Horacio Villaseñor Manzanedo
En realidad, el comportamiento debido o indebido es un asunto situacional, si el gobierno sirve es una condición, si no, el contexto será otro. Si no gobierna, si no funciona será una situación distinta y obligará a la gente a buscar alternativas para solucionar problemas. Las reglas, leyes y normas, ayudan mucho para la convivencia común, pero tienen que vivirse en la acción, en la situación social real, con o sin autoridades capaces. Actuar moralmente es actuar bajo un proceso de razonamiento, eventualmente ambiguo. En México, “la palanca” es un mecanismo informal para resolver problemas que, por ineptitud gubernamental, los mecanismos formales, reales y legales no funcionan. Me explico: Cuando la “autoridad” no tiene capacidad para cumplir con su obligación o es muy lenta, entonces racionalizamos, justificamos, calculamos los costos de irnos por los caminos formal o informal y si tienes conocidos en el gobierno, determinas lo que es mejor para solucionar el problema común que te afecta. Por ejemplo, frente al lugar donde vivo, del otro lado de la calle, existe un gran árbol de la especie hule que como nadie lo poda, creció tanto que si se cae atravesaría el arroyo de la calle y dañaría mi propiedad.
Para prever un desastre, la vecina, aunque ella no plantó el árbol en la banqueta, lo hizo el ayuntamiento y no le preguntó si estaba de acuerdo, debe solicitar un dictamen para conseguir autorización de intervenirlo, cosa obvia a simple vista, la poda le cuesta alrededor de treinta mil pesos. Platicando con ella, me aseguró que desde hace años hizo el trámite, pero que no dispone de esa cantidad de dinero, dijo: “me alimento o lo podo”. Prefirió esperar a que el árbol se caiga.
Responsabilizar a los propietarios de casa, del mantenimiento de árboles que están en la vía pública es irresponsable, fue una ocurrencia tonta de algunos regidores improvisados, de esos que abundan. Los ayuntamientos no deben plantar árboles donde puedan con el discurso romántico de la reforestación, convirtiendo camellones y banquetas en viveros desordenados y dañinos, deben asegurar los metros cuadrados de áreas verdes necesarias por habitante, recomendados por las organizaciones de salud y eso significa construir bosques, parques y jardines urbanos. Así como un desarrollador privado, para hacer negocio, compra casas y las tumba para hacer torres, el gobierno municipal debe adquirir predios, también tumbar lo que haya y hacer áreas verdes para el solaz, esparcimiento y calidad de vida de la gente. El gigantesco árbol, allí sigue y si se desea evitar una desgracia, racionalmente solo hay un camino, “la palanca”. Sencillamente, hay que pedirle a un “funcionario” conocido su intervención, él se encargará y ese mismo día, por la tarde llegarán por lo menos, dos cuadrillas municipales, de parques y jardines, lo cortaran y si les ofreces dinero, hasta te dirán “jefe, cómo quiere que quede”, lo podarán como indiques y gustes. Recogerán todo e informarán al “funcionario” que ya quedó atendido el asunto. Al día siguiente, ese mismo funcionario te enviará mensaje diciéndote lo mismo, “ya quedó” y le darás las gracias. Con “la palanca”, cada uno hace lo que se le antoja y todos contentos; la sociedad corre menos peligro, la vecina no dejó de comer ni se endeudó, yo protegí mi patrimonio, el “funcionario” hizo un favor, los empleados recibieron su dádiva y el o la alcaldesa ni se enteró de nada, creyendo, ingenua y fantasiosamente, que gobierna y todo está bien. Ni hablar.
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