A Fondo Jalisco
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Horacio Villaseñor Manzanedo La Aldea

¡Puro directivo público idiota!


Horacio Villaseñor Manzanedo*

Los ayuntamientos metropolitanos, olvidaron o no saben que, son en esencia instituciones de servicios y que su principal preocupación y objetivo debería ser satisfacer adecuadamente esa demanda. “Los impuestos deberían funcionar como un fondo común para cubrir gastos fundamentales que afecten al conjunto de la población y además permitan acceder a economías de escala” (La Nueva Revolución, 2011). Este fondo común se usaría para pagar aquellos bienes y servicios que los ciudadanos necesitan y que la constitución nacional obliga otorgar a los municipios (agua limpia, drenaje, alumbrado público, aseo, parques, camellones, seguridad y tránsito, entre otros). Desde hace muchos años, el Área Metropolitana de Guadalajara no ha sido gobernada por alcaldes ni regidores con talento necesario para dotar de una organización y de unos mecanismos de funcionamiento innovadores (llegan preguntando a los servidores públicos de base ¿qué se debe hacer aquí?). Tenemos tantos años tan mal, que los ciudadanos nos hemos acostumbrado y vemos como normal, vivir en una metrópoli con baches, basura, maleza, grafiti, propaganda adosada en todas partes, volantes publicitarios tirados, autos abandonados, pasos a desnivel y avenidas sin barrer, fuentes sucias, señalamientos, camellones, parques y jardines, plazas, edificios públicos, postes, barandales, bancas, bolardos y machuelos dañados, deteriorados y sin mantenimiento oportuno, con el pretexto de que no alcanzan los recursos públicos. Súmenle, a todas estas deficiencias, que además tenemos que sufrir y aguantar el escenario de “aparta lugares”, “limpia para brisas”, “indigentes”, “malabaristas” y vendedores de todo, en cada semáforo y calles de la gran ciudad.  Se han agravado los problemas de la inseguridad y pobreza, arbitrariedades constantes, corrupción e ineptitud de “directivos”, servicios públicos de calidad inestable o muy mala y políticas públicas inútiles o defectuosas y ahora, agua puerca en nuestros aljibes y una pandemia, para acabarla de amolar, La administración pública, ha llegado al ridículo de qué, para verificar las condiciones de los establecimientos comerciales, industriales o de servicios privados, envía al personal de bomberos, protección civil, reglamentos y obras públicas, juntos, para que se “cuiden entre ellos” y tratar de evitar o disminuir actos de corrupción. Cuando hay una emergencia o se presenta algún accidente vial, asisten con la voluntad de ayudar, personal de diferentes y variadas dependencias, como la policía, los elementos de vialidad y tránsito, los bomberos, paramédicos de las cruces roja, verde y ámbar, rescatistas de protección civil, y si fuera el caso, personal de parques y jardines, conservación de edificios, saneamiento ambiental, ecología, alumbrado público, pavimentos, servicios generales, obras públicas y eventualmente hasta el DIF, todas las dependencias con vehículos, recursos materiales y humanos en acción y todo lo que no se necesitó, lo que no fue útil, también tuvo un costo económico y generó desperdicio. Por otro lado, los espacios públicos siempre están sucios o en el mejor de los casos, mal atendidos, porque a cada dependencia municipal le toca hacer solo una parte, y dicen, “eso no me toca a mí” y se lo dejan “al que le toca”, que por cierto nunca atenderá. El actual modelo de organización centralizada, esta rebasado, ya no resuelve. La última reforma administrativa seria hecha en Guadalajara, fue hace 40 años, desde entonces a la fecha no ha habido capacidad ni interés por iniciar la gran reforma administrativa que requieren los municipios metropolitanos del siglo XXI, por cierto, el Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN), creado hace más de siete años, tampoco ha servido para nada trascendente. Algunos “funcionarios” han llegado al absurdo de culpar a los ciudadanos por la ineptitud gubernativa existente, argumentando, además, que para que el gobierno cumpla con sus obligaciones, la sociedad debe participar haciendo trabajos que corresponden a la autoridad ¡qué disparate! Lo que se requiere es integrar equipos directivos capaces, no los tarados que siempre llegan solo porque ayudaron en la campaña política que triunfó.

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