Horacio Villaseñor Manzanedo*
Como toda ciudad, con el paso de los años Guadalajara se ha transformado, la gente también ha tenido que adaptarse, vive como puede y donde puede, se acomoda, es libre de hacer lo que le venga en gana, en cambio una organización inventada para otorgar servicios que sirvan, el ayuntamiento, no debe hacer lo que pueda donde pueda, sino que su función es solucionar para vivir y convivir seguros, con calidad, con o sin cooperación de la gente, sus tareas son legalmente exclusivas o concurrentes, no corresponsables. En el caso de los desechos sólidos, todos del tipo que sea, deben tener salida y el fenómeno metropolitano, por cierto, benéfico para un administrador, ocasionó aumento en la generación de las basuras, lo único que había que hacer era también aumentar la capacidad para barrerlos, recolectarlos, almacenarlos, transportarlos, tratarlos y eliminarlos adecuadamente, lo que por ignorancia no se hizo. Realmente era sencillo, pero no cualquiera lo puede hacer, se debe tener experiencia, saber administración y organización pública. Me explico: A los gobiernos no les debe faltar dinero y menos adquirir deuda, deben diseñar el corporativo y los procesos que garantizan, por mucho tiempo, buenos servicios; saber cuánto costará, eso es el egreso, e; imponer el ingreso público necesario, el impuesto, y algunas otras premisas administrativas que dan viabilidad. ¡Alto! No estoy diciendo que hay que subir los impuestos, porque al crecer la ciudad, creció también el ingreso público, lo que estoy diciendo es que el ayuntamiento debe ser eficaz, hábil en sus actividades de cobro y así obtener los ingresos estimados, debe trabajar en lugar de dar lamentables espectáculos. Bajar el gasto corriente, que por cierto hay muchas maneras eficaces, evitar gastos superfluos y la pérdida o robo de recursos. Lo que ocasionó el “malísimo servicio” de limpia en Guadalajara, fue la falta de conocimiento en la materia, hoy se realiza como se hacía hace cincuenta años, cuando en los 70’ síresolvía porque la ciudad era otra, entonces la ciudad se observaba limpia, pero las técnicas viejas, hoy solo son “aspirinas”. Concesionar el servicio, fue muy mala idea, económica y políticamente cuesta más encargar a los privados la tarea, el gobierno municipal debe prestar directamente todos los servicios que se otorgan diariamente, solo debe encargar a privados tareas eventuales. Por cierto, lo que la actual “administración” hará, arrendar vehículos recolectores que también se utilizan día a día, es otro error garrafal, deben adquirirse y deshacerse de ellos antes de que cueste más su conservación por reparaciones, lo que típicamente sucede alrededor de los ocho años de servicio. Otro tremendo disparate es seguir recogiendo las bolsas de basura doméstica durante el día, antes no existía el tránsito que hoy se observa, deben pasar por ellas diariamente y por la noche. El combustible que utilizan los camiones de aseo también cuesta y seguir utilizándolos para llevar los residuos a los tiraderos, basureros o rellenos sanitarios, que naturalmente, cada vez, quedan más lejos de las áreas donde se generan, es tonto porque crece el gasto por transporte, un administrador baja costos, no los aumenta. Vamos tarde, pero hay que rediseñar el sistema ochentero del servicio de limpia, no haciéndolo intermunicipal o metropolitano, la moda actual, porque eso no resuelve y solo se pierde dinero, además no habrá a quien reclamar porque, así, las alcaldesas o alcaldes diluyen su responsabilidad. Deben pensar la solución en sentido contrario, fractalmente e integrartecnología moderna de incineración de residuos. El reciclaje sin mercado no sirve y la idea de reducir la generación per-cápita de basura, es un disparate. No se está pensando nada de lo que se debe hacer, solo ociosas ocurrencias. Noten que, el énfasis debe estar en la técnica económica, los políticos que han trascendido en nuestra ciudad, como mis tíos Jorge Matute Remus y Arnulfo Villaseñor Saavedra, además de políticos queridos, fueron reconocidos administradores, la basura no es problema, la torpeza sí. Ni hablar.
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