Salvador Guerrero Chiprés*
Hay un cambio de época global con la convergencia amenazante de todo tipo de crisis, con una nueva generación y expectativas distintas y con viejos temas sin resolver: racismo, desigualdad, excesos policiales y una ciudadanía expectante a favor del orden y el fortalecimiento del Estado de Derecho. En ninguna ciudad del mundo podremos ya respirar “el mismo aire” de antes de la pandemia.
Desde la ciudadanía —clasemedieros, empresarios, gobernantes y desempleados, todos incluidos— asumimos que nueva identidad, vínculos y acuerdos reconstruidos son tan indispensables como inaceptables son las inercias previas donde había ausencia de conciliación familiar, abusos de género, presencia creciente de organismos delictivos con capacidades de afectación sangrienta del tejido social y aquellos depredadores del fraude, la extorsión o el robo.
El escenario convulso y la ebullición de Minneapolis difícilmente se extenderá como virus de contrapeso por el mundo, sin embargo, contribuye a establecer una agenda que influirá en las propias dinámicas de reacomodo social y fortalecimiento institucional que se tratan de construir desde todo centro urbano.
La furia desatada por la acción policial racista que tomó la vida de George Floyd, acompañada por el activismo y la emergencia de una nueva generación de inconformes en una combinación de crisis social, sanitaria y preelectoral en Estados Unidos advierte acerca de los riesgos que para la gobernanza y la gobernabiidad tiene la convergencia de conflictos.
En nombre de Floyd y de otros integrantes de la comunidad afroamericana víctimas del racismo en el hegemón, durante toda la semana jóvenes en Francia, Israel, Palestina o Argentina salieron a las calles para exigir justicia. Después nos enteramos del asesinato de Giovanni a manos de agentes de la Policía de Ixtlahuacán de los Membrillos, en Jalisco.
Respecto de una acción como la reprobable y claramente punible de los elementos de la Policía que patearon a Melani en Polanco, recordemos que todos los elementos de las corporaciones policiales están obligados no solamente a actuar con responsabilidad, apego a la ley, con conocimiento del Manual del Uso Legítimo de la Fuerza y con respeto a las instrucciones de su primer jefe, tanto el titular de la corporación, el jefe del operativo y por supuesto, de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien contundente y oportunamente exigió cuentas a los mandos correspondientes.
La sincronización tumultuaria de elementos está latente. Lo mejor es siempre coordinación basada en la ley, inteligencia policial, prevención ante provocaciones de grupos cuya clave de identidad es generar una detonación de conflicto exponencial. Necesitamos un debate ciudadano informado y equilibrado.
Sheinbaum lo reitera claramente: ya no es aceptable ni la corrupción ni la falta de capacidades técnicas reales para enfrentar a la nueva calle que implica la nueva normalidad, incluso con sus viejas provocaciones.
@guerrerochipres
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