Salvador Guerrero Chiprés
Algunas lecturas se derivan de inmediato del nombramiento del nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López, la incorporación al Senado de Olga Sánchez Cordero y la asunción al gobierno de Tabasco de Raúl Ojeda Zubieta.
Quien quiera buscar en Leonardo Morlino —uno de los autores más comentados en materia de análisis de cambio de régimen— encontrará validez acentuada de algunos de sus criterios: modificación en la relación con los actores convencionales de poder, reestructura de vínculos entre los tres poderes, modificaciones y grados de ausencia o presencia del autoritarismo preexistente de la clase política dominante.
Hay que agregar las variaciones respecto del pasado en materia de género y sus implicaciones cuando se es parte del Poder Ejecutivo. Cambian los criterios de predominio regional de la integración del poder político federal.
Incluso se modifica el control de la comunicación que hace posible que un senador, en este caso Ricardo Monreal, se anticipe a la formalización del anuncio que normalmente correspondía al presidente de la República.
Propongo tres matices y elementos en perspectiva.
Primero, existe una determinación para fortalecer un mensaje de consolidación del grupo central, proveniente de la entidad de origen del primer mandatario, y la voluntad consiguiente de mantener un cambio de régimen con los más cercanos, leales y entrañables. Un mensaje que tiene diversos impactos en una variedad de oficinas de quienes son actores vertebrales del quehacer público de nuestros días.
Segundo, el cambio de régimen es más importante que las expectativas de recambio de personas. Algunos observadores adelantaban desde el inicio de la actual administración promociones premonitorias. Estas habrían de ocurrir a la mitad del sexenio, con nombramientos para sugerir precandidatos adelantados o para significar los rumbos probables de la futura voluntad presidencial en la expectativa de 2024. No se realizarán como se pronosticaban. No existe promoción de cuadros inmediatos en las colindancias o interiores de Palacio Nacional: el poder de la sucesión —y los tiempos de su ejercicio—son del primer mandatario.
Tercero, guste o disguste, el cambio de régimen ya incluyó, para el análisis histórico de los nombramientos de gabinetes presidenciales, la promoción de una mujer al frente de la Secretaría de Gobernación. Es indudable no solo que un techo de cristal fue roto, sino que el compromiso de la ahora Senadora Sánchez Cordero con la visibilización y combate frontal a delitos como la violencia familiar, violencia de género y trata de personas abrió espacio a una articulación que ha trascendido del discurso a la acción, especialmente en su orquestación con organismos de la sociedad civil. Desde el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de Ciudad de México valoramos y reconocemos su permanente disposición a escuchar y sumar esfuerzos.
Salvador Guerrero Chiprés*
@guerrerochipres
*Consejero presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de Ciudad de México.
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