Horacio Villaseñor Manzanedo
Uno, se debe saber derecho público; dos; se debe saber teoría de la organización; y tres, se debe saber negociar. Gobernar es cosa seria y sin capacidad directiva, los fracasos en la acción gubernativa son cosa de todos los días. La razón de ser de un gobierno es solucionar, los problemas públicos, en el entendido de que, al solucionarlos, surgen otros distintos, nuevos, y así, sucesivamente. Si los problemas de hoy son los mismos de hace décadas, entonces, los gobiernos no han servido más que para gastar, perder el tiempo y dinero, existen, permanecen, están, pero si no solucionan, no ponen orden, entonces, no gobiernan y lo peor, si no gobiernan no controlan y permiten terribles daños a la sociedad. Me explico, la administración pública, ortodoxa, clásica y weberiana, sin duda poderosa, soluciona, si y solo si, es implementada por gente experta. Se trata de la herramienta científica y técnica con el mejor control en una organización, pero para que funcione, requiere de directivos públicos preparados, con estudios y capacidad. De aquí la primera falla, el sistema político mexicano no recluta directivos públicos profesionales, y además no hay, porque sin demanda, no hay oferta. En nuestro país, para integrarte al servicio público, en los niveles directivos, debes ser “conocido”, recomendado, amigo, familiar o pelele de alguien, miembro de una facción o camarilla; si sabes o no lo que te encargarán, no importa, aprenderás, dicen. La verdad de las cosas es que no podrán porque no hay de quién aprender, directivos improvisados llegan con una facción y directivos improvisados, se van, cada tres o seis años. La escuela clásica de administración supone responsables expertos, conocedora y cumplida de las leyes, nada más alejado de la realidad. Las personas de carne y hueso no las cumplen, aunque juran hacerlo, unas porque ni las conocen y otras porque tienen afectos, valores, intereses, creencias, que ponen por encima de su deber, para beneficiar a los suyos. No son robots, ni tienen convicciones sólidas. Entonces, aquí el primer problema. El segundo, si ignoran cómo debe funcionar una organización, y no son capaces de hacer diagnósticos situacionales de lo que reciben, ni de hacer las reestructuraciones, re-ingenierías, reformas y cambios organizacionales para poner al día las administraciones, evidentemente, inservibles, trabajarán con lo qué hay, y lo qué hay, no funciona. Así entonces, aunque, eventualmente, se conozca el derecho público, no tendrá forma de hacerlo cumplir eficazmente. En mi opinión, esta es la mayor falla hoy, porque está segunda cosa, para hacerla bien, requiere de experiencia, y los “conocidos” de alguien, que su único mérito es ayudar o ser “palero” del politiquillo ganador, no la tienen. La tercera cosa, es la habilidad para negociar, en el entendido de que si la tienes, pero no estás dispuesto a ceder, da lo mismo tenerla o no. Se necesita gente que entienda la acción gubernamental más allá de lo que siempre se ha hecho, por cierto, mal, y sea capaz de aceptar que el interés general está por encima de sus intereses particulares y de “camarilla”, y que, para incorporar capacidades innovadoras, y trascender, se debe aceptar trabajar con los mejores, aunque no los conozcas o te caigan mal. Sin capacidad directiva, ni el dominio de estas tres cosas que se deben saber para poder gobernar, lo único que les queda por hacer, son videos cortos en TikTok y el ridículo. Ni hablar.
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Horacio Villaseñor
Máster en Gobierno y Administración Pública Municipal y Estatal. Miembro titular de la RedIGLOM Asociación Civil que aglutina a los investigadores y profesionales más destacados en materia de gobierno, política, administración pública y miembro de la Red Temática CONACYT.
Contacto: horaciovillasen@gmail.com