo para la población. Los gobiernos fueron creadospara solucionar problemas generales, esos que suceden en el espacio público. Un gobierno que no puede solucionar lo evidente y previsible, imprevistos menos. Si no puede tapar un hoyo, que ni se esconde ni huye, ¿qué podría hacer para evitar problemas complejos?, ¡nada! Ese es el dilema que se sufre con “gobernantes” que no le entienden a la administración gubernamental. Son tan tontos, que creen que hacer obra pública les luce, cuando lo que hace lucir a un alcalde y sus regidores es la administración, la eficiencia en el manejo de los recursos, las obras públicas son solo el resultado. Me explico; en las escrituras sagradas se observa la siguiente afirmación:
“Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16) forma parte de las enseñanzas de Jesús sobre cómo reconocer a los verdaderos seguidores y evitar a los falsos profetas. A partir del versículo 15, leemos este contexto: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:15-20).
Para la administración pública, gobernar es administrar y administrar, lo público, es poder otorgar seguridad a la sociedad a través de servicios que sirven, manteniendo equilibrio entre ingreso y egreso de los dineros públicos. Endeudar el erario, para construir obra pública, no tiene gracia, ni chiste alguno. Esos “políticos” que presumen que construyeron algo, con empréstitos o participaciones de otros órdenes de gobierno, son una vergüenza y solo hacen el ridículo, son “falsos profetas…vestidos de oveja”. Las obras públicas construidas reestructurando deudas, no son “buenos frutos”, por lo tanto, provienen de un “árbol malo”, construir pidiendo prestado, cualquiera lo puede hacer, no se necesita de un administrador destacado.Evidentemente, ahora, solo gobiernan “cualquieras”.En Guadalajara, existió un alcalde-administrador, de los que ya no hay, sucedió entre los años 1980 y 1982. El ayuntamiento presidido por Enrique Ibarra Pedroza, en 2018, lo reconoció develando bajo el puente “Matute Remus”, en la Av. Lázaro Cárdenas, en su cruce con la Av. López Mateos, la estatua de mi tío, Don Arnulfo Villaseñor Saavedra, considerado, por propios y extraños, como el mejor presidente municipal que ha tenido Guadalajara y cuyo legadomás conocido es precisamente la avenida Lázaro Cárdenas, obra que inició y concluyó en los tres años de su administración y con recursos del propio municipio, sin recurrir a endeudamiento alguno y sin dejar pago pendiente por hacer, por cierto, el actual ayuntamiento no puede ni reponer la placa con su nombre, robada hace más de dos años, del pedestal de su estatua. A Don Arnulfo no se le recuerda por una calle, sino porque su talento para administrar y cuidar los dineros ajenos, permitió que pagara las deudas heredadas por los gobernantes anteriores a él, que en tres años hiciera todo lo que tenía que hacer, adquirió grandes predios privados para convertirlos en parquespúblicos, aumentó sueldos de los empleados, equipó a las dependencias municipales con vehículos nuevos, construyó infraestructura hidráulica, nuevos edificiospara dar mejores servicios, un nuevo panteón, oficinas, archivos, mercados, unidades deportivas,registros civiles, un planetario con la tecnología más moderna del momento, etc., cosa que no pueden lograr los de ahora ni gobernando el doble de tiempo, seis años, con la ridícula y absurda reelección de alcaldes. Además, a Don Arnulfo le sobró dinero y, obvio, lo dejó en las arcas municipales para que sirviera a los ayuntamientos que siguieron después de él. La administración es la obra, las obras públicas los frutos. ¡Aprendan!
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