Horacio Villaseñor Manzanedo
Se equivocan quienes creen que el problema de las inundaciones, en época de lluvia, son cosa de falta de planeación territorial que urbanistas pueden solucionar. Por esa creencia errónea es por lo que no se avanza en su disolución, por el contrario, cada año estamos peor, aumentan los peligros, los puntos de riesgo y las muertes.
No es asunto de técnica urbanística sino de economía, es a la administración pública a donde se debe voltear primero y resolver la ineptitud, de sus directivos. No hay obra civil que no cueste dinero y si los desarrolladores lo tienen y el ayuntamiento no, entonces, ¿quién manda? ¿Gobierna el gobierno? Me explico: ¿Andarías vestido, con un traje hermoso, pero sin zapatos, descalzo, o preferirías una vestimenta modesta, pero calzado? La respuesta es obvia porque un rompecabezas debe estar completo y carecer de vanidad, ayuda para poder armarlo.
Las ciclovías debieron construirse después de que la ciudad, toda, tuviera un servicio de transporte público mejor que el que te da tu auto particular para que, por conveniencia no lo uses, no antes. Gastar en un puente atirantado, construido donde no se necesitan tirantes para sostenerlo o colocar bolardos por todos lados en una ciudad intransitable cuando llueve, es tirar dinero, fue estúpido.
¿Te parece bien, que haya colonias abandonadas por el ayuntamiento, otras, medio atendidas y gastar recursos en un carrusel de caballitos? La ciudad tiene prioridades, no zonas prioritarias, toda la ciudad, por ley debe funcionar en inmejorables condiciones de seguridad; suministro de agua; drenaje suficiente; vivienda y panteones asequibles; limpieza; iluminación; abastecimiento de alimentos de calidad; tránsito y más, esa es la razón de ser de la función pública.
Si con cualquier lluvia, caen árboles sobre la gente y sus bienes, si se inundan calles, avenidas, calzadas y pasos a desnivel o brotan las ya típicas “fuentes de caca”, entre otras muchas peligrosas calamidades, el problema no es la lluvia, es la inservible administración pública.
El ayuntamiento debería adquirir terrenos, en lugar de vender los que otras administraciones compraron, para convertirlos en bosques urbanos, evitando plantar árboles donde sea, que sin el mantenimiento obligado caen sobre cables, autos, viviendas y personas, pero para ello se requiere ingenio, capacidad y dinero; debería construir el drenaje suficiente, sean colectores, vasos reguladores o áreas de infiltración para evitar inundaciones, pero también se requiere de ingenio, capacidad y dinero, sin las dos primeras virtudes siempre escasas, dinero nunca habrá. En teoría, los recursos deben alcanzar para todo lo necesario a través de la administración profesional, allí la clave, pero como llegan al poder inexpertos, año tras año todo empeora. Nunca habrá planeación urbanística eficaz con ayuntamientos inútiles. El Plan de Ordenamiento Territorial Metropolitano del AMG (POTMET), instrumento utilizado para poner las cosas en su lugar, es una vacilada más. Los urbanistas sugieren acciones imposibles de hacer sin dinero, lo que solo se puede obtener con buenos ayuntamientos, visionarios, con capacidad de abstracción y síntesis, pero ahora cualquiera puede ser político, de allí el fracaso. La solución no es de ingeniería, de planeación territorial ni de conocimientos y técnicas de aplicación específica para la ciudad, sino de organización u ordenación institucional, de efectividad administrativa, de expertos en temas de gobierno, que es lo que no hay. Economía pública es lo que hace falta para disolver el desastre. Guadalajara es una ciudad descalza, bonita, pero insegura y su ayuntamiento, una institución inservible que se sostiene con puro espectáculo político. Estamos fregados. ¡Ni hablar!
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