Por Arq. Jorge Eduardo García
¡Así las cosas! Los valientes visionarios que invirtieron para hacer realidad el Corona Fashion Mall sólo han visto las de Caín.
Es cierto, todos los negocios tienen riesgo, todo negocio implica un estudio financiero el cual da la factibilidad de ser negocio o no; algo salió mal desde su planteamiento, malas decisiones técnicas, exceso de todólogos, un proyecto deficiente y espantoso, los intereses de Ernesto Salomón, Ramiro Hernández, Eugenio Ruiz Orozco y Pedro Ruiz, sin olvidar el tema electoral, llevaron a colapsar una obra de trienio que el Ayuntamiento de Guadalajara o el gobierno del Estado “NO” pagaron.
Los inversionistas más allá de apostar por sus ahorros, utilizaron créditos bancarios, los cuales los intereses ya los están apalancando aún más.
El “Mercado” Corona no era posible abrirlo, utilizarlo, porque aún hasta la fecha no ha sido recibido por el Presidente de Guadalajara, eso si, ya instalaron una comisión, que la preside Carlos Gustavo Curiel, tan sólo para calmar la serie de incongruencias que pasan dentro del mercado, tampoco en esta administración hay un tema de fondo que opere de forma eficaz en el Fashion Mall.
Por lo tanto, el Ayuntamiento de Guadalajara no debería de utilizar las instalaciones, mucho menos pensar en hacer la súper oficina en la parte alta del inmueble, nadie habla de pagar a los inversionistas, en el contrato se habló que recibirían como compensación una suma al rededor de los doce millones de pesos y hasta hoy también esa parte está omisa.
Es entendible la postura de los inversionistas, quienes también son contratistas de obra pública, son gente de bien, que confiaron en que administrando un estacionamiento y “REGALANDO” al Ayuntamiento de Guadalajara el Mall de verduras y productos de brujería más grande de Latinoamérica, lograrían pagar los 300 millones de pesos que terminaron solventando.
Ahora la pregunta es si Héctor Zepeda como líder del colegio le sugirió de manera dulce al presidente Alfaro, y al oido, si podía contemplar en recibir la obra de sus agremiados; el problema de los contratistas-inversionistas es grave, temen que después del 2018 no tengan trabajo, procuran no hacer molestar a los políticos.
Mientras tanto Ramiro remolinandose los bigotes la pasa muy mal, pensando en que esa pobre gente apostó su patrimonio.
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