Horacio Villaseñor Manzanedo
Convirtieron a la administración pública en una peligrosa ficción. No hay empleado gubernamental inepto ni capaz, todo depende de los incentivos. Si por fallas y faltas a la ley, no hay castigos ni despidos, el incentivo es, “solo hay que estar bien con el jefe”, así, el desastre es tal, que la función pública no funciona para tranquilidad de la gente, sino para el bienestar de gobernantes y sus afectos. Así nunca, un empleado municipal, tendrá el cuidado y el esmero al que está obligado por ley. Bastará andar de pelele de su “madrina o padrino”, político. Guadalajara está sufriendo las consecuencias de ayuntamientos inservibles, a tal grado que durante el presente temporal de lluvias han muerto personas, arrastrados por las corrientes de agua en la vía pública y la falta de drenaje suficiente. La respuesta de siempre es; no hay dinero. Claro si no hay buenos administradores, nunca habrá dinero que alcance para lo esencial. ¿Las personas deben morir porque no hay dinero?, claro que no. Se debe iniciar con castigos a toda “autoridad”que, por negligencia, criminal o no, pone en riesgo o daña personas, sus vidas o sus cosas. La madrugada del jueves pasado colapsó un puente y ello provocó dos tremendos socavones en la importante avenida López Mateos, dicen, a causa de la lluvia, no a la falta de conservación y mantenimiento de la infraestructura. ¡No sean mensos! Hay tres mitos que la administración fingida ha alimentado, haciendo mucho daño. El primero: el drenaje no es asunto de los alcaldes, el segundo; la basura tapa las bocas de tormenta y, el tercero; llueve mucho. Constitucionalmente, la competencia original de la acción y efecto de drenar la ciudad es de los ayuntamientos. Si en algún momento cedieron la tarea a un organismo operador creado para eso, y hoy no sirve, los ayuntamientos deben intervenir o revertir esa decisión, porque la obligatoriedad, constitucional, no termina creando un sistema intermunicipal de los servicios de agua potable y alcantarillado denominado SIAPA. Por otro lado, la basura no tapa el drenaje. Cuando el sistema era suficiente, lo que tapaba las rejillas era la hojarasca de avenidas y calzadas que el ayuntamiento no barre, ahora estamos peor, los colectores se llenan de agua, no solo ya no entra, sino que ahora brotan aguas con orines y excremento. Por cierto, cuando la basura está en la vía pública, ya es propiedad del ayuntamiento, no de la sociedad, el ayuntamiento es quien debe levantarla, transportarla y eliminarla, en vez de culpar a los ciudadanos de cochinos. Tampoco, en Guadalajara, llueve mucho, ni poco, llueve lo que llueve siempre, todo se puede prever, la ingeniería puede calcular un buen sistema colector o infiltrador de aguas pluviales, sin dificultad. Entonces, ¿no se puede evitar que se inunden o dañen las calles? ¿No se puede evitar que haya basura en los espacios públicos? ¿No se puede evitar que se caigan árboles? ¡Obvio no! Con administraciones públicas fingidas, no, no se puede evitar nada. Parece que la administración pública, solo es para robar o en el mejor de los casos para “hacer negocio”, no para garantizar la seguridad, la tranquilidad o el bienestar de la sociedad civil en general. ¿Se puede revertir la desgracia que hoy vive la zona metropolitana? Claro que sí y rápidamente, pero no cualquiera puede y hoy solo hay “cualquieras” gobernando. La ciudad se seguirá desbaratando y no nos debe sorprender porque en tanto no llegue una o un gobernante capaz de integrar equipos de trabajo que puedan rediseñar lo que hoy no sirve, la administración pública seguirá siendo una peligrosa ficción. Ni hablar.
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